Acceder, acrecentar y conservar. Son principios que los millennials aprenden, vía streaming, para convertirse en la nueva clase política. En el futuro inmediato Tlaxcala se gobernará como realidad virtual.
Netflix es la nueva alma máter universal de la generación. La izquierda es pionera en mostrar que el plagio se incorpora como parte del plan de estudios. La corrupción se ha formalizado como elemento central de las campañas.
Para que nadie extrañe el cemento que une al edificio de la política, la experiencia fue lanzada por quien ha logrado trasladar la realidad virtual a la real. Fue edil de un ayuntamiento, en donde designa a su madre como directora del DIF. Luego la hace candidata y presidenta municipal.
Con esta evidencia se busca ampliar el área de influencia. Del municipio se pasa al distrito electoral. Por México al Frente, coalición formada por los impolutos PRD, PAN, MC y PAC, cobija y promueve esta nueva forma de hacer política. Por aquello de que todo se vale.
Para complementar la currículo de los políticos millennials deben incorporar como unidades de aprendizaje estas series: The West Wing (1999), Borgen (2010), Boss (2011), Veep (2012), Scandal (2012).
No pueden dejar a Marseille (2016) porque amplía el espectro. Es la experiencia europea a nivel municipal. Tampoco pueden obviar El mecanismo (2018). No solo porque tiene como escenario la vida pública de una ciudad latinoamericana, sino porque es un adelanto de lo que está sucediendo en Brasil.
Todas ellas son “obras de ficción inspiradas en eventos reales”. En Tlaxcala, la actualización y capacitación política permitirá operar, pero al revés. La entidad podrá dirigirse como realidad virtual y cada ciudadano será un avatar.
El tema central de todas las series evita la lectura. Los millennials también quieren ser amados o temidos. Esta es la mejor forma de aprender los consejos que Maquiavelo da al Príncipe para acceder, acrecentar y conservar el poder.