En la reciente reunión del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC), celebrada en Vietnam, los países miembros señalaron que la disyuntiva libre comercio vs. proteccionismo, está resuelta. Para ellos el libre comercio significa crecimiento económico y el proteccionismo representa, aislamiento y muy poco bienestar para sus sociedades. De ahí que Enrique Peña Nieto (EPN) señaló que “pudimos apreciar que estamos en la ruta correcta”.
Se continúa defendiendo a las políticas de libre comercio que han llevado a la desindustrialización de la mayoría de los países, dado que tal política ha trasladado la industria a los países asiáticos, los cuales tienen mayor crecimiento que el resto del mundo. Cabe recordar que las economías desarrolladas y en desarrollo crecieron en la posguerra, gracias a las políticas proteccionistas, y si se ha crecido menos en los últimos 30 años ha sido por el libre comercio.
Ante el informe sobre la región que presentó la directora del FMI, donde mencionó que 2016 manifestó un crecimiento mejor de lo esperado y que 2017 y 2018 se crecerá en 3.7 por ciento, EPN dijo que tal información “deja ver con claridad que el mundo se está recuperando, que está habiendo un mayor desempeño, una mejor economía. México así lo está viviendo también, así lo estamos observando”. Sin embargo, una cosa son los otros países miembros de la APEC, y otra cosa acontece en nuestro país, donde este año creceremos en menos de 2 por ciento y el próximo año también, dicho por el propio FMI.
A pesar de la defensa del libre comercio, se reconoció en dicha reunión que “falta el consenso entre los líderes de la APEC respecto de la necesidad de definir nuevos mecanismos para la inclusión”. Señalaron que el reto es “cómo cerramos aún más y de manera más acelerada las brechas de desigualdad que hay en nuestras sociedades y, sobre todo cómo logramos la incorporación de sectores que no se han beneficiado hasta ahora de forma importante y significativa de la economía global”. Siguen sin reconocer que el libre comercio no es incluyente, sino que excluye a los países y empresas que tienen una productividad por debajo de la media internacional, y que no trabajan con tipo de cambio competitivo y de ahí las desigualdades existentes. No pueden ponerse de acuerdo en los mecanismos de inclusión, y de cómo incorporar a los excluidos, pues en el libre comercio y libre mercado no existen dichos mecanismos. Para encarar tales problemas, se tendría que regular el comercio exterior, por lo que ya no se hablaría de libre comercio.
En la declaración conjunta se pronuncian por la “eliminación de los subsidios que distorsionan el mercado y otros tipos de apoyo por parte de los gobiernos y las entidades relacionadas”. Con la eliminación de subsidios y de políticas industriales, menos posibilidades tienen para que el comercio sea incluyente y reduzca las desigualdades entre países, pues implica dejar todo al libre mercado y con ello afloran más las desigualdades.
El presidente Donald Trump, presente en dicha reunión, insistió en el comercio “justo”. Aceptó el comercio libre, siempre que fuera justo, es decir, que fuera benéfico para ambas partes y no se traduzca en déficit de comercio exterior. Y tal postura cae en lo mismo. Un libre comercio no es justo para todos los participantes, pues gana el más productivo, el que ofrece mejores precios y calidad en sus productos. Y el problema es que el libre comercio no puede equilibrar las exportaciones e importaciones de todos los países involucrados. Unos ven incrementados su superávit comercial, a costa de que otros vean aumentados su déficit de comercio exterior, por lo que se cae en planteamientos de buenos deseos y propósitos, siendo que la realidad demuestra el carácter excluyente y desigual del libre comercio.
Trump, reiteró que dejarán de participar en acuerdos multilaterales y que se centrarán en acuerdos bilaterales, y señala que “solo con aquellos países que jueguen según las reglas y no traten de explotar a Estados Unidos”. Es decir, que no será libre el comercio, sino sujeto a reglas y serán ellos los que las fijen a su favor para poder reducir el déficit de comercio exterior e impulsar su crecimiento.
Al insistir México en el libre comercio, implicará menor crecimiento, mayor desempleo y seguiremos con presiones crecientes sobre el déficit de comercio exterior, lo que demandará mayor entrada de capitales y el problema es cómo se conseguirán éstos, y como se encararán los problemas económicos, políticos y sociales que ello acentúa.