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La batalla de Atlixco: 150 años de una hazaña / II de III

Por: Eduardo Merlo

2012-05-03 04:00:00

 

Avanza el ejército de Márquez

 

Sabiendo ya los “imperiales” que estaba en camino un contingente del Ejército de Oriente rumbo a Atlixco, se movilizaron con rapidez, decidiendo dividirse en dos columnas que rodearían a la población, para juntarse en el camino real, a la altura del puente de “Los Molinos” y continuar directamente a Puebla, atacando por el sur y poniente, como lo habían acordado con Lorençez. Por supuesto que sus movimientos no podían ser tan acelerados, dado que eran 7 mil hombres y traían varias piezas de artillería muy pesadas, así como los convoyes de pertrechos y víveres. Su avanzada que estaba fija en Atlixco, revisó los alrededores, no encontrando rastros del enemigo, por lo que envió mensajes al grueso del contingente.

 

Llega el ejército republicano

 

Unas pocas horas antes que los “imperiales”, arribó la columna al mando del general O’Horan, era ya la medianoche, no había modo de descansar y tomar algún alimento, había que actuar de inmediato; como varios de los soldados eran de este rumbo, aconsejaron parapetarse entre las ruinas de la hacienda “La Trapera” y el molino de trigo inmediato, relativamente muy cerca del camino que sale a Axocopan, que queda a un tiro de piedra. Axocopan se levanta en ambas márgenes del río San Baltasar, estando entonces toda la ribera llena materialmente de cañaverales. El general republicano ordenó a sus tropas dispersarse estratégicamente entre las cañas, sin siquiera respirar; con las armas cargadas y listas para disparar cuando se diera la orden. Igualmente se dispusieron las dos baterías, de modo que el fuego se concentrara hacia el camino que sale de la ciudad. La caballería quedó en las afueras de Axocopan, para que no se escuchara ningún relincho que descubriera la operación.

 

Llega el ejército “imperial”

 

La avanzada del grueso contingente que venía desde Izúcar, fue llegando alrededor de la una de la mañana ya del 4 de mayo, la columnas venían al mando del general Cobos y dada la oscuridad reinante, decidieron entrar a la ciudad, donde se encontraron con sus soldados que estaban a cargo y juntos tomaron, como estaba previsto, el camino a Axocopan, para luego dar vuelta hacia el norte. En dicho movimiento era obligado pasar por la antigua hacienda “La Trapera”, que tiempo después serviría para edificar la textilera “El Volcán”.  Cabe decir que Márquez que era el jefe máximo de estos rebeldes, se quedó en la retaguardia, muy lejos de la vanguardia, así que era Cobos el que daba las órdenes y enviaba mensaje a su superior. Márquez alegaba, para no estar al frente, que había recibido un comunicado de los líderes facciosos, donde le comunicaban que presidía la rebelión el general Miguel Miramón, y que éste lo había nombrado como jefe supremo del ejército “imperial”.

 

Arribo del general Carbajal

 

El contingente al mando del general Antonio Carbajal, llegó hasta una barranca con cierta profundidad, que permite atravesarla a través de un puente colonial llamado “De los Molinos”, porque conducía a varios de los famosos molinos de trigo. El punto no está tan cerca de la ciudad de Atlixco, pero es paso obligado, ya que lo contrario obligaría a hacer maniobras difíciles para salvar la barranca y el riachuelo. El general Carbajal distribuyó a su gente entre las matas y fragosidades del terreno, dado que siendo alrededor de las dos de la mañana, la oscuridad era intensa.

 

Comienza la batalla

entre Axocopan y “la Trapera”

 

No es común que tenga lugar una batalla en la madrugada, pero en esta ocasión precisaba a los del ejército “imperial”, llegar a tiempo a las inmediaciones de Puebla para esperar el ataque francés e iniciar el propio como apoyo. Las columnas se dividieron tal y como lo había intuido la zaga republicana, así que alrededor de las tres de la mañana, la columna que pasaba por la antigua hacienda “La Trapera”, quedó a tiro de cañón y los artilleros del Ejército de Oriente, dispararon sin misericordia, el blanco fue perfecto y de inmediato cayeron muchos; nuevos disparos de las baterías y se soltaron los tiros de rifle de ambos bandos, los “imperialistas”, sin ubicar correctamente al enemigo, corrían de un lado y otro, aunque algunos se parapetaron en algunas rocas y contestaron el fuego que cada vez se hizo más nutrido. Realmente se veían las siluetas de los contendientes, cada vez que los cañones disparaban, así como las ráfagas disparadas por los Cazadores de Morelia. Como los cañones de la columna de Cobos venían en los convoyes, no podían bajarlos, muchas carretas volcaron y otras comenzaron a incendiarse, los gritos de dolor se unían a las blasfemias y todo se confundía con el estertor de las armas.

Los patriotas estaban muy bien defendidos por las ruinas de la antigua hacienda y entre las rocas y los cañaverales, así que difícilmente eran abatidos por el enemigo, que a pesar de la resistencia fuerte, estaba confundido, pues en la oscuridad no distinguía entre los propios y los ajenos, mucho menos escuchaba las órdenes de los oficiales, realmente no había posibilidades de dirigir la defensa. La caballería “imperialista” se lanzó contra las ruinas, pero los caballos tropezaban con las irregularidades del terreno y los jinetes caían, para ser abatidos por los de infantería. De pronto, intempestivamente entró en acción la caballería del general O’Horán, lo que acabó de descomponer a los enemigos. Ante la evidente impotencia, a pesar de duplicar en número a sus adversarios, sonó un clarín que tocaba a retirada, los “imperialistas” de inmediato buscaron las veredas y el camino de retorno a Atlixco, donde se unieron a los que todavía estaban acantonados en la plaza, siempre acosados muy de cerca por la caballería triunfante.

Para esos momentos Cobos, que estaba furioso, mandó un propio para que consultara a Márquez, que se encontraba muy lejos; algunos dicen que en Tepeojuma, otros que nada más en la Trinidad, el caso que el general ordenó que se uniera todo el grueso del ejército y se dirigieran hacia los Molinos, con el propósito de cruzar el puente antes que los republicanos les ganaran. Ni idea tenía que ya en las inmediaciones de ese puente, estaba dispuesta la tropa del general Carbajal.

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