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Viene viene, quebrándose quebrándose

Por: Juvenal González González

2012-11-29 04:00:00

Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.

Julio Cortázar

 

No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, reza el conocido refrán, el cual, como (casi) todos encierra altas dosis de verdad. El próximo sábado Felipe Calderón habrá de entregar la banda presidencial que “haiga sido como haiga sido” se apañó hace seis larguísimos años, a Enrique Peña Nieto. Trago amargo para quienes se solazaron de haber “sacado a patadas” al PRI de Los Pinos. Pero con su PAN se lo han comido o tragado para ser más preciso.

En el transcurso de los últimos doce años, Fox y Calderón rodeados de cuates, parientes e incondicionales, fueron incapaces de darle sentido y justificación a la llevada y traída “transición democrática”. Más bien al contrario, hicieron tan mal las cosas que provocaron una extraña añoranza por los malos tan conocidos. La paulatina e incesante recuperación del tricolor quedó evidenciada en cada elección local o federal. Y no solo a costillas del PAN sino también del PRD.

Presidencias municipales y gubernaturas consideradas como bastiones de la oposición tradicional, una a una fueron regresando a los brazos del que algunos ingenuos consideraban difunto partido tricolor. Si en su momento los azules y amarillos fueron incapaces de hacer un alto para la autocrítica y reorganizarse para emprender un nuevo camino, no hay razón para que lo hagan hoy, tan autocomplacidos como están con las migajas que les habrán de significar pingües ingresos a las arcas personales y familiares (de los altos jefes por supuesto).

El PRD ni siquiera tuvo la dignidad de reconocer el papel de López Obrador en la reciente elección, sin cuya candidatura se hubieran quedado chiflando en la loma. No crean que el tabasqueño se fue con la Morena nomás por coscolino. Si tú no me quieres ni modo que hacer.

Y el PAN está tan dividido y debilitado que habrá de pasar un largo periodo de convalecencia, si acaso sobrevive. Sobre todo porque una vez perdido el fuero y la discrecionalidad en el abuso del presupuesto, sus apoyadores mediáticos saltarán sin pudor ni rubor a la pista tricolor y comenzarán a ventilar los trapos sucios que abundan en las habitaciones del poder perdido. No será la primera ni la última vez que jilgueros y chayoteros se peguen a la ubre del poder en turno.

Ese es un entorno evidentemente favorable al arribo de Peña Nieto a la primera magistratura de la nación. Cualquier cosa que eso signifique, pero de que suena rimbombante, suena.

Cierto que el panismo dejó un tiradero pero, paradójicamente, ahora será Peña Nieto quien cuente con un ventajoso bono para echar la culpa a sus antecesores cuando se le atore la carreta o algún burro rebuzne fuera de tono. Encontrará la casa “infestada de ratas”. Cosas vederes.

Por más que cueste asumirlo, lo cierto es que el proyecto de gobierno de Peña Nieto sigue siendo un enigma. A estas alturas ni siquiera hay certidumbre respecto a los integrantes de su gabinete, salvo dos o tres que parecen cantados pero que no cualquiera se atrevería a apostar por ellos con certeza absoluta.

Con ese lenguaje entre críptico y cantinflesco otrora tan usado y ora reaparecido, nos dejan en ascuas cada vez que escuchamos o leemos las propuestas de cambios en la estructura de gobierno o definiciones sobre las nuevas políticas y estrategias de gobierno.

Por eso muchos no le dan vueltas al asunto y afirman que no pasará nada. Más de lo mismo pues. Yo no comparto esa postura, me parece simplista y riesgosa para quienes andan o pretenden andar en la grilla. Para empezar, el maestro Perogrullo enseña que ni el PRI es el PAN, ni Peña Nieto es lo mismo que Calderón.

Luego, hay que desempolvar la entretenida tarea de interpretar señales. Por ejemplo la rápida reacción para corregir la pifia de cercar San Lázaro como si se esperara un ataque terrorista o un intento de asalto al Palacio de Invierno y que provocó la ira de vecinos y ciudadanos que lo consideraron una ofensa, un atropello a sus derechos y su dignidad. Quizás nunca sabremos de donde salió tan “brillante” iniciativa ni la orden de instrumentarla (todo mundo se lavó las manos) pero en la corrección, sin duda,  intervino el próximo ungido. No iba a dejar que la noticia del búnker enturbiara su ascenso al cielo.

Otra reacción rápida y certera fue la decisión de Peña Nieto de no incorporar a la férula de la nueva Secretaría de Desarrollo Social al Instituto Nacional de las Mujeres –como había anunciado– frente al rechazo y álgida oposición expresada por diversos grupos feministas y activistas por los derechos de la mujer y la equidad de género.

Estos ejemplos muestran, al menos en principio, que el que llega no es sordo a la inconformidad, ni tiene empacho en modificar decisiones erróneas. Pero el dato más significativo es que las voces críticas y la resistencia a políticas antipopulares vendrán de las organizaciones civiles y las “redes sociales” que serán también un acicate para los autollamados partidos de oposición.

Mientras son chivos o mulas, el futuro preciso hace maniobras para estacionarse sin contratiempos en Palacio Nacional y la clase política le abre cancha entusiasmada: viene viene, quebrándose quebrándose. 

Cheiser: Y lo volvieron a hacer. “Misteriosamente” la final del futbol mexicano será entre dos equipos cuyas transmisiones pertenecen a cada una de las empresas que forman el duopolio televisivo. Como siempre pasa, Azteca y Televisa se repartieron el botín de la final. ¿Usted cree en las casualidades que se repiten cada seis meses? Yo tampoco. Cuando de niño jugaba con mis cuates, había un dicho que decía “la trampa nunca se logra”. En el México real resultó exactamente al revés.

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