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Saldos electorales

Por: Israel León O’farrill

2012-07-05 04:00:00

 

Hay inevitables saldos como producto del proceso electoral que vivimos el domingo pasado y que responden a los modelos democrático y electoral mexicanos –que demandan reformas que consideren la segunda vuelta electoral para ganar en credibilidad y certidumbre; después de todo, Peña no obtuvo más de 50 por ciento. Primero, el resultado de la elección decepciona a muchos; es totalmente indiferente a otros; y lo que es peor,  emociona a muy pocos de los demás. En efecto, son muchas las voces que se quejan del proceso y claman “¡fraude!” a los cuatro vientos. Un clavado en las redes sociales es suficiente para conocer la decepción, la protesta y el encono con que aquellos que buscaban un cambio en la figura de la izquierda y AMLO –siempre en ese orden, que conste– se manifiestan, se mofan y lanzan alaridos de desesperación por el México que nos espera.

Sin embargo, nada ha sido más doloroso que conocer la primera decepción de muchos de mis estudiantes que confiaban en el cambio impulsado por la izquierda y que viven su primera ilusión política echa pedazos –esperemos que sea la última–, no sólo por la derrota de su candidato cantada por un presuroso IFE apenas con 22 por ciento de las actas computadas, sino por la constatación del mugrero en que nosotros los adultos los hemos metido. En efecto, varios de ellos fueron testigos de la compra de votos vía la entrega de tarjetas del súper a intercambio del tache en el logo del PRI; o fueron chantajeados por familiares que les ofrecían 500 pesos a cambio de sus datos de la credencial para votar –lo que hace que sea muy difícil que los denuncien–; o simplemente la desesperación al no poder comunicarse con la Fepade para hacer una denuncia o la negación del trámite por no tener los nombres completos de aquel que estaba perpetuando el delito electoral (¡¿?!); o la confirmación de que el acta registrada en el IFE no corresponde a la sábana que está en su casilla. Sí, su desencanto es enorme porque comprobaron el lodazal en que muchos de los adultos que les demandan madurez atascan el morro sin ningún recato. Cruel caída de la inocencia juvenil en aras de una democracia engañosa, soez y trunca. Empero, en ese mismo sentido, queda la esperanza de que estos jóvenes, que indudablemente despertaron también por elshock eléctrico y refrescante que fue el movimiento #132, seguirán defendiendo sus derechos y no se callarán hasta ver satisfechas sus demandas. Si ellos siguen de esa manera, mañana cuando sean los adultos responsables del país, quizá no hagan un papel tan lamentable como un buen porcentaje de los que hoy estamos en ese lugar. Cabe esperar muchas cosas de ellos le pese a quien le pese.

Por otro lado, nos quedará la duda de saber cómo hubiera sido una Secretaría de Educación llevada por un hombre como Juan Ramón de la Fuente –más de 40 por ciento de los electores decidió acotarle el camino y optar por la representación de Gordillo–, de un René Drucker en la novedosa y necesaria Secretaría de Ciencia –y apostaron por certificaciones ridículas y recortes presupuestales para la educación– o de la tan necesaria Secretaría de Cultura –reemplazada por el tratamiento, si bien nos va, de mercachifleo turistero al patrimonio cultural de nuestro país. Todo ese sugerente gabinete no fue suficiente ante el embate de la nada que significa el proyecto priista, uno que no tiene a la claridad por delante y que necesita comprar conciencias. La izquierda avanzó, sí; pero se antoja eterna su llegada al poder, tan necesaria en vista del deprimido concierto internacional. Es fundamental decir que queda abierto el camino, sin cortapisas, para que el duopolio televisivo y sus secuaces hagan y deshagan a su antojo: PAN y PRI serán la mayoría en ambos congresos.

Otro doloroso saldo es el desmoronamiento de Acción Nacional, ante la debilidad de sus líderes y representantes. Muy atrás quedaron Maquío, Conchello, Castillo Peraza; hoy están una panda de negociadores que soltaron el cuerpo cuando ni siquiera había concluido la jornada electoral. Si yo fuera panista, estaría sumamente indignado con figuras como Fox, Espino y Calderón, pero también por la nula defensa del voto realizada por ese partido, aún a sabiendas de las prácticas sucias que se denunciaron desde el inicio de la campaña y en el día de la elección. Queda dañada también la imagen del IFE que ni con la ingenuidad con la que se presumen estas elecciones como las más competidas y limpias de la historia de nuestro país, podrá sacudirse el manejo del PREP y su sospechosa premura para anunciar los resultados aunque fueran incompletos, destruyendo a la par su credibilidad y seriedad. De paso, quedaron exhibidas las encuestadoras que estuvieron manipulando la información y la opinión pública durante toda la campaña y en la que se colgaban periodistas de poca monta para apuntalar la figura del Caballo de Troya que se instalará en los Pinos. El saldo más terrible, no obstante, es la casi certeza de que, con los próximos seis años se completarán 18 de gobiernos mediocres en los que se seguirá privilegiando la corrupción, el compadrazgo, el corporativismo y el privilegio, estigmas que a Acción Nacional no eliminó y que ahora seguirán más vivos que nunca. Por lo pronto, ¿qué pasará con Moreira, Ulises Ruiz, Herrera? Seguramente nada. 

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