Martes, marzo 19, 2024

De venalidades y beneficiencias

Destacamos

Los convocantes al Premio Cossío 2017 han designado triunfador de la temporada a Enrique Ponce, que tuvo lo que seguramente fue el mejor desempeño global de su trayectoria profesional, con un elevado índice de regularidad a lo largo del año europeo (61 orejas en 41 corridas). La culminación fue su faena del 11 de este mes en Zaragoza, a un manso de Juan Pedro Domecq al que supo encelar en su muleta antes de juguetear con él a su antojo: si no como obra de arte, esa faena poncista queda como perfecto ejemplo de doma a nivel casi de espectáculo de circo, ante un animal sin codicia ni malicia alguna. La reducción de un toro abanto y trotón a obediente falderillo. Notable.


Vamos a quedarnos con la escueta realidad de la anunciada presea, justa a su manera, sin entrar en discusiones de detalle, por ejemplo la forzada –forzadísima– puerta grande de Madrid por San Isidro, tras dos faenas más trabajadas que lucidas, un metisaca y un bajonazo que a cualquier otro lo habrían dejado sin trofeos, pero no a un Ponce que a estas alturas de su carrera ha conseguido unificar en torno al personaje que tan bien representa una admiración prácticamente universal, lejos los tiempos en que se juzgaba con severidad su afición al pico, el abrazo, la patineta y la pasarela, o se cuestionaba el valor de la poncina y demás superficialidades propias de su tauromaquia.

Tan unánime es a estas alturas el elogio en torno al valenciano que habrá que aceptar que se trata, si no del mejor torero de la época, sí del más hábil para administrar sus relaciones públicas dentro y fuera del ruedo. De ahí la enorme presión que hoy ejerce a su favor la masa social de la Fiesta –empresariado, ganaderos, subalternos, comentaristas, público en general–, y de ahí la furibunda reacción de su más connotado mecanógrafo ante la presencia de José Tomás –y la consiguiente ausencia suya– del cartel monstruo del 12 de diciembre en la Plaza México, siendo que Enrique había sido el primero en manifestar su interés en torear a beneficio de los damnificados por los trágicos sismos que sacudieron nuestro país el 7 y el 19 de septiembre. Un “lo dije yo primero” que recuerda a Topo Gigio.

Aparato en marcha. Sabido es que la sempiterna táctica de Ponce, ante opiniones y situaciones adversas, ha sido no responder nunca personalmente, sino hacerlo a través de terceros, pródigamente cultivados por el diestro para ejercer de abogados defensores suyos en los diversos medios de difusión. Tantos años lleva vigente la taimada estrategia que los nombres y argumentos de éstos son ya del dominio popular. Y de sus intervenciones nadie espera mesura e imparcialidad, sino más bien lo contrario: visceralismo, panfletería y suplantación del argumento por la diatriba, pero con motivo de la antedicha ausencia del divo de Chiva del cartel guadalupano de la México, el más notorio de sus voceros desbordó todos los diques. Vean si no.

Entre “Pepe Tomy” y “Quique Pose”. “Nada me extraña que la post–temporada 2017 arranque con una sensacional noticia servida por el diario El Mundo… en la que se anuncia con bombo y platillo que José Tomás reaparecerá próximamente en la México para torear en un festejo a beneficio de las víctimas del terremoto que no hace mucho asoló la capital del hermano país…” (José Antonio del Moral, Del toro al infinito, portal de internet).

Vamos a omitir el patente desconocimiento de dicho redactor de los alcances del sismo del 19/S para centrarnos en lo que a continuación puso, citándose a sí mismo al obsequiarnos con la siguiente y más que elocuente perla:

“Cuando se es un mala leche, un tozudo, un ventajista, un agazapado, un interesado, un engañador y un doble cara como lo es José Tomás, al que por sus tretas he rebautizado desde siempre como “Pepe Tomy”, porque ésa es casi siempre su conducta en relación a lo que pide o más bien exige para montar su carpa e incendiar el morbo y la especulación… “Pepe Tomy” es una versión maligna del “Chulo que castiga” y esto lo hace porque es obvio que piensa que regateándole a la gente sus actuaciones… (donde) campechanea con el tremendismo y los parones, pero esto, al fin y al cabo, son cuestiones de gustos, lo traduce en expectación por verlo y es entonces cuando junto con los empresarios que le meten la espada al público hasta los gavilanes en la taquilla y a la hora de orquestar la reventa, también es un zar.”

Un momento… Sintaxis agramatical y epítetos tabernarios aparte, quien rebautizó como “Pepe Tomy” a JT no fue ningún revistero hispano sino El Pana, el mismísimo Brujo de Apizaco, hace casi tantos años como llevaba llamando “Quique Pose” a Enrique Ponce, o “Enano del Tapanco” al pequeño gigante de Monterrey, entre muchos otros traviesos remoquetes. En seguida, Del Moral –váya ironía de apellido– se refiere a otra corrida monstruo, a beneficio de los deudos del difunto matador Víctor Barrio, efectuada en Valladolid en septiembre del año pasado, y en la que según este escribano, su patrocinador fue desplazado del cartel por imposición de JT, “quien al ver que Ponce iba a estar con todas las figuras en la corrida más significativa del año y a la que van todos los reflectores del mundo taurino… y en la que Enrique Ponce, por cómo anda, seguramente sería el triunfador… “Pepe Tomy” obligó a la empresa a echar fuera al maestro valenciano” (idíbid).

Al ponerlo de esta manera en su comentario, el vocero del poncismo parece dar por descontado que el hecho que refiere se reprodujo tal cual con motivo de la anunciada “Corrida por México”, y que por esa razón, su admirado amigo, pese a su rapidez de reflejos para dar el paso al frente antes que nadie, no figura entre los ocho nombres colgados de dicho cartel, cuatro españoles (Hermoso de Mendoza, JT, El Juli y Manzanares) y cuatro mexicanos (José y Luis David Adame, El Payo y Sergio Flores). Ninguno de los cuales, por lo visto, concita la ira delmoralista, concentrada única e indivisiblemente en José Tomás. Tampoco utiliza contra la empresa capitalina el argumento que, según el referido libelo con más de un año de antigüedad, empleó para referirse a Antonio Matilla, el entonces empresario de Valladolid, que se habría apresurado a complacer la petición–veto de JT por temor a que, en represalia, éste no actuara más en ninguna de sus plazas. Como el de Galapagar torea tanto y tan seguido…

En todo caso, y dado que para la temporada grande venidera quien está contratado es el divo de Chiva y no su Némesis madrileño, es con aquél y no con éste con quien la dupla Javier Sordo–Mario Zulaica buscaría quedar bien, en buena lógica. Pero en fin, pídale usted sentido lógico a quien insulta por encargo.


Por cierto. El elenco con que la empresa de la cazuela insurgentina abre su derecho de apartado incluye, entre los nacionales, a los hermanos Adame, Fermín Rivera, Fabián Barba, El Payo, Arturo Saldívar, Juan Pablo Sánchez, Sergio Flores, Antonio Romero, Gerardo Adame, la confirmación de Leo Valadez y sendas presentaciones de los rejoneadores Jorge Hernández Gárate, Emiliano Gamero, Luis Pimentel y Sebastián Torre; y entre los extranjeros precisamente a Enrique Ponce (que, nada tonto, anunció que donará sus honorarios del 3 de diciembre a las víctimas del terremoto –será a sus deudos o por la reconstrucción, digo yo–), El Juli, Sebastián Castella, Ginés Marín (Premio Cossío a la revelación de la temporada) y los rejoneadores Hermoso de Mendoza y Andy Cartagena. No hay noticias de Andrés Roca Rey, por lo que pudiera pensarse que, en materia de foráneos, la empresa prefiere ir sobre seguro, pero tal presunción deja de funcionar cuando uno descubre el nombre de Cayetano en el cartel del 26 de noviembre. Precisamente Cayetano, a quien por aquí nadie se muere por ver, pero que fue un eficaz epígono de Ponce durante la feneciente campaña europea.

Para que luego nos hablen de imposiciones y vetos…

Deuda pendiente. Todo lo comentado no quita que José Tomás nos siga debiendo en la México una tarde digna de su alta nombradía, independientemente de con quién alterne o con quién deje de alternar –sobran evidencias de que Ponce lo vetó varias veces a principios de su carrera–, en España y no se diga en México, compinchado con su compadre empresario hasta el extremo de incurrir éste en la falsificación de la firma de JT en aquel turbio caso sobre el que prontamente se echó tierra, allá por 2002.


Ojalá sea ésta del 12 de diciembre la ocasión en que el tan traído y llevado Príncipe de Galapagar se ponga por fin a mano. Aunque, por lo pronto, el taquillazo está asegurado.

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