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Quintaesencia

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-06-22 04:00:00

 

El polifacético cirujano alemán Hieronymus Brunschwig (1450–1512), quien era además físico, químico y farmacólogo, publicó alrededor del año 1500 un libro denominado Liber de arte distillandi simplicia et composita, que sería traducido más o menos como “el arte de la destilación de las cosas simples”, que fue un manual de divulgación popular más orientado al público en general, utilizando un lenguaje relativamente sencillo, antes que un documento encaminado a los médicos. Aunque se desconocen las causas de este atrevimiento, muy probablemente se debió a que Brunschwig no buscaba la alquimia como un medio de investigación para transformar sustancias comunes en valiosas como el plomo en oro, o incluso la pesquisa de remedios milagrosos que tuvieran como consecuencia el descubrimiento del elixir de la vida, es decir, una sustancia que brindara la inmortalidad, pues seguramente percibía el riesgo de que sus métodos cayeran en manos de charlatanes o individuos sin escrúpulos que abusando de los conocimientos que formaban parte de los eruditos, embaucaran a individuos comunes y corrientes pero con inquietudes intelectuales. Lo cierto es que este honesto médico seguramente buscaba solamente la creación de medicamentos alejados de las prácticas mágicas y religiosas. En este sentido, su atención se fijaba en los resultados de la destilación, sobre todo de las hierbas.

Narraciones casi poéticas nos llevan de la mano al arte en la fabricación de principios activos que resultan en la obtención de la esencia de los elementos naturales. Pero entonces Hieronymus Brunschwig nos conduce en un texto posterior al concepto de que los cuatro elementos (fuego, agua, tierra y aire) tienen un quinto elemento desconocido pero presente en una forma intangible (es decir, que no se puede percibir con nuestros sentidos) pero real. Es en latín la “quinta essentia” que es el alma, el espíritu, la fuerza, la virtud. Pero estas son cualidades humanas. Ahora me pregunto en qué objeto de sus voluntariosos esfuerzos ubicó la pureza y atributos de los materiales y las plantas para obtener extractos curativos. La duda me lleva a la imagen idealista de un ser humano excepcional pero olvidado de la historia de la medicina, la filosofía, la ética o el humanismo, en un punto donde me doy cuenta de un fenómeno curioso.

Soy médico (más malo que bueno) y trato de escribir con un esfuerzo que de ninguna manera es sobrehumano. Pero mi atrevimiento, que toma tintes alejados del arte poético o literario y que se acentúa en mis torpes conceptos, me hace necesario reconocer en todos aquellos personajes ocultos del periódico La Jornada, desde las personas que llevan a cabo el aseo, las secretarias, los distribuidores y en fin, todos aquellos cuya labor de quintaesencia me proyecta como un protagonista apartado del verdadero trabajo de una edición semanal que no es valorado en la justa medida, porque los nombres de quienes sí trabajan en noches de desvelos innumerables no se inscriben rimbombantemente en la autoría de un texto, que a veces se envía tardíamente y que a tirones y jalones, con un compromiso incondicional, les entregan generosamente a todos aquellos que nos leen. Héroes sin nombre que en un anonimato desinteresado sacan lo mejor de sí día tras día. Podré parecer metafóricamente la tierra, el aire, el agua y el fuego de un artículo; pero la quintaesencia de esto que se lee, surge en el alma de estos individuos que hacen de La Jornada de Oriente el mejor diario que se lee más allá de los amarillismos mercantilistas de “revistuchas populacheras” sin contenidos de valor social.

Vayan estos razonamientos como un agradecimiento pero sobre todo como una felicitación por ese espíritu de entrega que sin poderse calificar con justicia los convierte en los verdaderos protagonistas de una publicación cotidiana que se lee fácil pero que se elabora con esfuerzos de una carácter inimaginable en su complejidad. A todos ustedes, mis amigos, no puedo más que expresarles cuatro palabras: ¡muchas gracias por todo! Y hasta la próxima semana en la que nuevamente tendrán que luchar con estos tecleos infames para que, pese a todo, los artículos salgan a la luz. 

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