La creatividad y la cultura olmeca

Por décadas diferentes investigadores han cuestionado la autenticidad de la autoría cultural mesoamericana. Entre la más cuestionada se encuentra la cultura olmeca. Gordon F. Ekholm¹señala que la forma en que se puede explicar la evolución de la cultura olmeca en la región mesoamericana es únicamente por la intrusión foránea. El desarrollo del conocimiento matemático, astronómico, lingüístico y artístico de los olmecas son expresiones culturales que han sorprendido tanto a legos como doctos en la materia. Sin embargo, la intrusión foránea es una de las peores posibles explicaciones al desarrollo cultural olmeca.    

La afirmación sobre la influencia foránea nos orientaría a pesar que los olmecas eran buenos estudiantes y aprendían fácilmente sus lecciones de matemática y astronomía, así como de lingüística y de arte. Diríamos que eran inteligentes. Al día de hoy es muy difícil encontrar alguien que cuestione la capacidad creativa de los olmecas. Una revisión breve de la diferencia entre lo que se entiende tradicionalmente por inteligencia y creatividad nos permitirá comprender cuán lejos está de la realidad la propuesta de educación foránea como origen de la cultura olmeca. Las investigaciones de Joy P. Guilford² han intentado establecer una diferencia entre inteligencia y creatividad. A través de los exámenes convencionales de inteligencia, las personas identificadas con poca creatividad parecen presentar resultados superiores comparados con los más creativos. Este punto, en especial, refuerza la afirmación de Guilford sobre la disociación entre la creatividad y el pensamiento lógico. Sin embargo, en el caso que nos aqueja, los olmecas no presentan esta disyuntiva, ya que son creativos en el pensamiento lógico, inventaron el cero en matemáticas, además, son creadores de uno de los calendarios más perfectos de la humanidad. La creatividad, incluye las cualidades intelectuales de un individuo tales como la capacidad para expresar ideas, su originalidad, la amplitud de intereses creativos y la previsibilidad de logros creativos³. Joaquí M. Fuster⁴, considera que la creatividad es una forma de inteligencia autónoma centrada hacia al futuro. Los objetivos de la creatividad estarían firmemente arraigados al pasado y en el presente. De acuerdo con Fuster, la inteligencia creativa, como toda forma de inteligencia, se desarrolla de otras funciones cognitivas. Su desarrollo se fundamenta en una amplia base de conocimiento, implícito y explicito, adquiridos en el pasado a través de la atención y la precepción, simbolizado por el lenguaje.

De acuerdo con el pedagogo y psicólogo Howard Gardner⁵, las personas son creativas cuando resuelven problemas, crean productos o plantean cuestiones lo hacen en un ámbito de una manera que al principio es novedosa pero que luego es aceptada en uno o más contextos culturales. La creatividad, a diferencia de la inteligencia incluye la categoría adicional de plantear nuevas cuestiones, algo que no se espera de alguien que sea “meramente inteligente, según Gardner. Además, la creatividad difiere de la inteligencia en otros dos aspectos. En primer lugar, la persona creativa siempre actúa dentro de un ámbito, disciplina o arte (no es creatividad en general). En segundo lugar, la persona creativa hace algo que inicialmente es nuevo, pero su contribución no reside sólo en la novedad sino que finalmente su creación es aceptada produciendo algún cambio posterior en el ámbito pertinente⁶. De acuerdo con Fuster, con la llegada de la inteligencia creativa, aquellas funciones cognitivas que ayudaron a construir la inteligencia vienen a ser sus sirvientes. Se invierten y vienen a ser parte de la inteligencia ejecutiva. Mientras que previamente la percepción, la mnemotecnia, la atención y la lingüística eran los fundamentos de la inteligencia ahora también existe la percepción inteligente, la memoria inteligente, la atención inteligente y el lenguaje inteligente.

La evidencia aportada por los estudios de flujo sanguíneo cerebral y de sincronización electroencefálica, apoyan un supuesto razonable al concluir que el proceso creativo consiste de la formación de nuevas unidades cognitivas, esto es, nuevas redes de representación en la corteza cerebral. Además, presentan evidencia de como las estructuras subcorticales límbicas y tronco encefálicas proveen al proceso creativo de estímulos conductores, motivacionales y atencionales. Estas influencias derivan del medio interno y del mundo afectivo, que a su vez entran en contacto con la corteza ejecutiva. Las representaciones corticales resultantes de las nuevas unidades cognitivas provienen, mayoritariamente, del pensamiento divergente en lugar del pensamiento convergente.

La idea clave en la concepción psicológica de la creatividad y, en este caso coincidente con la neurobiología, ha sido la del pensamiento divergente. En las medidas estándar, se considera a la persona inteligente como convergente, individuo que al darle algunos datos o un problema, puede encontrar la respuesta correcta (o, por lo menos, la convencional). En cambio, cuando se da un estímulo o un problema, la persona creativa tiende a hacer asociaciones diferentes, algunas de las cuales, al menos, son peculiares y posiblemente únicas. El pensamiento divergente es libre de las limitaciones lógicas, autónomo y hasta cierto punto es un “flujo de experiencia” que descansa más en la imaginación y menos en la realidad inmediata. En la raíz de este proceso se encuentra la formación de nuevas asociaciones entre las unidades cognitivas viejas.

En un mundo donde la brújula no existe, ni mucho menos los mapas y donde el camino se hace al andar, el ser humano tiene que hacerse de todo lo aprendido, así como de todo lo heredado para sobrevivir. La intuición es la capacidad innata que le ha servido al ser humano para sobrevivir y adaptarse a situaciones que exigen respuestas inmediatas. La intuición sería la encargada de dirigir la toma de decisiones, donde no necesariamente interviene la conciencia o el razonamiento pero donde se tiene como finalidad la supervivencia. Los mecanismos encubiertos de toma de decisiones son la base para la construcción de “predicciones”. Estos mecanismos son los mismos que predisponen a los dispositivos de acción del organismo para que se comporten de una manera determinada, lo que a un observador externo le puede parecer una elección. La experiencia intuitiva primitiva, sin acceso al conocimiento experimental y al desarrollo intelectual, ha sido la base teorías como la de Tolomeo, donde todo gira en torno a la Tierra o como la del vitalismo que explica la vida a través de fuerza etéreas. El mejor ejemplo de la suma de intuición y cognición (o introyección) es el de Einstein, el cual pudo intuir grandes pensamientos a raíz del conocimiento previo que poseía sobre las leyes de la naturaleza.

Al revisar brevemente la historia de los olmecas podrá darse cuenta de las capacidades creativas e intuitivas de esta gran comunidad mesoamericana. Es muy difícil imaginar un intercambio de estudiantes entre los olmecas y el Viejo Mundo. El desarrollo intelectual que esta comunidad originaria poseyó tardó siglos en cuajarse y al día de hoy se sienten sus efectos. Sus expresiones culturales se dieron en el momento en que los “dioses” así lo quisieron, como ellos mismos dirían.

¹Ekholm GF., (1964), Transpacific contacts, en Prehistoric man in the New World, Chicago, Chicago University Press, USA.

²Guilford, J.P., Creativity, (1950), American Psychologist 5: 444454.

³Carlsson, I., Wendt., Risberg, J. (2000) On the neurobiology of creativity. Differences in frontal activity between high and low creativity subjects. Neuropsychologia 38: 873885.

⁴Fuster JM., Cortex and Mind, (2003) Oxford University Press, USA

⁵Gardner H,(1995), Mentes Creativas, Una anatomía de la creatividad, Paidós, Barcelona,3949.

⁶Gardner H. (2001), La Inteligencia reformulada, Paidós, Barcelona, 126127

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