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¿Democracia?

Por: Israel León O’farrill

2012-05-10 14:15:57

Bueno, finalmente Salinas Pliego fue vencido por el interés popular en el debate del pasado domingo entre los candidatos a la presidencia. El poder fáctico representado por esa televisora fue derrotado por un “programa” poco atractivo y que, por ende, no tendría un ápice de rating.

Podríamos decir que la democracia ganó, que el interés ciudadano se centró en el “sano ejercicio democrático” de la confrontación de ideas; en Francia, la izquierda triunfa llevando la voz de una nimia mayoría –pero mayoría a fin de cuentas– de electores que prefirieron otorgarle el poder ahora después de una elección complicada, pues ninguno de los dos principales oponentes obtuvo más del 50 por ciento de la votación lo que los hizo tener que participar en una segunda vuelta electoral. El debate allá se televisó en ocho canales y se repitió por todo el país a través de la radio y la internet. Dicen los que saben, que fue ejemplar; Vladimir Putin gana las elecciones y se unge como presidente por tercera ocasión –la administración pasada fue primer ministro, que conste– y asume el poder en una suerte de coronación zarista que lleva las voces del electorado ruso; en Grecia, la atomizada votación es sinónimo de que el pueblo sabe lo que hace y elige en función de una acendrada formación democrática y política; en España se da la madre de las elecciones, una en que el pueblo decidió retornar al Partido Popular después de comprender que el Socialista había equivocado el rumbo y con un dejo inusitado de convicción ideológica se decidió por la derecha...

Supongo que a estas alturas, el/la amable lector/a estará confundido o habrá captado ya la ironía detrás del amplio párrafo de arriba. En efecto, estoy ironizando sobre la democracia y las elecciones. Han sido bandera fundamental de los movimientos democráticos en el mundo los comicios abiertos, limpios, donde un electorado informado y comprometido puede ejercer su derecho primordial a elegir quién llevará el liderazgo de su país o su zona –léase el caso del parlamento europeo– con la conciencia tranquila que tiene quien ha llevado una vida en consecuencia con las luchas de millones que han perecido en pos del concepto “democracia”. Sin embargo, hoy vemos que el hecho de que se garanticen elecciones libres en el mundo occidental y moderno en el que vivimos, no significa en lo más mínimo que la sociedad viva en libertad, y mucho menos que asuma su rol en una comunión democrática. Para empezar, el bullicio en torno a Salinas Pliego generó más que interés, quizá morbo; además, hay que considerar que el factor “partido de futbol pitero de atractivo nulo” intervino bastante para que el respetable decidiera cambiar el canal. ¿Qué habría sucedido si se hubiera tratado de un clásico Chivas–América? Por otro lado, el debate se centró en quién tenía más bolas de boñiga para aventar y quién las podría recibir sin hacer gestos... pocas ideas, mucho ataque... por ahí se coló alguien que decía tener propuestas y que, según dicen algunos, podría tener mejor dicción: Quadri, que puede deletrear a la perfección la palabra privatización. Por cierto, nadie le espetó ser producto de la “teacher”. Al final, lo que trascendió fue la edecán sabrosona que “subrepticiamente” se les coló a los organizadores. Claro.

En Europa, las elecciones están siendo reflejo de muchas voluntades y necesidades... y mucha visceralidad. A esos mismos que adoraron en su momento mientras tenían poder adquisitivo –aun cuando estuvieran aplicando políticas claramente racistas, neoliberales y empobrecedoras– los desconocen ahora que hay crisis. Por eso es que lo que se ve en los procesos europeos es la caída de hombres que han decidido apoyar modelos económicos poco democráticos y no la caída de ideologías o partidos políticos. Sí, indudablemente allá también hay poca madurez democrática. Sarkozy y Hollande se dijeron de todo en el debate y acá eso se celebró, pues supuestamente es el ejemplo a seguir en estos ejercicios. Hollande heredará un muladar de país y las presiones de una dura Merkel que no permitirá que Francia la deje sola en las políticas de austeridad que pactó con Sarkozy, no podrá tomar decisiones libremente por lo que el voto francés se irá a la basura; lo mismo podría decirse del triunfo de Rajoy en España: hoy los españoles ven con amargura que la mera alternancia no fue la solución. En Rusia, bueno, o el pueblo no ha entendido lo que significa Putin en el poder –acusado de ser un auténtico malandrín, diversificado y frecuentemente vinculado con la mafia– o hay desmemoria colectiva. Lo que sucede en Grecia es confusión total, no diversidad ideológica. La democracia está llena de vicios.

Lo que los electores a nivel mundial compartimos es la incertidumbre, hastío y un franco sentido de desesperanza al ver que un pilar cardinal de la institución democrática nos lleva a vacuas decisiones que no resuelven absolutamente nada. No es culpa de la democracia ni de sus propios productos; es problema de la punta de facinerosos, inútiles y truhanes que se han aprovechado de ella. Difícilmente podemos imaginar un mundo sin la democracia y sus conquistas, pero es un hecho que no está funcionando y que se requiere fortalecer todo el entramado social para que exista el ciudadano que no sólo tome decisiones el día de la elección, sino que viva y respire democracia con todo lo que implica. Viene difícil la elección del 1 de julio y no sé si estamos preparados.

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