Rosalía Peredo aprendió o, en su caso, recordó que en política y en la vida misma la confianza nunca será buena consejera y mucho menos permitir que los enanos crezcan y te pretendan arrebatar tu capital.
La ex senadora y ex diputada federal recompuso su presente y futuro político tras el fallo que el Tribunal Electoral de Tlaxcala (TET) dictó en el ocaso de la semana pasada, al dejar sin efectos el Tercer Congreso Estatal Ordinario del Partido Socialista (PS), el cual se había erigido en casi la tumba de la ex funcionaria estatal.
Los diputados locales, el efímero panista Delfino Suárez Piedras y su compinche, el gris legislador Agustín Nava, aprovecharon la confianza y esa soberbia que padece la ex candidata a gobernadora, para maquinar una especie de golpe de Estado en el feudo que ella misma creó.
Apoyados por las ambiciones de unos y la ignorancia de otros, los dos legisladores sacaron a relucir el cobre y con acciones ramplonas quisieron hacerse de la dirección del Partido Socialista y de sus órganos de dirección, con la única intención de ofrecer al mejor postor sus nomenclaturas.
También contaron con la complicidad pactada de la notaria María Elena Macías, quien enfiestada, tras festejar su cumpleaños, fue comparsa de una serie de violaciones estatutarias y legales, todo a cambio de unas monedas que seguramente sirvieron para mitigar la cruda realidad que pesaba por su humanidad ese 30 de julio.
Ese día, la alegre fedataria llevaba como paje o enano bufón a un funcionario estatal,
Nada más y nada menos que al director de Notarías y Registro Público, Sergio Cuauhtémoc Lima López, quien convalidó el denigrante proceder de ella.
Sin embargo, la conjunción de todas esas acciones y procederes de unos y otros fueron puestos al descubierto por los magistrados electorales, quienes decidieron anular el proceso interno del PS. Ahora Peredo Aguilar deberá cuidar el más mínimo detalle, advertir los intereses de algunos, recomponer sus relaciones con los aliados y, de paso, no permitir que la confianza y la soberbia le cieguen.