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Una vez más, el Puebla cae en su cancha maldita

Por: Horacio Reiba

2013-02-25 04:00:00

De 1971 a la fecha, la franja solo le ha ganado al Monterrey en el Tecnológico en dos, acaso tres ocasiones, la última un 0–1 concretado por Sergio Lira en la campaña 91–92. Y eso con muchos miramientos, como quien se atreve a hollar un espacio prohibido sin cumplir con los requisitos a que obliga una sacrosanta y misteriosa liturgia. Y el sábado, nada iba a contribuir par a que ocurriera una de esas raras excepciones. Que la Pandilla de Vucetich atraviese por una alarmante baja de juego no significa que dejara de cumplirse tan cara tradición, a la que ambos equipos llevan cuatro décadas firmemente adheridos. Por las dudas, el Puebla se aplicó al tema con una disposición ejemplar. Y jugó exactamente a nada: lento y vulnerable atrás, despistado en la zona de recuperación, nulo al ataque. El adversario soñado para un equipo cuyas figuras tardaron una barbaridad en espabilarse. Cuando al fin dieron con la tecla adecuada fue para consumar la goleada.

Tal cosa no sucedió en el primer tiempo –que terminó 1–0 con gol de De Nigris preparado por Suazo en posible fuera de juego. Por las dudas, a la vuelta del vestidor Michael Orozco manoseó el balón con descaro en su área, se ganó la expulsión y dio ocasión a que el Chupete se resarciera de su mal desempeño anotando de penalti. Y ya entregado el Puebla, una colada por derecha del Chelito Delgado le permitió a Aldo De Nigris convertir su segundo tanto de la noche. Que fue el último solamente porque así lo decidieron los rayados, que tuvieron la goleada a su alcance.

Luego del empate a cero entre Querétaro y Atlas, el cuadro del Bajío parece, ahora sí, definitivamente condenado al descenso. Lo condena su cociente, que apenas da para 0.9462, un abismo de nueve puntos frente al 1.0430 de los rojinegros. Puebla, pese a sus irregularidades, se mantiene aparentemente a salvo, ahora con 1.0967.

Arriba, el único que ofrece garantías es Tigres, líder invicto con 20 puntos al cabo de ocho jornadas. Y no lo es por lo vistoso de su propuesta, más bien por la flojedad de quienes a trompicones le siguen la pista: Atlas con 17, América con 16 y Tijuana con puntos. De los tres, solamente el equipo de Boy rescató un puntito este fin de semana.

Xolos sí, Toluca no. Los de Mohamed hacían su debut absoluto en la Libertadores jugando de visitantes en el Campín de Bogotá. Y se las arreglaron para imponerse a Millonarios mediante su conocido argumento de coberturas, robo y contragolpe, que no solo desconcertó al campeón de Colombia sino terminó por derrotarlo gracias a colocadísimo remate cruzado de Richard Ruiz a la hora de partido. Qué tanta no sería la superioridad tijuanense y la impotencia de los bogoteños que los minutos finales del encuentro se jugaron no con el cuadro rojo arrinconado y sus jugadores echando balones fuera, sino en plan tranquilo y dominador, como neto controlador de la escena. Inequívoca señal de que quien mandaba en el marcador mandó en la cancha.

Muy distinto panorama encaró el Toluca, vencido sin apelación en su Bombonera luego de un primer tiempo de coser y cantar ante un Nacional aparentemente inocuo y empeñado en brindar toda suerte de facilidades a los pupilos de Enrique Meza. Muy caro pagarían los choriceros el haber limitado entonces su expediente al solitario gol  de Tejada (21’), pues en la segunda mitad se encontraron con un adversario muy distinto, cuya combatividad y denuedo desconcertó a un Toluca lastrado –quién lo dijera– por la entrada de un Sinha lento y desubicado, sumado al hecho de que al prescindir de Cabrera, su marcador diestro, esa banda, intransitable durante el primer tiempo, quedó convertida en un amplio bulevar a disposición de cuanto charrúa quiso recorrerlo.

Para mayor escarnio, los tantos de la victoria visitante los marcaron los extoluqueños Vicente Sánchez (52’ y 56’) e Iván Alonso, sin que hubiese servido de mucho el gol del Pájaro Benítez que dio momentánea ventaja a los rojos tras el empate a uno.

Batacazo catalán. Ni el milanista más recalcitrante –digamos Silvio Berlusconi, por decir algo verdaderamente desmesurado– hubiera apostado a ese 2–0 con que los rojinegros liquidaron la ida con el Barça, tras los 90 minutos más grises en años de Messi y los suyos.

Anormal a primera vista, tan negativo desempeño remite sin embargo a un cúmulo de circunstancias que vienen incidiendo negativamente en la marcha del equipo catalán, desde la fuga de Guardiola y la enfermedad que ha marginado del timón azulgrana a Tito Vilanova hasta el relajamiento ligado a su insalvable ventaja como líder absoluto de la liga española, pasando por la extraña paradoja de un Lio Messi en racha goleadora –el miércoles, precisamente, interrumpió una seguidilla de 10 partidos consecutivos anotando– pero con su rendimiento claramente a la baja. Todo eso se alió a un terreno bofo, un catenaccio implacable y hasta un gol precedido de mano –el primero, producto de un tiro libre que amortiguó Zapata con el brazo, dejándosela servida a Boateng para que fusilase a Víctor Valdés.

Aunque todo lo dicho pudiera servir de explicación, menos fácil es responder a la pregunta de cómo diablos hizo el Barcelona para no crear, en todo el partido, una sola ocasión clara de gol, precisamente ellos, que hasta en sus peores días se especializaban en acumular como mínimo media docena, sin importar el tamaño ni los galones del adversario. Y vino a ocurrirles precisamente ante el que todo mundo reconoce como el Milán más flojito de los últimos años, sin posibilidades ya de pelear por el scudetto y que había saltado al terreno como víctima probable.

Debacle hispana. Desde luego, el tropezón culé en San Siro constituyó la sorpresa grande de la semana. Pero no la única mala noticia para el futbol español y sus clubes participantes en copas europeas. Al empate del Madrid en el Bernabeu con el temible ManU y la derrota del Valencia en Mestalla ante los galos del PSG se sumaron esta semana la del Málaga en Oporto –dentro de la Liga de Campeones– y la amarga victoria del Atlético en Moscú, ambas por 1–0, insuficiente la segunda para que los colchoneros evitaran su eliminación (1–2) bajo las botas del Rubin Kazar, en los 16avos de final de la Europa League, de la que son –eran hasta el jueves– vigentes monarcas.

Es verdad que, por lo que a la Champions respecta, los cuatro equipos hispanos disponen aún de los correspondientes partidos de vuelta para recomponer las cuentas, pero también lo es que ninguno la tiene fácil. Y el Barcelona menos que nadie, pues en el Camp Nou tendrá que marcarles tres a los lombardos si quiere eliminarlos –un gol del Milán los obligaría a anotarles cuatro como mínimo. En cuanto al Madrid, para calificar está obligado a vencer en Old Trafford o empatar a dos o más goles, mientras lo del Valencia en París se antoja misión imposible, pues aun sin Ibrahimovic –expulsado por golpear a Guardado el primer día–, el PSG parece ir ya en caballo de hacienda. Solamente el Málaga –que jugó mal en Oporto para caer con un gol en fuera de juego– parece tener una encomienda relativamente asequible, pues le bastaría con vencer por dos goles de diferencia.

Por si fuera poco, mañana se juegan Real Madrid y Barcelona el boleto a la final de la Copa del Rey, en terreno catalán y luego del empate a uno de la ida. Dados sus últimos resultados europeos, es de imaginar el estado de nervios que debe privar en ambos campamentos.

Carlos Vela. Será candil de la calle, pero en la Liga hispana alumbra y calienta de verdad. Su Real Sociedad se encerraba en San Mamés para disputar el último derby vasco en la historia del vetusto coliseo –sobre el que pronto caerá la piqueta–, y suyo fue el tanto que sepultó al equipo de Bielsa, cuya campaña actual está en el extremo opuesto de la anterior: de la gloria –o casi– al desastre –sin casi. Sonará extraño pero al mismo tiempo fue muy reconfortante escuchar en “El Larguero” –el programa líder de la radio deportiva española– cómo el sanedrín de expertos equiparaba la actual importancia del mexicano para la Real con la que puedan tener Messi en el Barça o Cristiano en el Madrid. Aun así, el francés Montanier sólo lanzó a Carlos a la pradera para el segundo tiempo: con eso tuvo el de Cancún para armonizar a un equipo al que el rival había sacudido feamente en la primera mitad –pese al 1–1 con que terminó– y conducirlo a una clara victoria por 1–3.

No olvidemos que en España se bate también en muy buen tono el Espanyol de Héctor Moreno y el Vasco Aguirre –que recibió al equipo en posición de descender y lo ha hecho escalar hacia la media tabla–, en tanto libra Giovani con su Mallorca una dura batalla por no caer a Segunda: el sábado anotó, pero el cuadro isleño perdió 3–1 ante Getafe, como el Espanyol ayer, en terreno del Atlético de Madrid, por penal cometido por Moreno y anotado por Radamel Falcao. 

Sub 20. En los dos estadios de nuestra capital, con entrada gratuita y multitud de escolares en los graderíos, se están celebrando los encuentros eliminatorios de la Concacaf con miras al mundial Sub 20, anunciado para mediados de año en Turquía. Pese a la animación, las bandas de música y el alborozo juvenil, el futbol de cancha pertenece al inframundo.

Como es natural, los reflectores están sobre el Tri de Almaguer, que sin lucir mayormente y hasta abucheado y escarnecido tras la opaca victoria del debut (3–0 sobre el modestísimo equipo de Curaçao) parece encarrilado a la calificación, debido, más que a otra cosa, al paupérrimo nivel de los demás competidores. Por ejemplo El Salvador, que el sábado salió del Cuauhtémoc con la piel escaldada por un severo 3–0, firmado por México, eso sí, en los estertores del desigual encuentro.

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