El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) en su análisis semanal señala, que “en México no existe espacio fiscal para reducir los impuestos, solamente a costa de un incremento en el déficit público. Esto es absolutamente inadmisible. Tengamos presente que la inflación que vivimos proviene de la devaluación provocada por el déficit y la forma en que se ha financiado, lo que produce la inestabilidad en el tipo de cambio”. Al respecto cabe decir, que la devaluación del peso es derivada de las presiones que se enfrentan sobre el sector externo, como consecuencia de los rezagos productivos que tiene la economía nacional, como de su falta de competitividad frente a importaciones. A ello se suma el hecho que las variables externas que venían actuando positivamente como el alza internacional del precio del petróleo, y la entrada de capitales, dejaron de operar desde mediados de 2014, lo que ha sacado a flote los problemas productivos, que han repercutido en la devaluación y en las presiones inflacionarias. La economía nacional no ha venido trabajando con déficit fiscales, como dice el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, sino al contrario, ha predominado la política de austeridad fiscal, la cual ha restringido la inversión pública y la demanda interna, lo que ha atentado sobre el crecimiento de la productividad y competitividad y de la actividad productiva, recrudeciendo ello las presiones sobre el sector externo, sobre la devaluación e inflación. Ha sido por lo tanto la política de austeridad fiscal la causante del bajo crecimiento, como del déficit de comercio exterior, de la devaluación e inflación que tiene el país, y no el déficit fiscal que no existe y que tanto teme la cúpula empresarial y el gobierno federal.
En el análisis del CEESP se dice que “la coyuntura antes mencionada no permite que nuestro país tenga una respuesta (a la reforma hacendaria de Estados Unidos) en las mismas condiciones –de reducir el Impuesto sobre la Renta (ISR) a 21 por ciento”. Al respecto cabe decir, que el gobierno federal no puede mantener una política fiscal restrictiva en contexto donde la actividad económica está decreciendo y los rezagos productivos y la baja productividad están presionando sobre precios, sobre el sector externo y el tipo de cambio. Debe incrementar el gasto público a favor de la inversión productiva y de aquellos sectores que enfrentan fuertes rezagos a fin de fomentar la inversión, y así incrementar la productividad y reducir las presiones sobre el tipo de cambio y sobre precios. La inflación no es por problemas de exceso de gasto público o de demanda, sino por los rezagos productivos y la baja productividad, lo que se manifiesta a su vez en déficit de comercio exterior que desestabiliza el tipo de cambio. Perfectamente se puede trabajar con gasto público deficitario a favor de la inversión pública y privada para incrementar productividad y la capacidad productiva, lo que impulsaría el crecimiento económico e ingreso de empresas e individuos, que redundaría en mayor recaudación tributaria que reduciría el déficit fiscal que impulsaría la dinámica económica.
El documento del CEESP dice que “no es claro qué efecto (de la reforma hacendaria) tendrá en el mismo Estados Unidos”. Afirman que dicha reforma “es fuertemente regresiva y que no propiciará un incremento en el consumo ni en la demanda en general”, por lo que deducen que es dudoso que las empresas lleven a cabo inversiones al no haber crecimiento de demanda. Hay que señalar que dicha política fiscal está acompañada de la política proteccionista que dicho gobierno instrumentará, lo que crea mercado cautivo en diversos sectores para que el excedente de las empresas después del pago de los menores impuestos, se canalice a la inversión para sustituir importaciones, lo que reduciría el déficit de comercio exterior e impulsaría el crecimiento económico y el empleo, que desea dicho gobierno. Asimismo, diversas empresas en dicho país (Wallmart y Target entre otras) han procedido a aumentar salarios ante los menores impuestos que pagarán, lo que incrementará demanda y estimulará el crecimiento económico. Mientras en EU hay política fiscal y comercial para impulsar el crecimiento y el empleo, en México la cúpula empresarial y el gobierno se pronuncian por mantener la austeridad fiscal y el libre comercio, causantes de los problemas económicos que enfrentamos, y de la creciente desigualdad del ingreso y de violencia que se vive.