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Muchachitos de porra

Por: Juvenal González González

2012-07-26 04:00:00

 

Toda violación de la verdad no es solamente una especie de suicidio del embustero, sino una puñalada en la salud de la sociedad humana.

Ralph Waldo Emerson

 

La irrupción estudiantil en el proceso electoral sorprendió a todo mundo. Por inesperada y vigorosa provocó reacciones precipitadas, más intuitivas que reflexivas. La más notoria, por sus efectos posteriores, provino del entorno del candidato Peña Nieto, al provocar el surgimiento del #YoSoy132.

La autenticidad, ingenio y frescura mostrada por miles de muchachas y muchachos que desde las “redes sociales”, asambleas, plantones y marchas, exigían ser tomados en cuenta como sujetos y no como objetos en un proceso que, de diversas maneras, será determinante en su futuro inmediato y, en muchos casos, en el resto de sus vidas.

Del pasmo, los medios de comunicación pasaron al elogio convenenciero y meloso, en vano afán por deslavar y banalizar el movimiento. En la medida que, tras largas discusiones, los jóvenes fueron definiendo objetivos y focalizando a sus adversarios, señaladamente el monopolio (Azcárraga y Salinas Pliego ya son socios) televisivo, las chicas del coro mediático han endurecido su trato con los jóvenes.

Así, aquellos chavos inquietos, sanos, entusiastas y participativos, se convirtieron de pronto en unos auténticos muchachitos de porra, desorientados, manipulados, provocadores y violentos.

En más de un sentido México sigue siendo un país colonizado, como lo evidencian sus usos y costumbres. El autoritarismo paternalista, por ejemplo, sigue tan campante. Mande usted, como usted diga, lo que usted mande, son expresiones usuales en el hogar y en el trabajo. Obedecer sin objetar está en los genes de la raza de bronce, por más que durante siglos se ha venido luchando, incluso con las armas, para romper ese atavismo.

Y cada vez que una persona, un grupo, un movimiento, se revela ante el abuso de autoridad, se niega a obedecer ciegamente o exige respeto a sus derechos, los que mandan y están acostumbrados a mandar se enojan y surge, inevitablemente, un conflicto ya sea chiquito o grandote, según el sapo.

Pese a la andanada de acusaciones, el hecho es que quienes se manifiestan en la calle, las redes y otros medios, junto con millones de mexicanos, incluidos el #YoSoy132 y muchos panistas, lo único que exigen, de manera legal y pacífica, es que las autoridades correspondientes, a saber: IFE, Trife, Fepade y PGR, cumplan con sus obligaciones y desquiten los cuantiosos recursos que se chupan del presupuesto. Que investiguen a fondo todas las denuncias presentadas por los partidos, que informen de avances y resultados y, finalmente, que la calificación de la elección se sujete estrictamente al espíritu y la letra de la Constitución.

Pero temen, eso sí, que se salgan por peteneras y recurran a chicanas legaloides para justificar lo injustificable. Y ese temor no es infundado. Hay bibliotecas, hemerotecas y archivos atiborrados de malas experiencias sufridas por los mexicanos, algunas en tiempos bastante cercanos. Por ello, cuando las más altas autoridades, con los medios abriéndoles cancha, ya dan por buena la elección antes de calificarla, por supuesto que abonan a la desconfianza y la duda en la imparcialidad en la justicia.

Y a ello se agrega la labor de algunos medios y periodistas como Carmen Aristegui que, con escasos recursos humanos y técnicos, cada día dan cuenta de resultados que ponen en evidencia la incapacidad y tortuguismo de los enormes aparatos burocráticos encargados del caso.

A nadie conviene, ni siquiera al PRI y su candidato, que la calificación se haga sin haberse completado las investigaciones y esclarecido los hechos respecto a la danza de los millones cuyo origen y destino aún es incierto, pero que ya han tendido un velo inquietante de razonables dudas.

Y a propósito de velos, a partir de mañana los juegos olímpicos atraparán la atención nacional y mundial. Será harto peligroso que las autoridades aprovechen la oscuridad, a la que están tan acostumbradas, para hacer de las suyas y vuelvan a enfrentar a los ciudadanos a una política de hechos consumados, a la que mi gran amigo Marcelino Perelló califica de “sucia, baja, inmoral e inaceptable”.

Cheiser:La BBC reporta que “El interés por adquirir armas de fuego en el estado de Colorado, Estados Unidos, ha crecido considerablemente desde que un hombre asesinó a doce personas en un cine de Denver la semana pasada. Los dueños de armerías hablan de clientes haciendo cola antes de que las tiendas se abrieran el lunes. También han aumentado las solicitudes para tener entrenamiento en manejo de armas de fuego”. ¿Usted entiende? Yo tampoco.

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