Este fin de semana, a las carteleras de cine comercial en Puebla entró Los ojos del mar, una película estrenada en 2017 en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara que contó con la producción ejecutiva de Alejandro González Iñárritu y la dirección de José Álvarez.
Los ojos del mar, describe su director, es una cinta que tiene que ver con la resistencia, con la fortaleza, con la búsqueda del sentido y la razón de la existencia, todo ello a través de Hortencia Pérez Rocha, una mujer oriunda de Tuxpan con un pasado tormentoso, que emprende un viaje, lo mismo por mar que por tierra, para recuperar testimonios y recuerdos de la tripulación de un barco pesquero que naufragó hace cinco años en los mares veracruzanos.
En esta cinta que también se presentó en los festivales de Guadalajara, La Habana y en el Documentary Fortnight del Moma, en Nueva York, poco a poco el viaje se convierte en una reflexión sobre el sentido de la vida y de la muerte, construida a partir de las mitologías y anhelos más íntimos de las personas con las que Hortencia se cruza.
La protagonista, mejor conocida como La Morena, es una mujer que es ejemplo de lucha incansable. Animada por la necesidad que tiene la niña Arlet de comunicarse con su padre que no ha vuelto del mar prepara una ofrenda en la que se mezclan ingredientes espirituales, religiosos y chamánicos, con un valor ceremonial y sagrado que se convierte en un espacio para la reflexión propia y un consuelo.
En ese camino, Hortensia emprende la dolorosa tarea de recopilar los recuerdos y las cartas de los familiares de aquellos náufragos. Con ellos, inventa una ceremonia que permitirá darle un espacio material y geográfico a la ausencia de los desaparecidos, ponerles una cruz, una tumba, un cementerio marino, para cerrar el círculo entre la vida y la muerte.
“Los ojos del mar es un viaje en el que somos parte de la tripulación. Este barco que fue hecho en los astilleros del destino, navega sobre circunstancias y accidentes entre las olas del tiempo. Las fauces del mar son como las redes inciertas que a su paso todo lo devoran. Una metáfora para la vida y para nosotros, que podríamos en cualquier momento caer en sus garras”, dice el director.
José Álvarez añade que en este caso, el mar representó un escenario ideal para la reflexión, “para estar en un viaje interior, para colocar en su lugar los miedos, la fe, los recuerdos, las culpas; también para estar más cerca de lo incomprensible, de lo grandioso, para saber que en el mar aún lo muerto está vivo”.
“Siempre he pensado que, como en un juego, todos estamos echados a la inapelable suerte de dios, y que solo hay un camino para dar esta batalla de resistencia que depende de la fortaleza de espíritu, de lo que estamos hechos, de ir encontrando el sentido y la razón de la existencia, de cómo irse apartando del miedo, de ir forjando un objetivo para alcanzar la justificación de los actos –aparentemente equívocos e incomprensibles– en los que la naturaleza nos coloca”, reflexiona el cineasta mexicano.
Destaca que Los ojos del mar es el tercer filme del documentalista José Álvarez. Su primer cortometraje fue Venus que obtuvo diversos reconocimientos, nacionales e internacionales en los festivales de Morelia, Rotterdam y Toulouse; luego le siguió el largometraje Flores en el desierto, un filme sobre los indios huicholes que se llevó la Mención especial a largometraje documental del Festival de Morelia, y participó en la competencia oficial de Hot Docs y Cine Latino, entre otros festivales.
Para 2011, vio la luz su segundo documental Canícula que recibió el Premio FIPRESICI en el festival de Tesalónica, el Premio SIGNIS en Cine Latino, y el Premio del Jurado en el Riviera Maya Film.
Ahora, Los ojos de mar, fue producida por Julio Chavezmontes, Ingmar Trost, Sumie García y el propio José Álvarez, producida ejecutivamente por Alejandro González Iñárritu, con la fotografía de Sebastián Hofmann, la edición de Diego Rivera Kohn y Yibran Assaud, el sonido cuidado por Martín Hernández y la música a cargo de Martín Delgado.