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Párroco Rafael Tapia: hora cumplida en San Pedro Cholula

Por: Anamaría Ashwell

2012-06-29 04:00:00

Aún arriban a San Pedro Cholula extranjeros que buscan reconocer sus 365 iglesias (según la leyenda iniciada por la Segunda Carta de Relación de Hernán Cortés) o las 400 torres de mezquitas o el santuario de indios (que describe López de Gómara en La Historia de Indias). En la Cholollan colonial, sin embargo, nunca hubo más de 38 iglesias (quizás 39 si hemos de seguir el censo de F. de la Maza) incluyendo capillas y las 10 en la cabecera de San Andrés Cholula. Todas fueron construidas con arquitecturas diversas, estudiadas y clasificadas minuciosamente por muchos investigadores de varias nacionalidades y datan sus estructuras y estilos desde el siglo XVI (como Santiago Mixquitla) hasta el siglo XIX (no haré mención de la iglesias recientes o en proceso de construcción porque merecen, por sus imponentes ostentaciones arquitectónicas y fealdad estética, todo un ensayo aparte). Las de mayor prestancia arquitectónica, quizás son las del centro de la ciudad de San Pedro, un entorno conformado por la parroquia de San Pedro, el conjunto franciscano de San Gabriel, la capilla de la Tercera Orden y La Capilla Real o de los Naturales que conserva siete naves y 49 cúpulas.

Actualmente todas han sido intervenidas y en muchos casos con evidente mal gusto, con violentos decorados adosados que en nada enaltecen su abolengo arquitectónico centenario y mediante una enorme derrama de recursos materiales y de dinero aportados por los fieles de los 10 barrios de Cholula, sobretodo en las últimas tres décadas. La mayoría de estas estructuras religiosas han perdido irreversiblemente las cualidades arquitectónicas, así también las imágenes de bulto o los óleos religiosos, que hechizaron a los viajeros de antaño. Una cosa es el deterioro que estas construcciones centenarias han sufrido por el tiempo; otra cosa las restauraciones y agregados funcionales que comunidades religiosas vivas les fueron incorporando respetuosamente a través de los siglos; pero lo que resulta cuestionable son las recientes intervenciones con mal gusto, arbitrariedad y gasto desmedido (y poco cristiano) invertidos en decorados dorados, salones adosados, falsos arcos coloniales, atrios adaptados para estacionamientos de coches, construcciones fastuosas e innecesarias adosadas sin respeto a las estructuras antiguas como las que se muestran en la parte posterior de la Parroquia de San Pedro y dentro del conjunto franciscano de San Gabriel.

Los cholultecas, es importante recordar, fueron bautizados católicos en la tradición (o más bien ideal) de humildad y pobreza de un clero regular franciscano que fue desplazado de su tutela religiosa por el clero secular en el siglo XVI. Se produjo por eso mismo un conflicto entre seculares y frailes que duró (y en cierta manera tiene ecos hasta el presente) muchos siglos e involucró a las autoridades religiosas tradicionales de los barrios, en alianza con los frailes, en una lucha que a veces fue violenta contra el clero secular. La mayor disputa registrada en el Archivo General de la Nación en Cholula en ese tiempo atañe a la toma de la Capilla Real o de los Naturales por parte de frailes y barrios, expulsando del recinto al clero secular. Hasta 1651 lo mantuvieron bajo su custodia, pero años antes el obispo Palafox y Mendoza prohibió la reconstrucción debido a las tensiones entre clero y regulares y por el costo oneroso, según argumentó, que eso implicaba para los indios cholultecas. En 1655 solicitaron permisos para restaurar la capilla (techándola posteriormente con 81 cúpulas), pero será hasta 1661, una vez retomada la capilla por el clero secular cuando se inició su reconstrucción. La autorización provino del virrey, pero con la salvedad que esa reconstrucción se debía llevar a cabo sin la explotación del trabajo de indios pobres, solo con limosnas voluntarias, pagando todos los materiales que los indios cholultecas aportaban para la reconstrucción. Guillermo Bonfil señaló acertadamente que este momento histórico marca no solo el declive de la influencia de los frailes en la cultura religiosa de los barrios en Cholula, sino el ascenso y la avaricia de un clero regular que nunca más dejaría de aumentar obligaciones, recursos, dinero, trabajo y bienes demandados a los barrios de Cholula para sostener el culto o, más bien, para someter a la autoridad del párroco el culto popular cholulteca.

La degradación e intervención arbitraria de los bienes patrimoniales cholultecas, acentuadas en las últimas décadas, se explica históricamente y así también documentando las actuales prácticas del cura párroco Amador Tapia en su manejo del culto parroquial. Se explican también por la complicidad de las autoridades regionales del INAH que le autorizaron al párroco construcciones y remodelaciones en templos y capillas hasta degradarlas de todo valor estético e histórico. Basta recordar la autorización del INAH que le permitió la construcción de falsos arcos coloniales adosados a la iglesia antigua en San Pablo Tecama en abril 2003 o, más grave aún, los salones a un costado de la iglesia de Santiago Mixquitla, sobre suelos arqueológicos y en total disonancia con la prestancia sobria, franciscana de ese templo del siglo XVI.

El padre Amador, asociado a un grupo de restauradores de su confianza, algunos apellidados Picasso, Petlachi, Cocone, Daniel, entre otros, nunca ha entregado explicaciones plausibles sobre robos de arte sacro en iglesias bajo su custodia, ni de la suplantación de imágenes de bulto antiguas por esculturas actuales (14 imágenes de bulto del templo de Santiago Mixquitla aguardan una explicación) y siempre bajo el argumento que él solo protege a los mayordomos de buena fe” transfiriéndoles de hecho la responsabilidad legal y económica (que es suya) por esos bienes patrimoniales. Quizás lo más cuestionable emana de la manera como él obliga a aportaciones económicas onerosas de parte de las autoridades tradicionales de los barrios (les castiga con misas y servicios religiosos si no dan la aportación que solicita) y cómo manipula las jerarquías de los cargos tradicionales en los barrios, apoyándose en mayordomotes de cargos menores, para silenciar inconformidades de principales y tiachcas que le cuestionan. En Santo Entierro, San Pedrito, en el Infonavit Santiago y en San Miguelito el padre Tapia ha incidido directamente e indebidamente, provocando conflictos con las autoridades tradicionales, para imponer a sus aliados en cargos de mayordomos y fiscales. Existen acusaciones públicas de principales de San Matías Cocoyotla, por ejemplo, que el padre Amador vende las mayordomías al mejor postor y que ha solicitado terrenos públicos para ser administrados por él.

Agresiones directas hacia mí, al presidente de la A.C. Jorge Ortega Timal y otras autoridades religiosas tradicionales de la A.C en Santa María Xixitla, la Magdalena y San Pedro Mexicaltzingo y San Pablo Tecama. El alcalde municipal anterior (Francisco Covarrubias) también ha sido señalado en periódicos como responsable de haber autorizado la entrega de un predio público en el Infonavit Santiago para usos del Padre Amador Tapia. Si todo esto fueran mentiras o calumnias (él cuenta con que los fieles no se animarán a denunciarlo) tampoco es posible comprobar, siguiendo sus pasos, lo contrario. El padre Amador Tapia recurre a las amenazas, a las descalificaciones misóginas, a los insultos, a potenciales juicios por difamación y a su amistad con el antropólogo Victor Hugo Valencia (ex director del INAH Puebla), así como el jurídico de esa institución para amedrentar y silenciar a las autoridades tradicionales de los barrios que se animan a cuestionar su proceder.

El más reciente conflicto (ciertamente el más grave) de los últimos tiempos está relacionado con la alteración, posiblemente sustitución, de una imagen de bulto de alrededor de 300 años de antigüedad, propiedad colectiva de los barrios, bajo custodia de principales mayores o tiachcas pertenecientes a la Circular de la virgen de Guadalupe. El párroco Amador Tapia, aprovechándose de una restauración dolosa de la imagen de la Circular que él mismo autorizó, pretende ahora no solo adueñarse de esa imagen retirándola de los rituales peregrinos para la cual fue creada, sino sometiendo de paso a las autoridades tradicionales de esa tradición religiosa centenaria sostenida con la participación de los barrios y por eso patrimonio cultural intangible de Cholula y la nación.

Las mayordomías circulares son tres en Cholula y sus mayordomos se encargan de organizar y costear las fiestas correspondientes a San Pedro de Ánimas, la virgen de Los Remedios y la de Guadalupe. Los mayordomos se escogen de barrios distintos y en 10 años cierran el circuito de los 10 barrios, entregándose para su resguardo a los mayordomos designados la imagen de bulto de su circular. Así se cumple un ciclo ritual y religioso que unifican a todas las otras celebraciones y devociones de santos patronos en cada barrio. Los mayordomos de las tres circulares solo pueden ser principales y al adquirir este compromiso en la Circular ascienden a ser principales mayores. Es un cargo oneroso, complejo y de mucho prestigio que requiere del reconocimiento y aportación de todos los barrios. El cura párroco solo es invitado para oficiar las misas y los rituales obligados por la tradición. El centro de actividad ceremonial de la Circular de la virgen de Guadalupe (como también el de San Pedro de Ánimas) se realiza en la Capilla Real (las cuatro naves a la izquierda corresponden a su circular). Pero la imagen de bulto solo debe permanecer allí el tiempo del ritual porque debe regresar a la casa de sus mayordomos en los barrios. Debe regresar a “circular”. La imagen de bulto que sostiene el ritual es propiedad colectiva de los barrios –no está inventariada en ningún templo– y el INAH tiene atributos solo en su preservación y en el sentido de orientar o supervisar su restauración pero nunca en servir a ninguna autoridad eclesiástica para que le sea expropiada esa imagen a su pueblo ni suprimido su ritual. Y este es el peligro que se avecina ahora sobre la Circular de la virgen de Guadalupe en Cholula. Los Circulares, Principales y Mayordomos de los 10 barrios constituyeron hace poco una asociación civil para detener la degradación del patrimonio religioso de sus barrios y con el propósito de defender, preservar y difundir las costumbres y tradiciones centenarias de la religiosidad popular en los barrios de Cholula.

La respuesta del párroco Amador Tapia ha sido violenta y antropólogos, historiadores y ciudadanos defensores del patrimonio en Cholula hemos sido convocados por Principales como testigos para que las agresiones físicas y verbales que promueve el párroco Amador Tapia en contra de la Principala Margarita Tlapa, Jorge Ortega Timal y otras autoridades religiosas tradicionales de la asociación civil se detengan. Tradicionalmente la restauración así como la adjudicación de responsabilidades sobre el manejo doloso o no de las antiguas imágenes de bulto se dirimían con la participación de sus dueños legítimos: los 10 barrios de Cholula, sus autoridades religiosas de mayor jerarquía y sin intervención ni intenciones oscuras del cura párroco.

En este momento la intervención del Arzobispo de Puebla, del INAH Puebla y de las autoridades civiles es urgente para que los derechos de la Circular sobre su imagen guadalupana no sean afectados por los intereses del párroco Amador Tapia y se logre una conciliación pacífica sobre el rescate integral de la imagen antigua intervenida. Es, además, hora de un tiempo cumplido para el párroco padre Amador Tapia en San Pedro Cholula.

Por el bien del patrimonio intangible y tangible religioso de los cholultecas y de la nación. Y por los derechos que, como ciudadanos, tienen Tiachcas, Principales y Circulares de mantener vitales sus tradiciones religiosas centenarias.

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