El Día Internacional de las Niñas

Cuando uno analiza las festividades y los homenajes se nos deja caer un sentimiento de exageración. A veces se llega al ridículo en el día del compadre (como si no se “chocaran” las copas en cada ocasión en la que se visita al padrino de alguno de nuestros hijos); el día del amor (brindando una manifestación de cariño una vez al año en lugar de hacerlo cotidianamente); el día de la familia (propuesto por el ahora ex presidente Vicente Fox, quien tiene una de las familias más disfuncionales que puedan existir); el día del trabajo (en el que nadie trabaja); el día de la paz (cuando lo que prevalece en todo el mundo es la violencia cotidiana), y así podríamos enumerar infinidad de fechas que al parecer se establecen simplemente como pretextos en los que menos se explican las razones o las causas que motivan la denominación de una fecha a manera de conmemoración.

Sin embargo, el 11 de octubre fue designado el Día Internacional de la Niña por una resolución aprobada en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 19 de diciembre del año 2011. A diferencia de otras celebraciones llamó poderosamente mi atención el hecho de que la primera observación para conmemorar giró en torno al problema que se genera cuando se violan unos de los principales derechos humanos proponiendo matrimonios en niñas a etapas tempranas, interrumpiendo literalmente todo lo que implica la infancia en su más pura expresión; además, de la paralización de la educación, se incrementa en una forma exponencial el riesgo de violencia extrema, el abuso feroz, la limitación en hallar oportunidades de desarrollo físico, emocional, intelectual y psicológico y toda una cantidad de factores que limitan la posibilidad de encontrar una pequeña o mínima facultad para ser feliz.

Las estadísticas son terribles. Alrededor de un tercio de las mujeres entre 20 y 24 años se casaron antes de cumplir los 18 años, y de éstas un tercio lo hizo antes de los 15. Estos matrimonios infantiles son una consecuencia de embarazos no deseados precisamente porque se dan en etapas demasiado prematuras, lo que incrementa el riesgo de que las niñas se enfrenten a peligros de perder hasta la vida. Como se podrá imaginar, la cifra de mortalidad por complicaciones del embarazo, parto y puerperio es inimaginable en los países pobres. Obviamente, evitar uniones maritales en edades tempranas representa una buena forma de prevenir todos los aspectos negativos enumerados, situación que también tendría como impacto una disminución en riesgo de infecciones de transmisión sexual como Sida; Infección por el Virus Papiloma Humano; Hepatitis B y C, y Herpes tipo II, así como sífilis, blenorragia, tricomoniasis, candidosis y un largo etcétera.

Por eso la ONU ha planteado como edad mínima para el matrimonio los 18 años; promover la equidad de género en la educación primaria y secundaria; impulsar los derechos para las niñas e incrementar sus oportunidades de desarrollo; apoyar a aquellas que ya estén casadas y, por último, brindar un refuerzo especial que no solamente vaya más allá de la discriminación de género y el valor reducido que se da en una crítica social mordaz por engendrar a edades tempranas.

A final de cuentas, la naturaleza humana es biológica y de este modo, todas las niñas se encuentran en riesgo de sufrir esta problemática, así que en lo particular sí celebro con emoción el día Internacional de las Niñas, y por supuesto me uno al esfuerzo de difundir el significado de la fecha para romper con prejuicios y fomentar la educación en este grupo tan vulnerable de la sociedad.

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