En la “Fábrica de Talentos” de la junta auxiliar de Ignacio Romero Vargas, la de mayor incidencia delictiva y venta de drogas al menudeo en la ciudad, el alcalde Luis Banck Serrato rindió este jueves su último informe de labores y admitió que en 2017 Puebla enfrentó una grave crisis de inseguridad que, gracias a una serie de estrategias, logró disminuir en 37 por ciento los delitos en las 25 colonias más peligrosas de la capital.
Es importante que el edil haya reconocido el desbordamiento de la violencia e inseguridad que marcó al año pasado y que muestre preocupación por el tema.
Por su puesto que ahora el punto crítico no se centra solo en la contención de las bandas que asolan a la principal urbe del estado si no el próximo cambio de gobierno en la ciudad, derivada de las elecciones que están en marcha, pues lo óptimo es que se garantice la continuidad en los dispositivos de seguridad implementados, con el objetivo de mejorarlos.
El problema de la inseguridad se ha convertido en nodal, junto con el de la pobreza y el crecimiento urbano ordenado, para la capital poblana. Es por eso que quienes aspiran a gobernar la ciudad, deben poner en el centro de sus propuestas los planteamientos para devolver a Puebla la categoría de ciudad segura que tenía hasta antes del sexenio pasado.
No se puede dejar a los resultados electorales el futuro de la seguridad de los poblanos.