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¿Educación política?

Por: Israel León O’farrill

2012-12-13 04:00:00

 

Una de las agendas más sensibles para el país y que demanda políticas públicas serias es la de la educación; y no se trata de un tema menor, al contrario, requiere ser tomado como prioritario, crucial, urgente. Como lo he comentado en entregas anteriores, la educación  –especialmente la pública– ha sufrido numerosos embates propiciados por políticas educativas diseñadas allende nuestras fronteras y que persiguen capacitar más que educar; aleccionar más que formar. La OCDE, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y cuanto organismo internacional se les ocurra ha opinado sobre nuestra vida educativa y han diseñado los pasos que hemos de dar si es que queremos “evolucionar” y pasar del “sub desarrollo” para llegar a ser un país “desarrollado”. Nuestros gobiernos de cuño neoliberal de los últimos 30 años –lo mismo priístas que panistas– han apostado por una supuesta eficiencia que no ha hecho más que dañar a varias generaciones con discursos vacuos y concepciones del mundo equivocadas. La supuesta economía global y sus maravillas –entre ellas el sentirnos ciudadanos del mundo– hoy cae en estrepitosa picada y antes de que Europa o los Estados Unidos se den por completo en el hocico en la caída, bien nos pondrán a los países dependientes de ellos como colchón para suavizar su caída. En este sentido, la educación se muestra útil pues permite a los ideólogos del vacío esparcir su mensaje estupidizante donde la premisa es ser alto ejecutivo y hace que más de uno caiga en el espejismo de semejante farsa.

No pasa desapercibido para nadie que quiera abrir los ojos, que dicho tema ha sido usufructo de rapaces líderes sindicales y políticos que han centrado su interés en llenarse los bolsillos y medrar a través de privilegios y canonjías; de igual manera, vemos con desesperación que maestros y maestras son presa fácil para acarreos de todo tipo ya a la fuerza so pena de perder puestos y plazas, ya voluntariamente producto de corruptelas y beneficios espurios. Hoy, para muchos mexicanos, el ser un maestro perteneciente al sistema público, es sinónimo de holgazanería, corrupción y formación nula: justo aquello que representa la lideresa sindical Elba Esther Gordillo. Sin embargo, gracias a mi cercanía con la educación he conocido profesores de la SEP de diferentes partes del país cuya auténtica vocación los lleva a vivir penurias diversas para trasladarse todos los días a la escuela que les tocó; que está en la sierra de Puebla o perdida en las áridas regiones guerrerenses; que usualmente es multigrado; que en no pocas ocasiones está en una comunidad indígena y ellos no hablan el idioma. En efecto, supe de algunos que tenían que viajar diariamente de cinco a ocho horas para llegar a la escuela… no había carreteras ni transporte, pero se puede llegar en un camión de Coca Cola o de Marlboro… Paradoja de paradojas.

Nada de lo que digo es novedad en este México propiedad de Elba Esther Gordillo –lo atestigua su constante negociación con presidentes lo mismo priístas que panistas y Peña Nieto no fue la excepción– que no parece amilanarse ante los embates diversos por parte de Televisa y sus enemigos políticos. Hace unos meses, el documental De Panzazo no le hizo absolutamente nada… lo podemos ver en la votación de julio pasado donde, pese a verse involucrado con la “maestra”, el copetudo es ahora presidente. Lo curioso es que en recientes fechas nuestro flamante presidente –sí, el de los tres libros– presentó una iniciativa de reforma constitucional conocida como “Reforma Educativa” y que principalmente propone dar total autonomía al Instituto Nacional de Evaluación de la Educación y crear el Servicio Profesional Docente programa que garantizará que quien tenga una plaza es porque la concursó y quien permanezca lo hará a partir de procedimientos que necesariamente se habrán de relacionar con la primera propuesta. De igual manera, constituir un sistema de Operación y Gestión Educativa, que en conjunto con el Inegi, podría proporcionarnos información exacta de cuántos docentes hay, dónde están y qué tipo de plazas tienen. Por supuesto, la lectura que se deriva de esta iniciativa es que por fin se mejorará el estado de la educación, que se acabará la discrecionalidad en la asignación de plazas –y su venta, por supuesto–, que las evaluaciones tanto a docentes como a dicentes serán verdaderas y que por fin tendremos información veraz sobre el particular. En pocas palabras, Peña le estaría pegando a la Teacher. Bien, eso se puede pensar si sumamos al análisis que el encargado de la Secretaría de Educación tiene poco de educador y mucho de político; y por si fuera poco, ¡es su enemigo político! Ello, repito, nos llevaría a pensar que viene una cargada contra los vicios dentro del sistema educativo. Sin embargo, permítaseme ser escéptico ante semejante iniciativa y, contra todo optimismo –sí, incluido el de la izquierda– vaticinar que se tratará de un fiasco que no tendrá consecuencias reales. Ni Gordillo es La Quina, ni los políticos que llegan en el equipo peñista son novatos en lo que a política y simulación se refiere, es tradición en el priismo. La llegada de Chauyffet indica que se privilegiará la política sobre lo educativo; sin duda, aparentar cambios a fuerza de distanciarse con la lideresa… pero al final, nada pasará. Por tanto, lo que vemos en la iniciativa es más una ficción que auténtica política educativa. Ni hablar, nos acercamos a una sequía educativa disfrazada. 

 

 

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