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Me la imagino...

Por: Alejandra Fonseca

2012-04-27 04:00:00

Lo imagino: “muchacha joven y modesta, buena presentación, con ganas de trabajar y disponibilidad de horario, sepa leer, escribir y hacer cuentas”. Fue seleccionada para atender mujeres de todas edades que podían pagar los precios de los atuendos, que eran caros para ella, muy caros para el sueldo que devengaba y mucho más caros para la economía de su hogar.

Me la imagino en los ires y venires, del: tráeme una talla más chica..., la misma blusa pero en color azul turquesa..., mejor el pantalón de mezclilla strech... La muchacha agradable a la vista y de cuerpo esbelto, al ver la pasarela de las clientas, una tras otra, posando para lucir la ropa, empezó a preguntarse por qué ella no podría usar una de esas blusas para verse tan bonita como muchas de las clientas.

La imagino en alguna ocasión, al terminar su jornada, después de haber puesto la ropa en su lugar y limpiar piso y estantería para el día siguiente, tomó la blusa que le había encantado, se metió al vestidor, retiró la playera del uniforme de la tienda y se la probó. Se miró al espejo y salió a realizar la pasarela que las clientas hacían en el pasillo de los probadores. Verse como modelo de revista. Iluminarse su rostro por lo bien que le entallaba la blusa resaltando las dotes de su cuerpo. Gustarse, gustarse mucho. Pero al buscar la etiqueta y ver el precio, desmoralizarse. No poder pagarla ni con su mes completo de sueldo.

La imagino triste y apurada por los gritos de sus compañeras que ya iban a cerrar, entrar al vestidor, quitarse la blusa y colgarla en su gancho. Salir apurada y tragarse su desconsuelo por la imposibilidad real de adquirirla. Pero en su camino a casa, hacer planes para apartar la blusa e irla pagando poco a poco. La imagino al día siguiente intentar hablar con la cajera para decirle que le guardara la blusa donde nadie la viera para pagarla poco a poco, pero no pudo, por lo que tomó el artículo y lo apartó donde nadie lo encontrara. Después de un día agitado, al cerrar la tienda y ver que la blusa seguía ahí, se le hizo fácil meterla a su bolsa discretamente. Era la mejor solución al problema de la adquisición y apurarse a salir del local.

Me la imagino siendo detenida por los policías del centro comercial al sacar la blusa de su bolsa. La vi ser llevada por los pasillos del centro comercial con la blusa al aire y las manos esposadas por la espalda. La metieron a la patrulla. La imagino en el Ministerio Público sentada declarando. El impacto de la noticia para sus familiares.

Me imagino que ella, algún día, se dará cuenta que ese fue el momento donde se empezó a dar cuenta de la gran injusticia de un sistema que la pone a trabajar en una tienda de ropa que ella no puede pagar ni con el salario de dos meses completos.

Sí, claro, claro que sí me la imagino...   

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