En los hechos el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha iniciado el proceso interno para elegir a sus candidatos a puestos de elección popular en Puebla para la contienda del año entrante, en la que todos los cargos designados por votación estarán en juego.
Por razones obvias, la elección de quienes serán los postulantes a la gubernatura y la presidencia municipal de Puebla captan la atención mayor y ha significado un enfrentamiento entre el grupo que encabeza el actual dirigente del instituto político, Gabriel Biestro Medinilla con el sector externo de aspirante.
El problema real y de fondo para el Morena en Puebla es que si no puede lograr la conciliación entre los grupos en disputa respecto a los dos abanderamientos, termine enviando a la competencia a militantes o simpatizantes que carezcan de popularidad y arrastre entre la población.
Otro riesgo es que se elija a un candidato que, una vez llegado al poder, desconozca al partido que lo postuló y los principios y programa de gobierno que debe cumplir, como sucedió con Graco Ramírez, quien obtuvo la gubernatura de Morelos gracias al impulso que le dio Andrés Manuel López Obrador como líder en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero terminó echando por la borda los compromisos adquiridos y traicionando al tabasqueño.