Martes, marzo 19, 2024

¡POR EL DERECHO A CONSTRUIR CON TIERRA!

Ciudad de México a 15 de septiembre de 2017


El día 7 de septiembre de 2017 ocurrió un sismo de 8.2 grados en la escala de Richter con epicentro en el estado de Chiapas, las consecuencias fueron devastadoras sobre todo para los estados de Chiapas y Oaxaca. Los reportes señalan hasta ahora 96 personas muertas por el terremoto: 16 en Chiapas, 4 en Tabasco y 76 en Oaxaca. Cada uno de esos estados tiene condiciones de atención específicas, pues mientras en Oaxaca las afectaciones están concentradas sobre todo en los municipios del Istmo, en Chiapas el problema es la dispersión, pues hay daños en 82 de los 122 municipios que conforman el estado, sumando más de un millón de damnificados.

Dentro del marco de las consecuencias de este sismo histórico el presidente de México Enrique Peña Nieto ha realizado dos aseveraciones:

Por un lado dijo: “según los reportes de ingenieros militares y del área de protección civil del estado, además de la fuerza del sismo, la caída de viviendas se debió sobre todo a que están hechas de adobe y tienen escasa cimentación”.[1]

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Y por otro, ha realizado un llamado a las empresas constructoras, ‘’las que han realizado importantes proyectos de construcción en el país’’, a solidarizarse y contribuir a la reconstrucción como solución a la afectación de las viviendas. [2]

Hoy, organizaciones civiles, sociales y profesionales con experiencia de más de 50 años en el ámbito de la vivienda popular en Latinoamérica, desmentimos tales aseveraciones pues dañan y laceran siglos de conocimiento popular.

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Es inaceptable asegurar que las afectaciones a las viviendas estén vinculadas directamente al material constructivo, en este caso el adobe. Independientemente del material que se utilice, la resistencia ante un evento natural radica directamente en el comportamiento del sistema constructivo y no únicamente en las características del material. Cabe mencionar que muchas de las construcciones afectadas son de materiales industrializados, un ejemplo claro son las 1,145 escuelas afectadas en 12 entidades[3], las cuales son de concreto y aún así colapsaron ante el mismo ocurrido el 7 de septiembre.

Existen sistemas constructivos resistentes a sismos a partir de materiales locales y técnicas constructivas tradicionales:

– El bajareque Cerén, técnica constructiva utilizada por los Mayas hace 1,400 años, cuya resistencia ante diversos sismos originó el estudio de profesionales para desarrollar una técnica sismorresistente que usa la tierra como material de construcción y que en la actualidad se emplea con excelentes resultados.

– Organizaciones hermanas de Centroamérica con fondos de la cooperación internacional, han desarrollado una metodología para construir vivienda resistente a los sismos en adobe, generando una norma de construcción con este material.


–  En El Salvador, Perú y Chile existe ya una norma para el adobe sismorresistente.

–  En México el Premio Nacional de Vivienda se ha entregado el Premio Nacional de Vivienda categoría Producción Social de Vivienda en 2009 al “Programa de Autoconstrucción de Vivienda Rural <en Tabasco” con bloques de tierra compactada,  y en  2014 en el ámbito rural, al proceso “Masewalme kin chiwa in kaliwa, los indígenas cosntruyendo sus casas” a la comunidad de Cuacuila, en la Sierra Norte de Puebla por sus casas de adobe.

 – En la región La Montaña del estado de Guerrero existe una propuesta de vivienda de adobe   reforzada y adaptada a las condiciones climáticas, geológicas y culturales de la región.


El adobe no solo puede generar un sistema constructivo resistente a sismos, para que la población viva segura, sino que ha sido durante siglos una forma cultural de habitar y vivir por miles de comunidades a lo largo del territorio Mesoamericano. Y en la actualidad este conocimiento constructivo se está perdiendo por falta de apoyo para su difusión y reglamentación.

En este sentido rechazamos el llamado que hacen Peña Nieto y todos aquellos que poco conocen de las culturas constructivas ancestrales, a las constructoras para la reconstrucción, ya que son casi dos décadas de ver repetidamente que los subsidios para las viviendas ejercidos por las empresas constructoras, en aras de reducir los costos, disminuyen proporcionalmente la calidad de los materiales y espacios, resultando en la construcción de viviendas inadaptadas a las condiciones climáticas y culturales de las diversas regiones del país. Claros son los ejemplos de las viviendas construidas por el FONDEN y SEDATU a través de empresas privadas que utilizan los mismos modelos para la costa y la montaña de Guerrero, y a pocos años de su construcción, por su mala calidad, muestran serios problemas de filtraciones, incluso fallas estructurales.

En la misma lógica mercantil de reducir los costos, las empresas no toman en cuenta la participación de la gente en el proceso constructivo. Entregan viviendas terminadas, con modelos que se repiten a lo largo del país, inadecuadas a la cultura de las poblaciones y a las necesidades habitacionales, en un acto de discriminación para los más necesitados, que atenta contra su calidad de vida y su seguridad. Es por ello que nos oponemos a que una vez más se lucre con los recursos canalizados a vivienda post-desastre y peor aún, se niegue a la población sus capacidades de organización, de construcción y de apoyo solidario con el uso de un material noble, como es la tierra, que está al alcance de las poblaciones afectadas y en el conocimiento que por generaciones ha sido desarrollado en cada comunidad para construir, a través de la ayuda mutua sus espacios comunitarios y viviendas.

Las organizaciones firmantes trabajamos bajo el modelo de producción social de la vivienda y el hábitat, cuya base es el trabajo con la gente. Contemplamos el uso de materiales locales que con análisis técnicos y elementos que la refuerzan, logran construir viviendas de manera eficiente, reforzada y adecuada a sus necesidades. Y en cuyo proceso aprenden a autogestionar la construcción, sembrando las capacidades en la población para un futuro.

Pese al panorama actual, creemos que las comunidades afectadas poseen conocimientos para producir su hábitat y tienen la disposición para organizarse y resolver sus problemas en colectividad, lo que les permite tomar conciencia de sus capacidades; características que son propias de la población ante la adversidad y que son esenciales para avanzar hacia la reconstrucción del hábitat. Por esta razón, se necesita que las acciones de recuperación estén canalizadas a través de organizaciones sociales locales que conocen sus capacidades y están al tanto de sus problemas.

Por lo tanto, afirmamos que frente a los objetivos cruciales ligados a la preservación del entorno natural, a la diversidad cultural y a la lucha contra la pobreza, el uso de la tierra como material de construcción es ineludible e irremplazable. Reivindicamos el derecho a construir con tierra porque cada ser humano tiene derecho a un hábitat adaptado a sus necesidades y a sus recursos.[4]

¡Reconstrucción desde la gente, no solo con constructoras!

¡Por el derecho a construir con tierra!

Firmas de adherentes internacionales de América Latina y el caribe, redes y colectivos nacionales, organizaciones mexicanas, profesionales y luchadores sociales. (Enviado por REMA)

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Los parias en la soledad del olvido

Ilka Oliva, periodista guatemalteca inmigrante en EEUU

No llegan a ser ni los últimos de la fila, son los del subsuelo, los de la alcantarilla, los de las zanjas a piocha y a chuzo, los que cargan en sus hombros el agravio y la insolencia de una sociedad indolente y de doble moral que los deshonra.

Los explotados a todas horas, todos los días, en cualquier lugar.

Los del lomo curtido y las manos agrietadas, los del alma herida, milenariamente. Los de la mirada transparente y pecho acribillado.

Los parias, los huele pega, los marchantes, los indios patas rajadas, las putas de arrabal, los pueblerinos, los jornaleros, los indocumentados, los tostados por el sol, los insignificantes, los impronunciables. Los vendedores de mercado, los ambulantes. Las sirvientas, los albañiles, los mil usos, los inservibles. El peón.

Los de los dientes podridos y la piel supurante. Los de los pies destrozados entre astillas y ansiedad. Los que se cortan las venas con botellas quebradas en el caos y la precariedad. Los locos de mierda deambulando en las calles, inyectándose historias que nadie quiere contar. Un trago que quema el buche llagado, del paria que llora la desolación, de ser nadie en un mundo de mierda, donde lo importante es la adulación.

El paria olvidado camina de frente, a veces deambula en la ensoñación, que un día la angustia se largue y lo deje, que un día el hambre se vuelva raudal, la alegría de la lluvia cayendo en el cerro y la de los niños saltando jugando a soñar.

El paria cansado jamás se detiene, le pone el pecho a cualquier deshonor, sabe que su nombre no es delincuente, aunque así lo señale el estafador. Aguanta y resiste milenariamente, porque es brasa roja en el polletón, la llama encendida que nunca se apaga, es el verso libre en el ventarrón.

[email protected]

www.elzenzontle.org

[email protected]

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