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Superchería

Por: Israel León O’farrill

2012-02-02 04:00:00

El semanarioProceso publicó la semana pasada en su número 1838, un reportaje sobre la compra por parte del gobierno mexicano de más de 500 detectores moleculares tipo ADE651 y GT200 que, de acuerdo a especialistas de la Academia Mexicana de las Ciencias no sirven para maldita la cosa. El aparato, muy parecido a una pistola salvo porque lleva una antena, supuestamente puede detectar moléculas de lo que sea –básicamente droga, armamento, explosivos a una gran distancia y, supuestamente, con una efectividad fenomenal. De acuerdo al reporte, se puede focalizar la sensibilidad del aparato cambiando unas tarjetas que tienen la “esencia” de lo que se busca –según la “border patrol”, hasta “esencia de migrantes” ¡¿?!–, cosa que ha sido totalmente refutada por científicos mexicanos sin que se les haya hecho el más mínimo caso. El gobierno de Calderón pretende haber realizado numerosos y cuantiosos decomisos de droga, lo mismo que múltiples detenciones, gracias a la intermediación del aparato milagroso. No obstante, como lo documenta Proceso, dichos aparatos son un fraude que ha sido ya denunciado por el gobierno británico que dejó de utilizarlos pues de nada le sirvieron a sus soldados en Irak donde se les utilizó infructuosamente para detectar bombas; igual dejó de utilizarlos el FBI pues demostraron ser inútiles. Lo grave del asunto no es sólo que nuestro gobierno los haya comprado –costaron la friolera de 400 mil pesos cada uno– sino que, producto del aparatito, se han propiciado numerosas violaciones a los derechos humanos en detenciones totalmente injustificadas. De ser así lo anterior, se trata de una de las supercherías más graves en las que nuestro gobierno se ha visto envuelto.

Mientras leía el reportaje me vino a la memoria inmediatamente el clásico de Hans Christian Andersen El nuevo traje del emperador, cuento en que se narra la patética historia de un emperador que disfrutaba enormemente su vestimenta y le encantaba estrenar todo el tiempo. Sabedores de los gustos banales del gobernante, llegaron al reino dos malandrines que argumentaron ser diestros tejedores de telas y modistos geniales; la característica más importante de su actividad, era que sus telas eran invisibles para todo aquel que fuera estúpido o incapaz de estar en el puesto que desempeñaba. Como era de esperarse, todos y cada uno de los hombres que desempeñaban algún cargo público, incluido el emperador se negaron a reconocer lo evidente: que no veían nada, lo que los habría dejado como estúpidos y podría llevarles a perder su puesto. El emperador, pensando que de esa manera podría deshacerse de los funcionarios estúpidos, los envía uno a uno para comprobar su valía. Lo verdaderamente estúpido es que, aun sabiendo que se trata de una treta, son capaces de llevar el engaño a sus últimas consecuencias. El cuento culmina con el emperador caminando desnudo frente a sus súbditos y siendo el hazmerreir del reino, sin que se inmute o quiera reconocer su necedad. “Aquello inquietó al emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: ‘hay que aguantar hasta el fin’. Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola”.  Sin duda,  el cuento de Andersen tiene una actualidad que sorprende y que se evidencia en la compra de los afamados aparatos, ni más ni menos.

No es la primera ocasión en que desde el poder se ocupan los servicios de farsantes y truhanes. Baste recordar aquello de la Finca del Encanto, el supuesto cadáver de Muñoz Rocha y los servicios de Francisca Zetina alias la Paca, una supuesta vidente que fue contratada por el entonces Fiscal, Pablo Chapa Bezanilla, para resolver el caso del diputado desaparecido. Aunque haya sido no menos que lamentable, no se compara al auténtico dislate cometido por los encargados de la seguridad en nuestro país, sobre todo cuando vemos que las cosas distan mucho de ser mejores: 3 mil policías deben ser arraigados en hoteles en Juárez por su propia seguridad –lo que costará mucho al erario–; la escalada de homicidios relacionados con el crimen organizado sigue en aumento como se ha visto en estos últimos días… y la sequía, por extraño que parezca, podría complicar las cosas pues los “agricultores” dedicados al cultivo de estupefacientes necesitarán nuevos espacios donde sí haya agua… y nuestras autoridades se entretienen con juguetes, quizá los más caros que haya dado la humanidad… ¡unos 20 millones de pesos!

A regañadientes los británicos tuvieron que reconocer que les vieron la cara; los gringos tuvieron que agachar la cerviz y reconocer que los aparatos no servían y que, contrario a su deseo, no se puede encapsular la “esencia de migrante” para después crear un repelente o de perdida un DDT… los chamaquearon. ¿Nuestro gobierno tendrá los arrestos para hacerlo? Por supuesto que no, porque ello implicaría reconocer el error y de paso, aceptar que la regaron con una buena cantidad de gente y hacerse cargo de las demandas que ya existen en su contra. ¡Vamos!, mucho menos lo hará en este momento en que se aproximan las elecciones y ninguno de los tres magníficos de Acción Nacional levantan lo más mínimo. Lo peor es que dos de ellos –Cordero y Vázquez Mota– apoyan la política seguida por Calderón en seguridad… ¿incluidos los trajes invisibles?

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