En lo que denomina un Proyecto Alternativo Nacionalista para la Mezcla de Amaranto y Maíz Nativo Pigmentado para Atole, el productor Perfecto Barrales Domínguez plantea al gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez que existen condiciones para cultivar cuando menos 30 mil hectáreas de este cereal, obtener una producción de 24 mil toneladas anuales, crear dos mil microindustrias, con inversión de 600 millones de pesos, y generar hasta 20 mil empleos en el campo.
El también presidente del Consejo Estatal de Productores de Amaranto de Tlaxcala y representante no gubernamental del Sistema Producto Amaranto, entregó su propuesta al titular del Poder Ejecutivo local, el pasado 20 del presente mes, en la que puntualiza que para lograr este objetivo se requerirían de tres a cuatro años, “dependiendo de la voluntad política del gobierno”.
En entrevista, Barrales puntualiza que este proyecto no surge de la nada ni es una ocurrencia, pues ya existe una microindustria familiar en operación en el municipio de Cuapiaxtla, “que se puede multiplicar hasta en dos mil”.
Subraya que con una política pública, el respaldo de los aproximadamente 40 mil campesinos tlaxcaltecas y una superficie de 240 mil hectáreas cultivables en el territorio, “Tlaxcala tiene un gran potencial”.
Desde esta perspectiva, podrían lograrse alrededor de 24 mil toneladas de amaranto cada año, crear dos mil microindustrias familiares, generar 30 mil empleos en el campo y contribuir a combatir la pobreza extrema alimentaria de ocho millones de mexicanos, además –acentúa- el proyecto representa una alternativa ante las importaciones de leche en polvo y de ahorro de millones de pesos en recursos públicos y privados.
Barrales segura que una característica de la producción, industrialización y consumo de la mezcla amaranto-maíz, es la de “no ser asistencialista” y que el 100 por ciento de la materia prima es nacional, desde la siembra, con semillas originarias del país, pues México es origen de estas, por lo que no se utiliza material transgénico.
La fertilización se realiza con lombricomposta y al mismo tiempo genera empleo regional y elimina agroquímicos importados de Europa. Las tostadoras y molinos pulverizadores son elaborados por técnicos mexicanos.
Hay innovaciones e investigaciones efectuadas por el Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh), el Colegio de Postgraduados y el Instituto Tecnológico del Altiplano, a fin de “hacer una política industrial y no ser país maquilador”. Con este sistema “gana el productor, el transformador y el consumidor”.
El costo general de una agroindustria familiar es de alrededor de 300 mil pesos, por lo que para establecer las dos mil sugeridas en este proyecto, se requiere de una inversión de 600 millones de pesos (para infraestructura y equipo). La propuesta es pagar tres salarios mínimos a cada trabajador.
Precisa que el costo de un litro de atole elaborado con 25 gramos de harina de amaranto, más una cantidad igual de harina de maíz, es de 2.75 pesos, lo cual significa un ahorro significativo, comparativamente con fórmulas de leche comerciales, cuyo valor promedio es de 13 pesos por litro, aun frente a la subsidiada por Liconsa, con precio de 5.50 pesos, la cual –indica- es importada.
Explica que el productor recibiría un pago de 20 pesos por cada kilogramo de amaranto y 10 pesos por cada uno de maíz. ”La utilidad es de 207 salarios mínimos por año y hectárea, por la siembra de estos dos cultivos”.
Barrales Domínguez destaca la capacidad productiva del amaranto, con base en datos del Inifap, pues tan solo en la zona oriente de la entidad, conformada por 13 municipios, hay 78 mil hectáreas de cultivo, por lo que 20 mil podrían destinarse a este cereal.
Repasa que en 2014 Tlaxcala ocupó el primer lugar en producción de amaranto a nivel nacional, cuando fueron sembradas dos mil 491 hectáreas y cosechadas tres mil 509 toneladas, lo cual representó un valor de 46 mil 914.60 pesos, según el Servicio de Informática Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
En ese momento el estado compitió con otros: Puebla, el cual se ubicó en el segundo sitio; Distrito Federal (hoy Ciudad de México), Durango, Morelos, México, Oaxaca, Querétaro y San Luis Potosí. En conjunto cultivaron cinco mil 032 hectáreas y se obtuvieron seis mil 547 toneladas.
En 2015 la SIAP y la Secretaría de Agricultura Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), realzaron que en los últimos años se registró la producción más alta de amaranto, pero que Tlaxcala y Puebla aportaron 87 por ciento del volumen nacional. En ese periodo la entidad cosechó cuatro mil 735 toneladas, reflejo de un crecimiento al paso de los años. En 1990 solamente se recolectaron 146 toneladas; en 2000, 276; en 2008, 190; en 2009, 196, y en 2010 disminuyó a 193, pero posteriormente repuntó.
Perfecto Barrales recuerda que el pasado 28 de febrero, en la primera sesión ordinaria del Consejo Estatal para el Desarrollo Rural Sustentable (Cedrus), ofreció al mandatario estatal entregar por escrito este proyecto, el cual es apoyado por otros ejidatarios de Cuapiaxtla que rechazaron rentar 800 hectáreas a una empresa italiana que pretende instalarse para generar electricidad con paneles solares para la armadora de autos Audi.
“Consideramos que nuestro maíz tiene un enfoque participativo y cooperativo para mejorar el ingreso de productores de especies criollas y rescatar su potencial genético y comercial; representa una fuente importante para el desarrollo de nuestros productos”, subraya.
Pero –advierte- existe una falta de atención hacia este cultivo, por lo que está en riesgo de perder el valor genético de sus distintas variedades, además, los productores enfrentan “grandes dificultades” para comercializar, pues en el mercado no se aprecia a este alimento, aunado a la “poca capacidad de negociación” dentro de la cadena de valor.
“La mezcla de amaranto y maíz nativo contribuirían en forma importante a mejorar la nutrición, lo cual permitiría prevenir problemas de obesidad y otras enfermedades. También repercutiría en la reducción de la delincuencia porque se crearían empleos”, remarca. De esta manera, enfatiza que el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece el derecho de la población a una alimentación nutritiva, por lo que en este sentido considera que la desatención a la infancia es una tragedia.
Añade que el Instituto Nacional de Nutrición (INN) “Salvador Zubirán” destaca las emergencias epidemiológicas emitidas en noviembre de 2016 por la Secretaría de Salud (Sesa) para todo el país, ya que más de 100 mil mexicanos mueren cada año por diabetes y la cifra se duplica cuando hay otros decesos por males asociados a esta enfermedad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Mundial de la Salud (OMS), así como otros organismos internacionales, preponderan las propiedades nutracéuticas del amaranto y del maíz criollo. Al primero de estos, lo clasifican como el mejor alimento de origen vegetal para consumo humano, pues entre otras cosas, inhibe la proliferación de células cancerosas. Tiene de 14 a 18 por ciento de proteína y un alto contenido de hierro y calcio.
“El maíz de colores posee gran cantidad de antioxidantes y una calidad nutritiva mayor respecto del amarillo y blanco. Su nivel de fibra es mayor y sus carbohidratos son fáciles de digerir. Retarda el envejecimiento y reduce el colesterol en sangre”, abunda Barrales.
Pese a estas características –lamenta- en este siglo XXI el consumo per cápita de amaranto en México es de un gramo por semana y solo se producen 6 mil toneladas, a diferencia de las hasta 20 mil anuales en la época prehispánica, para mezclarlo con miel y maíz, pero a la llegada de los españoles, la fusión quedó prohibida. “Sigue pesando la conquista”.