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¿Editorial patito?

Por: Israel León O’farrill

2012-04-05 04:00:00

A principios de año recibí en mi correo la invitación por parte de una editorial alemana con una filial en España para publicar con ellos material producto de alguna investigación que hubiera desarrollado recientemente. Su interés, según informaba la misiva, había nacido producto de la lectura de un artículo académico que publiqué en el año 2010 en la revista Athenea Digital, de la Universidad Autónoma de Barcelona. Por supuesto, me emocioné bastante al recibir la invitación y ciertamente me sentí un tanto extrañado, pues la persona que firmaba decía haber visto el artículo, pero no me comentaba nada sobre el contenido, simplemente me invitaban a enviarles algo. Cuando contesté el correo, interesado por hacerlo, me sugirieron que les enviara cuanto antes el material que tuviera con el volumen suficiente como para la elaboración de un libro. Mientras revisaba el texto que habría de enviar, un par de colegas me comentaron que tenían sus reservas con respecto a esa editorial, pues habían escuchado cosas negativas de la misma, pero todas se reducían a su poca seriedad. Inmediatamente detuve la edición y decidí investigar un poco más al respecto.

Encontré en la red numerosas referencias a la Editorial Académica Española, la filial española de la VDM Publishing con sede en Alemania, y la gran mayoría eran críticas y advertencias dirigidas a los académicos. El tema central es que ellos publican prácticamente todo lo que se les envía; a la par, que existe la dudosa participación de “editores” que aparentemente están buscando investigadores, pero que, como me confirmó una colega, son contactados lo mismo revisando revistas académicas que memorias y participaciones en congresos. Encontré foros en blogs especializados donde se desarrollan interesantes debates sobre quienes sienten que les fue bien, y a quienes no convence el sistema de la editorial y lo tildan de fraude.

En un blog, el autor –chileno, por cierto– colocó el correo que él recibió y era idéntico al que recibí, salvo que en lugar de decir que habían leído su trabajo en la base de datos de la UAB decía que lo había encontrado en la Biblioteca de la Universidad de Chile; un día antes, según el quejoso, un compañero de la oficina había recibido uno igual, lo que le hizo pensar que se trataba de un fraude. Las personas a favor argumentan que es dificilísimo publicar en editoriales reconocidas y que esta editorial es una excelente posibilidad de hacerlo. Ello también me provocó sospechas, pues, en esencia, no importa si es difícil o fácil, lo que importa es el texto y el procedimiento por el cual es elegido y publicado al final. Generalmente, las cosas no son sencillas por algo.

Al final me decidí por no publicar con ellos por varias razones. Primero, al profundizar en la búsqueda cibernética encontré una nota, publicada como advertencia, en una seria revista académica cubana. El texto titulado “Acerca de una modalidad editorial espuria”, firmado por Luis Carlos Silva Ayçaguer y publicado en la Revista Cubana de Información sobre la Salud, explora el procedimiento y las posibles consecuencias de la existencia de semejante iniciativa editorial. Primero que nada, comenta que la gran mayoría de los textos son tesis, sin que medie ningún tipo de arbitraje por parte de expertos, lo que reduce la calidad y seriedad de las publicaciones. En segundo lugar denuncia que el proceso es engañoso: si el autor decide publicar con ellos ha de enviar en formato Word o PDF la tesis, la editorial decide si lo publica y entonces se queda con los derechos. Los libros se imprimen si existe demanda de los mismos; es decir, no se hace un tiraje específico, sino que si se piden en un mes cuatro son los que se imprimen. La forma de venta es a través de Amazon y otras librerías virtuales, y si se consigue más de 65 dólares al mes el autor recibirá 12 por ciento de lo obtenido. Al creador se le envían unas cuantas copias de su libro y si requiere más –como para su mamá o la tía Eduviges–, pues los tiene que comprar por las vías normales. Por si fuera poco, Silva afirma que los libros no llevan diseño, pues se le pseudo–arma una portada y el contenido se imprime tal cual el autor lo haya mandado con los errores e inconsistencias que podría tener. Aparentemente la EAE cumple todo aquello a lo que se compromete, por lo que no estaríamos hablando de fraude, pero sí de poca seriedad que daña mucho más el ámbito académico de lo que imaginamos. Por si fuera poco, la Universidad Simón Bolívar de Venezuela ha dejado de avalar los textos surgidos de esa editorial, lo mismo que el Conacyt en México, según me informó un profesor de seriedad comprobada.

El problema estriba en que dichas iniciativas demeritan en gran medida el trabajo científico al introducirlo en un sistema netamente mercantil, donde los costos se reducen en perjuicio del conocimiento científico. Claro está que beneficia a muchos malandrines que buscan reportar registros en ISBN en las certificaciones de las que hemos hablado en otros espacios. Ya los imagino frotándose las manos, pensando en la poca inversión de tiempo y calidad que han de hacer y que les producirá jugosos beneficios materiales. ¡Basta ya de banalizar el trabajo científico al rebajar su expresión a estampitas que habremos de cambiar por puntos! Si nuestro trabajo está sustentado y lleva propuesta, seguro habrá quien lo edite, y si es poco serio, bueno, ya está la editorial patito que lo puede publicar.

http://israelleon.wordpress.com/

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