Miércoles 26 de marzo de 1986. Dos días antes, cumplí 25 años de edad y casi puedo decir con exactitud lo que me encontraba haciendo en ésos momentos. Combinando la universidad con el trabajo en el rancho familiar, antes de las prácticas de cirugía en las noches, preparaba el reparto de leche en Río Yaqui, de la colonia San Manuel, cuando la familia Hermoso me abrió sus brazos cobijando una amistad que jamás pude haber imaginado que iba a ser como hasta ahora en su trascendencia, magnitud, dimensión ni duración. No me daba ni constituye un motivo de vergüenza haber sido lechero. Ignacio Hermoso Ruiz se divertía mucho expresando que era un lechero ilustrado. Para el viernes 26 de marzo, pero de 1993, hace 25 años, no puedo describir lo que sucedía en el naciente Aldebarán Grupo Médico, pues para ésas fechas, como docente en la escuela de medicina, apoyaba a mi maestro Antonio Cruz López en la secretaría académica y con una carga de clases en cinco materias que abarcaban Virología, Bacteriología, Parasitología, Micología y Dermatología, no sentía cómo pasaban los días en una actividad frenética, preparando clases, apoyando en casa, disponiéndome para presentar el examen nacional de residencias médicas, del que, dicho sea de paso, obtuve el segundo lugar nacional, y eso sí, siempre escuchando música. Pese a esto, nunca rompí la comunicación con Nacho Hermoso Núñez. Nos teníamos una admiración mutua y no por lo que hacíamos sino por la amistad que alimentábamos. Terminé la residencia y ya teniendo una plaza de trabajo en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, fue cuando sucedió el milagro. Una llamada telefónica de Nacho, provocó una cita a los pies de la Ginecología en el bar La Concordia, donde puntualizamos que él deseaba mi inclusión en su equipo de trabajo. Llegué un once de marzo, a las once de la mañana y con toda formalidad, pero en medio del trabajo, me presentó con todos.
Desde ése momento hasta ahora, lo que nos ha caracterizado, al margen del quehacer, ha sido el apoyo, la solidaridad, el aprecio y la amistad. Las secretarías, son mis secretarías, pues conocen mis más íntimos secretos. Lo más sórdido de mi naturaleza y lo más decoroso de lo que soy, ellas lo saben. Me cuidan cotidianamente. Están atentas a mi bienestar. Nuestra Contadora, se ha brindado a plenitud, enarbolando el estandarte de la honestidad y la verdad, con una conducta íntegra que representa el ejemplo más claro de que, lo que se hace bien, comienza y termina bien. La persona encargada del aseo y quien cuida del jardín, trabajan en más de lo que les corresponde. Ponen, en el empeño de la labor cotidiana, ése “extra” que hace de estos espacios, algo más satisfactorio y bello que lo material. El archivo clínico es llevado con un folio que debe abarcar ya alrededor de 30 mil pacientes vistos. En el área médica, es sorprendente que se atiendan a personas, no solamente del estado de Puebla sino prácticamente de toda la República Mexicana e incluso del extranjero. En farmacia, aunque siempre se ha planteado que es independiente, desempeñan el trabajo con una atención que no se circunscribe solamente a entregar lo indicado en las recetas sino que en un trato personalizado, se explica a cada persona cómo es que deben cumplirse las recomendaciones en la mejor forma, para poder tener éxito en un tratamiento.
Por último, las decisiones fundamentales que sustentan la puntualidad, la constancia, la paciencia y sobre todo la confianza, recaen en la familia Hermoso Galina quienes en un voto de solidaridad, no solamente han brindado la libertad en el actuar de todos sino que se han sumado a un proyecto de trabajo en una forma más que generosa, asegurándose del bienestar de todos, en las buenas y en las malas pero sobre todo, en la salud y en la enfermedad.
Todo lo anterior está basado en lo que denomino la mística de un trabajo, que para muchos es incomprensible pero que para nosotros es claro. No hay secreto alguno pues nos guía un ímpetu ejemplificado en la imagen de Ignacio Hermoso Núñez, quien en un inicio desarrolló el sueño de crear algo más que una empresa y que ahora, como resultante, lo que existe y vive, es una gran familia.
Los obstáculos que se han presentado, si bien han sido muy difíciles, nunca han significado una limitación y aunque ahora se nos despliegan nuevos retos, en conjunto, dentro de cada uno de nosotros se van creando nuevos sueños con inquietudes que abracan el bienestar de todos y cada uno de los miembros de Aldebarán Grupo Médico.
No he mencionado nombres. He tratado de evitar fechas. No he puntualizado los logros alcanzados, ni he propuesto metas. Simplemente deseo expresar que con trabajo y esmero, afirmo que no es irresponsable quien se aventura demasiado sino aquel que, habiendo recibido toda una vida, permite que sus horas se derramen, en medio de la mediocridad y la rutina.