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El Big Bang

Por: José Gabriel Ávila Rivera

2012-08-03 04:00:00

Se atribuye al estadounidense Edwin Powell Hubble
el concepto de un universo en expansión, lo que
hizo que se le considerara incluso actualmente el
padre de la cosmología observacional

Existe un efecto en la física que se denomina Doppler que fue descrito por el matemático y físico austriaco Christian Andreas Doppler (1803–1853).

Todos lo hemos percibido cuando un vehículo que emite un sonido o ruido cambia en la medida que se acerca o se aleja de uno, pues el movimiento comprime el aire y provoca un cambio en la frecuencia de las ondas sonoras. Algo parecido sucede en el universo que puede ser observado en las galaxias, teniendo un cambio de color en la medida que se alejan de su centro.

Este fenómeno lo dedujo el sacerdote católico y astrofísico belga Georges Henri Joseph Édouard Lemaître (1894–1966), lo que hizo que planteara una brillante conclusión: el universo no es estático y se encuentra en un movimiento que se puede demostrar a través de ecuaciones matemáticas aplicadas a la física. Sin embargo, se atribuye al estadounidense Edwin Powell Hubble (1889–1953) el concepto de un universo en expansión, lo que hizo que se le considerara incluso actualmente el padre de la cosmología observacional, opacando para la historia los logros de Édouard Lemaître, aunque en definitiva, Hubble y sus contribuciones a la astronomía y astrofísica definitivamente lo colocan como uno de los astrónomos más influyentes en la actualidad.

Es curioso que la explicación de un universo dinámico proviniese de un sacerdote católico (lo que podría considerarse una contradicción a la idea de la creación divina con un cosmos inmutable). También es notable la adjudicación de estos conceptos a Hubble cuando ya había evidencias de la descripción previa de este descubrimiento, aunque tampoco se puede afirmar que hubiese un plagio intelectual. Sin embargo, existe otro dato anecdótico. El concepto de “Big Bang” proviene de uno de los más acérrimos censuradores de esta teoría.

Resulta que el astrofísico inglés Sir Fred Hoyle (1915–2001) planteaba la teoría del estado estacionario del universo y en tono de burla, expresó en una ocasión que hablar de la dinámica del cosmos era como si se expresara el origen del universo como una simple gran explosión o Big Bang, término que se ajustaba muy bien a lo que todos podemos percibir cuando en los juegos pirotécnicos, una detonación de pólvora, provoca un fenómeno bastante similar a lo que está sucediendo en el cosmos.

En efecto, los orígenes del universo no pueden plantearse como una explosión sino a través de un efecto brusco, en una especie de descarga, de dimensiones inimaginables que, a diferencia de los estallidos, crean materia en lugar de tener efectos destructivos. Sin embargo, las dudas sobre los inicios primigenios y lo que va a pasar después, constituyen unas de las grandes cuestiones cosmológicas y nos llevan a una serie de polémicas inquietantes.

Por lo pronto, ya está plenamente demostrado que los objetos estelares que se perciben en una forma más alejada de nosotros lo hacen a mayor velocidad que los objetos cercanos (como sucede en una explosión) lo que ha también permitido estimar la edad del universo. Hasta hace poco tiempo se pensaba que tenía más o menos 15 mil millones de años de edad; sin embargo, las nuevas investigaciones han revelado que el cosmos tiene realmente entre 9 o 10 mil millones de años de existencia. Me parece realmente sorprendente que de un golpe puedan quitarse así como así tiempos de dimensiones impresionantes, pero esto es la cosmología y la ciencia en general, con una capacidad libre de prejuicios, para corregirse a sí misma independientemente de las consecuencias. No se trata de polemizar con respecto a la idea creacionista que fomentan las religiones. Cada quien es libre de pensar lo que quiera, pero la demostración de que cuerpos celestes se alejan es algo ya determinante e incontrovertible.

A este respecto es mucho más fácil descansar en el plano de la ignorancia y evitar cualquier cuestionamiento que hacerse preguntas de las cosas y sucumbir al vicio de la incertidumbre filosófica.

Por lo pronto, yo me siento más feliz aceptando mi ignorancia, pero luchando en contra de ella, que ubicado en un plano de conformismo vital, pues así, es seguro que se dejan de percibir, verdaderos prodigios de nuestra existencia, aunque también en definitiva, la vida se vuelve mucho más tranquila.

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