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La voluntad, un arma militar

Por: Rafael H. Pagán Santini

2013-04-17 04:00:00

El problema del concepto de voluntad es el mismo que el del Yo transcendental de Kant; estos conceptos han sido cosificados, y al ser materializados se convierten en entes por sí mismos; toman forma como si existieran. El concepto de voluntad es una necesidad del sistema moral y legal de nuestra sociedad. La volición o la voluntariedad es el estado que junto al de conocimiento de causa determinan la criminalidad de un acto cometido. Un individuo no podría ser condenado si sus actos no fueran voluntarios y concomitantemente con conocimiento del efecto que estos conllevan. Ante la imperiosa necesidad social de obligar moralmente y de juzgar legalmente, la voluntad se ha transformado en un ente dentro del cuerpo social que lo inventó.

Erróneamente, la neurobiología, encerrada en este contexto social se abocó a la tarea de encontrar las bases neurobiológicas de la voluntad, fallando, hasta el día de hoy, en su cometido. No puede hallar lo que no existe, la voluntad y la intencionalidad son efecto del procesamiento de la información que el individuo percibe. Una vez procesado los estímulos internos o externos, ante tal información el cerebro responde haciéndose consiente del hecho y urgido de actuar, algunos llaman este momento tiempo cero1.

Por ejemplo, si tomamos la situación de tener a un individuo en un cuarto, de espaldas a un incendio. Las partículas que se liberan al incendiarse el cuarto entraran en contacto con los receptores de la nariz, estos a su vez producirán un estímulo sobre el nervio olfatorio que acarreará la información hacia la región del cerebro que procesa los estímulos sensoriales, en otra área del cerebro la información se asociará con el conocimiento previo que el individuo posee sobre este respecto y simultáneamente es enviada a la región motora del cerebro para ejercer una acción determinada. Es en este momento que se emite una señal intencionada y voluntaria de “corre o te mueres”, para fines de nuestro ejemplo. En la simpleza de esta narración se ha eliminado muchos de los procesos neuronales que inconscientemente se llevan a cabo antes poder llegar al punto cero.

Este análisis se puede ejercer para cualquier evento que se quiera estudiar, ya sea un estímulo biológico como el hambre o la sed, o un estímulo psicológico interno como lo sería el querer saber. El comportamiento del individuo siempre será dirigido por la sobrevivencia. De no poseer el conocimiento sobre lo que implica un incendio o el humo actuará intuitivamente para salvar su vida. De conocer que implica el incendio y sus consecuencias, sin eliminar la intuición, actuará racionalmente y procederá con conocimiento. Los filósofos han debatido sobre este tema por siglos, no pudiendo llegar a un acuerdo, las razones son las mismas. Si se materializa la intuición como un ente, con propia existencia y de igual forma se hace con la razón, ambas cosas serán incompatibles, pero si se les ve como efectos de los estímulos ambientales que actúan concomitantemente para la sobrevivencia del individuo, perfectamente bien pueden ser explicados y sin contradicción.

El cerebro es un sistema seleccionador que opera mediante uniones neuronales de un variado repertorio no–linear, con eventos ocasionalmente novedoso proveniente del mundo y de auto señales2. En un proceso de elección todos los esquemas de acción se contraen excepto aquel que parece o se siente congruente con el sistema de valores dominantes del organismo. El sistema de valores, aunque inherente al organismo, es modificable por el aprendizaje y la memoria. Por consiguiente, lo que tenemos de frente es una variedad de alternativas donde el proceso de selección inducido genera un efecto de libre selección y un sistema desviado hacia el autocontrol. Estos procesos son llevados a cabo en el inconsciente, pero, aunque el proceso de iniciar una acción voluntaria ocurre en el inconsciente, justamente antes de iniciarse la acción, se requiere la consciencia para aprobar o vetar tal acción3.

La auto–accesibilidad de la información proveniente del inconsciente es dependiente del pensamiento y el pensar es un proceso que tiene un inicio, no hay memoria de que había allí antes de que ocurriera. El cerebro reflexivo consciente no tiene memoria de lo que lo trajo a este estado debido a que cuando ese evento estuvo a punto de ocurrir, tal cosa no existía. La conciencia reflexiva está restringida a la experiencia que se encuentra justamente ocurriendo, aún el tema recordado es puesto en presente.4 Por consiguiente, el inicio de una acción, así como su subsecuente curso, resulta de la competencia de múltiples influencias que arriban concomitantemente a la corteza frontal de diferentes y variados sectores del organismo5. En humanos, las influencias pueden venir del medio interno, el cual es la fuente de los conductores inconscientes. Algunas de estas influencias pueden ganar acceso a la toma de decisiones sin ser checadas por los controles inhibitorios normales de la corteza frontal. En la medida en que no nos damos cuenta de estos conductores, podemos sentirnos libres de ejecutar las acciones que estos determinan.    

Como puede observarse el acto voluntario o la intencionalidad inician en un momento determinado e irán de acuerdo al conocimiento lo valores que el individuo posee. En el proceso de elección todos los esquemas de acción son discriminados excepto aquel que es congruente con el sistema de valores dominantes del organismo. Estos son los valores que actúan en la intuición, los racionales retoman lo innato y añaden el conocimiento aprendido y memorizado, convirtiéndose así en parte del repertorio innato del individuo.

No es casual que algunos países, como por ejemplo, Estados Unidos de Norteamérica, posean escuelas de corte militar desde la primaria continuándose hasta las universidades. En éstas se ofrece el programa Reserve Officers’ Training Corps (ROTC), el cual tiene como finalidad entrenar militarmente a profesionales y mantenerlos en reserva. El cerebro se amolda al adoctrinamiento militar teniendo un efecto directo sobre el sistema de valores, el cual actúa en el ejercicio de la “voluntad”. Cuando el individuo entrenado militarmente desde su infancia tiene que tomar una decisión “voluntaria” lo hace conforme a sus valores. Si a esto le añadimos que estos individuos son los ideales para el programa “Interfaz Cerebro– Computador” (Brain–Computer Interface, BCI), de corte militar, socialmente tendremos Robocops, como los que la Royal Society6 británica desea: “Debido a que el cerebro humano puede procesar imágenes –como objetivos– mucho más rápido de lo que el individuo puede tener conciencia, un arma conectada a un sistema de interfaz neural podría ofrecer ventajas significativas, en términos de rapidez y precisión, sobre otros métodos de control de sistemas”.

El cerebro de estos individuos está secuestrado, podrán decidir pero no elegir. Estos soldados jamás dudarán en accionar un dispositivo que mate a miles de inocentes, entre sus valores no está considerado el dudar de una orden superior. Al igual que Agamenón (héroe de la mitología griega), que no dudó en matar a su hija Ifigenia para liberar los vientos que detenían a su ejército, la fatalidad de la acción de estos soldados no sólo será aceptada por ellos sino deseada, es su deber y ningún precio será alto ante la necesidad de eliminar un obstáculo para la victoria. La voluntad y la intencionalidad de actuar, dónde, cuándo y cómo es contingente al temperamento, al carácter, a la personalidad y la identidad histórico–cultural del sujeto en cuestión. Los conceptos modernos de voluntad, volición o intencionalidad son constructos sociales producto de una necesidad moral y legal, las cuales carecen de un sustrato neuronal.

 

1 FriedI., Mukamel R., Kreiman G., (2011) Internally generated preactivation of single neurons in human medial frontal cortex predicts volition, Neuron; 69(3): 548–562. doi: 10.1016/j.neuron.2010.11.045.

2Gerald M. Edelman, Second Nature, 2006, ed Yale University Press, New Haven and London, p 89–97.

3B. Libet, C. A. Gleason, E. W. Wright, and D. K. Pearl, Time of conscious intention to act in relation to onset of cerebral activity (readiness potential): The of conscious intention of a freely voluntary act, Brain 103: 623–42.

4 Zoltan Torey, The crucible of consciousness, 2009, First MIT Press Edition, Cambridge, MA, USA, p 135–136.

5 Joaquín M. Fuster, Cortex and Mind, (2003) Oxford University Press, USA.

6Publicado en la BBCmundo, el 7 de febrero de 2012

 

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