La frecuencia con la que se presentan problemas de salud en esta temporada, no solamente es alta sino que siendo potencialmente prevenibles, resulta paradójico que no se tomen en cuenta las recomendaciones que en todos los medios de comunicación, se divulgan masivamente. Al margen de que se deben cuidar los excesos, sobre todo en aquellos que padecen enfermedades crónicas como Diabetes, Hipertensión, Dislipidemias (Colesterol y Triglicéridos elevados), resulta importante ser cuidadosos en los traslados por carreteras, pues los accidentes son muy frecuentes. También es necesario considerar que las distracciones en la casa provocan incidentes que van desde lo leve hasta lo grave y no es por demás recomendar estar atentos, sobre todo con los niños.
Aunque las albercas y las playas son vigiladas en el número de bacterias que pueden provocar infecciones, la cantidad de gente que se baña, incrementa en una forma notable la concentración de enterococos y virus generadores de diarreas con vómitos que se acompañan de deshidratación. Es necesario tener siempre a la mano Electrolitos orales que en su forma más accesible se encuentran a un costo muy accesible como Vida Suero Oral, que también son distribuidos en una forma gratuita por cualquier centro de salud.
Pero uno de los problemas más frecuentes que los médicos vemos son las quemaduras solares. Independientemente de que desde el punto de vista clínico, se caracterizan la gran mayoría de las veces como enrojecimiento, dolor e incremento de la temperatura local, pueden dar lugar a lesiones como ampollas de tamaño diverso y molestias extremadamente importantes como dolor insoportable, inflamación, dolor de cabeza, fiebre, náuseas y fatiga extrema.
Estos problemas aparecen después de la exposición prolongada pues el efecto de los rayos ultravioleta del sol es acumulativo. Por esta razón, hablamos de un espectro de síntomas que se van a generar unas horas después de tomar el sol; condición que va a ocasionar que los médicos valoraremos el efecto final del daño, a través del tiempo; lo que implica que pase un día o más, para poder estimar la magnitud real del problema. Por eso, una quemadura solar puede tardar varios días en resolverse.
Existen mecanismos naturales que nos protegen del daño solar como el pigmento de la piel llamado melanina, que se incrementará gradualmente en la medida en la que uno se exponga al sol en una forma racional; lo que significa que personas de piel negra no tendrán una quemadura, a diferencia de los individuos con piel blanca, que siempre se van a quemar con mínimas exposiciones solares. Por otro lado, es necesario considerar que si está nublado, hay neblina o si uno se encuentra a grandes altitudes, haciendo frío, existen riesgos altos de quemarse, pues nuestra incapacidad de ver los rayos ultravioleta nos convierten en individuos potencialmente sensibles.
Algunos medicamentos sensibilizan la piel al sol, como ciertos antihistamínicos, analgésicos como el ibuprofeno, los antidepresivos, antipsicóticos y algunos medicamentos usados para disminuir los niveles de colesterol.
Prevenir las quemaduras traerá beneficios importantes para la salud y no es por demás recomendar que se eviten las exposiciones entre las 10 de la mañana a 4 de la tarde, programando actividades fuera de ésas horas; hay que buscar “la sombra” cuando sea posible. Utilizar sombreros de alas anchas y sobre todo, tener a la mano protectores solares de alta potencia, que deberán aplicarse varias veces a lo largo del día, en la medida en la que se tengan actividades donde se sude o exista la probabilidad de que al estar en contacto con el agua o la arena, disminuyan su concentración en la piel.
Nunca hay que generar expectativas exageradas en estas épocas, pues la realidad es que los centros vacacionales se encuentran saturados de visitantes, los precios en productos básicos se elevan y se incrementa el riesgo de tener problemas de diversa índole. Desgraciadamente, los días de asueto en Semana santa, no van jamás a brindar momentos de total relajación y lo más conveniente es mantenerse atentos y alertas, para evitar los riesgos que implican el vacacionar fuera del entorno al que estamos cotidianamente acostumbrados.