Ciudad herida

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) se conoce como herida a la “perforación o desgarramiento en algún lugar de un cuerpo vivo; golpe de las armas blancas al herir con ellas; ofensa, agravio; aquello que aflige y atormenta el ánimo y finalmente al lugar donde se abate la caza de volatería, perseguida por un ave de rapiña” (se entiende por volatería a la cacería llevada a cabo, por ejemplo, con halcones). Va esta definición para vincularla con lo sucedido a últimas fechas en la ciudad de Puebla, en un proceso de supuesta “modernización” que realmente está dando como resultado un ataque verdaderamente demencial a edificios antiguos.

Dolorosas acciones que afectan directamente a los sentidos y sentimientos cuando vemos el derrumbe de casas en una forma evidentemente vertiginosa, para dejar fachadas que pretenden ocultar sin lograrlo, estacionamientos para automóviles, por solamente citar un ejemplo. Depredación cultural que borra insensatamente los vestigios históricos de una ciudad que con sobrada justificación fue orgullosamente declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1987, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, mejor conocida como la Unesco (por sus siglas en inglés).

Vale la pena aclarar que este organismo tiene dentro de sus fines establecer catálogos y estrategias de preservación de sitios con jerarquías naturales o culturales que, por ser excepcionales, representan una herencia común para toda la humanidad. Este año de 2012 tiene un listado de 962 lugares de los cuales 745 son culturales, 188 naturales y 29 mixtos.

La primera posición la tiene Italia, seguido por España, China, Francia y México en un honroso quinto lugar a nivel mundial. Uno de los últimos ataques a Puebla se generó con la demolición (sí… leyó usted bien) de la “Casa del Torno”, que en el siglo XVIII hospedó a comerciantes que llegaban desde Veracruz y México y que contribuyeron para posicionar a la ciudad como un punto de referencia de importancia capital en el desarrollo económico, social y político del país. Quienes solemos caminar por las calles y ver cómo se desarrolla esta devastación puntualizamos la definición de la RAE sobre estas heridas en Puebla, que perforan y desgarran; que golpean, ofenden y agravian generando aflicción y un verdadero tormento. Pero lo más grave es lo que hay detrás, y que se vincula con la volatería, en una voraz actitud que caracteriza a las aves de rapiña.

Los mexicanos ya acostumbrados a la impunidad difícilmente lograremos un castigo para los responsables de estas atrocidades urbanas; sin embargo, existe la probabilidad de que la Unesco retire el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad, y entonces sí se generará una masiva destrucción histórica que solamente legará como herencia a las futuras generaciones, una amnesia insensata que alejará los sentimientos de orgullo, satisfacción, deleite y encanto de vivir en una ciudad digna de ser conocida por cualquier ser humano.

Es urgente manifestarnos en contra de estos proyectos absurdos que en un afán de generar dinero, sacrifican lo esencial. No podemos permitir que la Heroica Puebla de Zaragoza sucumba ante la brutalidad de políticos ignorantes que no pueden ver más allá de sus intereses particulares, dejándonos a la mayoría en total indefensión.