Fisiología para niños: gracias a mi cartílago

No sé cuándo fue la primera vez que escuché la palabra cartílago, pero sí sé que es una de las partes de nuestro organismo que solamente recordamos cuando nos duele, sobre todo a quienes nos llegan los años encima y nos vamos haciendo viejos.

Se trata de un elemento de nuestro organismo que se considera tejido conectivo porque “conecta” sobre todo a los huesos uno a otro, de modo que puedan moverse aunque sean muy duros. También forman parte de las costillas, la nariz, las orejas, la laringe (que es el órgano que nos permite emitir sonidos), la tráquea, los bronquios que conducen el aire dentro de los pulmones y los llamados discos intervertebrales, que separan las vértebras en nuestra columna y que permiten una movilidad especial. No son tan duros como los huesos pero tampoco tan flexibles como los músculos.

Hay de tres tipos que se conocen como elástico, hialino y fibroso, dependiendo de la cantidad que contengan de una sustancia denominada colágeno, producida por unas células muy especializadas denominadas condrocitos.

Es muy curioso que no se alimenten a través de la sangre como la mayoría de los tejidos y al no haber corriente sanguínea, crecerán, se repararán y recibirán el efecto de medicamentos para la inflamación en una forma bastante lenta. Por eso cuando sufrimos una torcedura grave a la que se denomina esguince, tarda uno mucho tiempo en recuperarse. Esto podría hacernos pensar en algo estático, sin que sufra cambios significativos, que no sea de importancia y que podemos mantener cómodamente en el rincón más alejado de nuestros olvidos; sin embargo, es increíble cómo pueden sufrir variaciones a lo largo del día y de la noche. Cuando estamos parados se aplastan y cuando nos acostamos se alargan, de modo que los adultos al levantarnos, somos más o menos ¡seis milímetros más altos que cuando nos dormimos en las noches! También por eso, conforme pasan los años, vemos que los ancianos se hacen pequeños y nos llenan de sentimientos de ternura pues se vuelven vulnerables y de una apariencia muy especial.

Hay cosas inimaginables de los cartílagos, como por ejemplo que al hervirlos con agua muy caliente, pueden hacer uno de los alimentos que más me gustan pues son golosinas nutritivas. Se trata de las gelatinas que se hacen de huesos triturados, generalmente de patas de animales obtenidos con reses, cerdos y pollos. Cuando supe esto, dejé de comer gelatina por más de una semana pero cuando supe que otra golosina llamada gomita o gominola se hace también así, pues la verdad se me olvidó cómo se hacían y preferí hacer a un lado estas pequeñeces de elaboración y mejor disfrutar de estas delicias.

El cuerpo humano tiene más de 100 articulaciones y es por ellas que nos podemos mover con una amplitud maravillosa que alcanza su más espectacular representación en las personas que bailan, hacen gimnasia o los actores de circos; aunque hay articulaciones de movimientos limitados como las de la columna vertebral o definitivamente fijas como aquella que se puede sentir en la punta de la nariz.

Su desgaste con la edad produce un problema que se llama Osteoartritis que además de doloroso es muy limitante, pues provoca que los huesos se froten entre sí ocasionando hinchazón, deformidad y malestar.

Los deportistas generalmente son quienes más sufren de problemas en los cartílagos por los tremendos esfuerzos a los que someten sus articulaciones; sin embargo, esta parte de nuestro cuerpo debe ser cuidada por todos. De otra manera (mientras no existan máquinas que puedan elaborarlos artificialmente) podemos llegar a tener problemas de dolor tan grandes, que incluso nos pueden tener sometidos a la tortura de una inmovilidad definitiva.