Después de los furiosos, ¿adónde vamos ahora?

La de “Rápidos y furiosos” no es precisamente la serie más arty acuñada por Hollywood en su historia, pero mucho debe significarle al público si llegó ya a su sexta entrega. Todo empezó en 2001 con Rápido y furioso (The fast and the furious), de Rob Cohen, con un presupuesto “mediano” de 38 millones de dólares. Seguro ganó dinero, porque en 2003 apareció +Rápido+furioso(2 Fast, 2 furious), de John Singleton, con presupuesto de 76 millones de verdes. Más ganancias; así pues, en 2006 estrenó Rápido y furioso: reto Tokio (The fast and the furious; Tokyo drift), de Justin Lin, ya con presupuesto de 85 millones de dólares. Para 2009 tuvimos Rápidos y furiosos(Fast & furious), también del taiwanés Justin Lin y de nuevo con 85 millones en recursos. Después vendría, en 2011, Rápidos y furiosos 5 (Fast & furious 5), por igual de Justin Lin, pero ahora con tres cifras de presupuesto: 125 millones. Y por fin, en este mayo de 2013 ha llegado Rápidos y furiosos 6(Fast & furious 6), del avorazado Justin Lin, sin que su costo se haya confirmado oficialmente. Desde luego, los fans de la serie han corrido a verla; pero a quienes no lo somos, a estas alturas del partido ya nos cuesta trabajo ubicar qué eventos pasaron en cuál de las respectivas cinco primeras entregas. Si acaso uno está seguro de que, en las cinco anteriores, todos andaban como tensos y a las prisas; un estado de ánimo ideal para nutrirlo trepados en llamativos autos turbo.

En Rápidos y furiosos 6 la pandilla anda desperdigada por el mundo, todos retirados y millonarios después del gran golpe de Río de Janeiro. Pero la aparición de unos mercenarios –conductores letales, hi–tec– hace que Hobbs (Dwayne Johnson) busque a Dom Toretto (Vin Diesel) para que reúna al clan y juntos enfrenten a los mercenarios, cuyas actividades globales amenazan la estabilidad del mundo entero. Cuando Toretto está por decir “no”, Hobbs le muestra una fotografía reveladora: Letty (Michelle Rodríguez) –la pareja de Dom, fallecida en una operación anterior– inexplicablemente es parte de la banda de criminales. Además, surge la oferta: en caso de éxito, Toretto y todos los del grupo serán perdonados y podrán volver al país. Lo que sigue de ahí es la persecución y el épico enfrentamiento contra los malísimos, con los mismos y conocidos recursos de todos estos años: archi–veloces autos modificados, habilidad sobrenatural para conducirlos, violentas peleas cuerpo a cuerpo (que más parecen coreografías), resistencia increíble a colisiones mortales por necesidad, y una infame puntería al disparar, pues independientemente del arma usada nadie consigue darle a alguno del clan Toretto, aunque en la película hay una inesperada excepción (que sólo confirma la regla). Así, Rápidos y furiosos 6 no sólo es (por supuesto) predecible, sino que es ya declaradamente cansina, a pesar de los esfuerzos, a lo largo de la serie entera, de superarse a sí misma en todo y por todo. Un intento crecientemente riesgoso, porque cada nueva ocurrencia ya no para en lo descabellado, sino marcha francamente hacia lo imposible. Y como antes dije, podrán celebrar eso los fans de R&F, pero no quienes no lo somos. Y sí: habrá una 7a. entrega en 2014, ya perfilada en la secuencia final de créditos de esta #6, por cortesía de... Jason Statham. Que dios nos agarre confesados, o al menos rápidos y furiosos.

Cambiando de tema, ya no tardan Gatsby, de Baz Luhrmann, ¿Qué pasó anoche 3?, de Todd Phillips, y Después de la tierra, de M. Night Shyamalan. Es decir, eso que por su expectativa comercial interesa a las distribuidoras. Pero me pregunto qué pasa con ¿Y adónde vamos ahora?, de Nadine Labaki, ganadora de premios en Cannes, Toronto, San Sebastián y otros festivales. Estuvo unos días en sala VIP, pero sin alcanzar una verdadera corrida popular. Ojalá que alguien se acuerde de exhibirla.