Carlos Lenkersdorf dedica su libro Aprender a Escuchar (2008) a la búsqueda del entendimiento de la alteridad a partir de la escucha paciente, de poner atención en el otro y su circunstancia, esto es, asumir una postura frente al otro, de igual a igual, lo que nos permite escucharlo con atención, confiriéndole la deferencia que uno quisiera que cualquiera nos obsequiara. De esta manera, el escuchar se transforma en un entendimiento profundo del otro, de su mundo, de su psique, de su contexto e historia. Tal propuesta surge después de Carlos y su esposa Gudrun, habitaran por más de veinte años con los tojolabales en Chiapas, que aprendieran su idioma y que entendieran su cosmovisión y pensamiento a detalle. De acuerdo con lo anterior, escuchar se vincularía indefectiblemente al observar, al meditar, al reflexionar y, qué duda cabe, al callar. Sólo cuando escuchamos con atención podemos entrar en comunión con el otro. En el texto, nos comparte lo siguiente: “Informa el servicio de prensa, Melel Xojobal, del 26 de enero de 2007 que, según el diario chiapaneco Cuarto Poder, los ‘Indígenas de Chamula toman el congreso del estado’. Mario Santiz Gómez, vocero de los inconformes, rechaza que la destitución del presidente municipal Domingo López Santiz el pasado 19 de noviembre, obedezca a situaciones del intento de la homologación, pues aclaró, imperó su falta de capacidad para escuchar al pueblo”. Como se ve, el asunto dista mucho de ser político, se trata, precisamente, que el funcionario dejó de escuchar.
Escuchar, por tanto, conlleva el reconocimiento de que el otro es persona y ha de ser tomado en cuenta cuando se toman decisiones previa planeación siempre gravitando en torno al beneficio de la comunidad. En el caso que nos presenta Lenkersdorf, la destitución que solicitaban los tzotziles de San Juan Chamula fue desestimada por las autoridades debido a que el funcionario habría sido electo y tenía un tiempo por ley para cumplir con sus funciones. Pero ¿qué sucede si la persona electa para cumplir una función determinada no cumple con lo mínimo necesario para ejercer el puesto? Siguiendo la línea de este argumento, acaso lo más importante que debe cumplir un funcionario público es escuchar, especialmente cuando se trata que surge de la misma comunidad que lo eligió. Una persona que decida ostentar un cargo público, sea una alcaldía, una diputación, una gubernatura, la presidencia de la República o cualquier otro cargo menor que implique elección o designación, ha de estar preparado principalmente para escuchar. Trabajará con sujetos, con personas, que tienen deseos y necesidades específicas, pero que a su vez, tendrán seguramente opiniones distintas a las del propio funcionario. Es más, puede ser incluso que provenga de una postura ideológica diversa y haya votado en contra del mismo funcionario; así y todo, quien detente la tutela del cargo deberá escuchar a todos, incluso a sus contras. No es fácil, por supuesto, la convivencia entre seres humanos siempre es compleja, pero se debe partir de esta premisa. De lo contrario, como lo pedían los habitantes de Chamula, habría que considerar la revocación del mandato de ese personaje, con independencia de si ha terminado o el periodo de su función.
Lo anterior, que seguramente espantará a bastantes, no tiene otro sentido que el de verificar que la escucha y atención de los intereses de todos los sujetos pertenecientes a una comunidad determinada se vean garantizadas. Para que la revocación del mandato se pudiera llevar a cabo, se requeriría de la madurez de la comunidad que lo solicita, pues su voluntad no debiera estar supeditada al capricho o al encono. Por supuesto, en la lucha por demandar ser escuchados, existirán las pasiones, el deseo e inclusive, el capricho; pero la autoridades deberán estar atentas para poder identificar la diferencia entre una cosa y la otra, lo mismo que deben establecerse los controles que permitan que una acción como la que comentamos esté garantizada. Lo repito, no es fácil hablar de revocación de mandato pues para muchos eso lleva a la venganza política, pero considero que es necesario que los ciudadanos tengamos más voz que la que podemos expresar en las urnas. Se aproxima una de las elecciones más vacías que hemos presenciado y las premisas actuales que determinan que una persona vale más porque esté “preparada” con doctorados y postdoctorados en el extranjero, en Princeton, Yale o cualquiera de los supuestos altares de la estulticia neoliberal –que les compre quien quiera esas patrañas– deben ser cuestionadas y contrastadas tomando en consideración el inmenso valor que tiene escuchar a su propia comunidad. Para Lenkersdorf, el escuchar está relacionado con recibir que “encierra un secreto: es el otro, son los otros cuyas palabras no las hacemos, nos son producto de nuestro actuar, sino que vienen de fuera y nos sacan del centro donde nuestro yo prefiere estar para mandar, dirigir y estar arriba. Al sacarnos del centro no nos margina ni nos empuja hacia la periferia, sino que se integra nuestro yo en el nosotros”. No es sutil lo que se lee en estas líneas, es evidente. Quien tutela ha de hacerlo pensando en el nosotros, simplemente. Sé que la enfermedad por el poder y la sed de venganza motivan a muchos corazones hoy… para eso, escuchar o revocar, esa es la premisa.