#YoSoy132

Conseguí una playera del #YoSoy132 hace nueve días en el Distrito Federal para marchar con su contingente en el cierre de campaña de AMLO. La conseguí con ellos mismos que las vendían por una cuota de recuperación. Caminé, bailé y ondeé nuestra bandera, feliz junto a ell@s por un buen tramo de la Reforma y después por la avenida Juárez. Llegamos hasta enfrente de Bellas Artes porque no se podía pasar más allá. Estaba abarrotado pero nadie se quejaba. Pusimos plásticos en la calle y nos sentamos, y algunos se acostaron, a esperar el discurso de cierre de campaña.

Ese día, por la noche, regresé al edificio donde me hospedaba. Iba emocionada por el acto y la compañía fresca, alegre y energética de los jóvenes. Junto a ell@s, me sentí ell@s. Y me volví ell@s. Y estoy con ell@s. Desde que surgió el #YoSoy132, después del 11 de mayo, me les uní, a su dinámica, a su causa y a su proyecto. Y los sigo. Desde mi trinchera los apoyo. 

Ese día, al tomar el elevador para irme a descansar, se abrieron las puertas y salió un joven con su padre ya mayor. Esperé a que pasaran y nos cruzamos en el camino. Al entrar y darme media vuelta para tocar el botón del piso al que iba, el joven me miró y con una sonrisa cómplice, con alegría en sus ojos, y con gran energía levantó el dedo gordo de su mano derecha en señal de “¡bien!”. Fue una muy agradable sorpresa la actitud del muchacho, pero también entender, y aceptar, que los adultos también requerimos la aceptación de los jóvenes al unirnos a sus causas, obedeciendo lo comandados por ellos mismos, por su propia manera de ser y su maravillosa juventud que nos marca el paso, y dan la bienvenida por lo que hacemos CON ellos.

Esa fue la primera. La segunda fue ayer. Aquí en Puebla. No me había tocado antes. No había visto que en una manifestación, que detiene y desvía el tráfico y molesta a transeúntes, reciba aprobación, aplauso y felicitación de la gente ahí presente. Que los automovilistas no reprochen el desvío. Y se les abra paso para que sigan en su marcha. Por igual adultos, niños y viejos felicitaban a los jóvenes. Por igual ricos que clases medias y pobres. 

¿Qué nos brindan estos jóvenes a quienes estamos con ellos? Hablo por mí: identidad, pertenencia, ganas de cambiar las cosas y salir adelante. Compañía. Desempolvo de la esperanza. Sentir que una no está sola en sus convicciones y certezas al igual que en las propias luchas internas. Un sentido de vida que las cosas pueden ser diferentes en lo social. Alegría en el interior de que no tenemos que conformarnos con lo que es tradición en nuestro país y se ha vuelto descaro. Y donde muchas personas han encontrado su zona de confort, no porque les beneficie, sino porque hay que mirar para otro lado. Porque es cómodo (aunque te joda).

Gracias jóvenes y no tan jóvenes por el #YoSoy132. Gracias a todos quienes pertenecemos. Aquí vamos y tenemos que seguir. Desempolvaron mi alma.