2012-02-10 04:00:00
(Introducción a la crítica de la perversidad de la lengua)*
*De la lectura de: El uso perverso de la lengua, Vicente Romano., 2008. www. rebelión.org.
Tan diferentes palabras
se revuelven en el arco y lanza de la lengua,
que su maldad –si la hubiera–
pasa del oprobio al placer del susurro
que suscita el embeleso.
Es fuego ahora
y humedad extrema en un momento.
Es sapiencia y es ignara costumbre
de sometimiento y de reserva
Si precisa y detenida hasta el detalle
la ve Humpty Dumpty,
Alicia, en cambio, la observa
inquisitoria, incierta, ambigua.
Y le contesta su maestro en turno:
La pregunta es saber quien es el que manda.
Y quien ordena es el Destino
o el Olimpo o los Dioses Solares
que hablan a través de nuestros viejitos,
o se impone la astucia del guerrero
o el patriarca tiene la última decisión
y el macho violento no admite interrupciones.
O es el convencimiento del paradigma
o la experiencia que acaudala a la gerontocracia.
Hay universales sin estrellas,
como en lo particular de un jardín
en ocasiones brilla
el lucero del amor a toda lumbre.
Rondan a las letras
pensamientos a veces verdaderos
y otras tantas, los hechiceros
guisan caldos y menjurjes
con ilusiones y mentiras repetidas,
adheridas con la argamasa del pantano.
El verbo es llano y es barroco.
Montañas de raíces yuxtapuestas
se compran o se hurtan o se imitan
para imantar desde un poema,
o desde una prosa diabólica
que se esfuma como se lee
que se come al lector y lo zampa
entero y lo hace bolo con el que se esculpe
un sucedáneo del héroe,
o una trágica paloma bombardeada
por el despecho o por la culpa.
Hay discursos que no concluyen y así son felices,
porque se abren de piernas a otras jergas.
Y hay el texto que pone el candado y el cerrojo
en la fértil catedral de tus paréntesis.
Que no dicte el que confunde
ni nos silencie el que oculta los saberes
impropios de paganos y blasfemos,
para escucharse solo él, como rey ante su espejo.
Que vengan a darnos quienes boca tienen,
la profecía del que no por callado no se expresa,
sino que es un discreto conspirador
de la guerra del pueblo
contra el avaro del lenguaje,
contra el acumulador de flores
y sortilegios para despeluzarnos,
para oprimir nuestros balbuceos
con bozales y bocinas que distorsionan
el sonido de la furia que llevamos dentro.
Que se reconozca el trabajo de pensar y hacer
con el lenguaje un uso directo y honrado
del conocimiento.
Retornemos a la fiesta
y se aposente la cháchara común gozosa,
eco de las aves y con el vertiginoso
encanto de dichos incendiarios
como los fuegos de San Telmo.
Volemos a su tiempo etapas de la historia
con el acuerdo y con actos
de ingenio, sorpresivos y planeados.
Que sea una conversa interminable
y fluida, que haya tertulia sin enrollarse.
Y que en esta vida y no en la del cielo
–aunque también si se pudiese–,
el relato sea anunciador de contentos
y la pronunciación de tu nombre sea un beso
plasmado y dilatado entre labios inteligentes
y con la saliva que saborea los recovecos
de tu memoria en silabada.
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