En el primer foro de audiencias públicas sobre la renegociación del TLCAN que organizó la Secretaría de Economía, celebrado el 11 de agosto, donde asistió la cúpula empresarial y ningún opositor al TLCAN, todos coincidieron en que no se debe retroceder en la apertura comercial de la región. Insisten en el libre comercio a pesar del no cumplimiento de los objetivos trazados con dicha política. Con el TLCAN se nos dijo que íbamos a las “ligas mayores”, y ¿donde se encuentra la economía después de 22 años con dicho acuerdo comercial?, con un aparato productivo de ensamble, controlado por empresas transnacionales, cuya dinámica exportadora no irradia al resto de la economía, debido a su alto componente importado. Quien ha ganado con el crecimiento de exportaciones son dichas empresas y no el país, ni los trabajadores, dado el predominio de bajos salarios.
La calificadora de inversiones Moody’s, el 9 de agosto, señaló que el TLCAN no resolvió para México los problemas de lento crecimiento, ni de bajos salarios de sus trabajadores y añadió que los “problemas no se resuelven con el modelo de crecimiento actual que se enfoca en las exportaciones” y que los principales obstáculos para el crecimiento de México no se resolverán tan solo con la renegociación del TLCAN, que inicia la próxima semana. Ante ello, el secretario de Economía del país tuvo que decir (en el acto de la apertura del Diplomado sobre Negociaciones Comerciales Internacionales en el Colegio de México, el día 11 de agosto) que “los tratados internacionales no son la panacea para resolver las metas de desarrollo, sino instrumentos para empezar a encauzarlos”. Y reconoció que “al mismo tiempo de hacer la apertura no fuimos capaces de poner en marcha políticas públicas que lograran rebalancear el impacto en el desarrollo”. Reconoció que “el TLCAN ayudó a desarrollar sobre todo la zona norte del país, pero no el sur–sureste”. Dijo que “sabemos tener la capacidad de ver las deudas y las ausencias en el modelo de desarrollo. El México dual, el México de las disparidades y diferencias es una realidad”. Añadió “que pudo haberse dado un desarrollo más parejo si México hubiese contado con precios de energía similares a los de Estados Unidos, acceso mayor a financiamiento y políticas de competencia eficientes”. Y dijo que ahora, “a 22 años de vigencia del TLCAN para emparejar el piso y que los beneficios del tratado lleguen a todas las regiones y sectores del país, así como a los trabajadores, el gobierno federal lanzó las reformas estructurales y con un nuevo plano de competencia pareja se diseñarán acuerdos del siglo XXI que incluyan temas laborales y ambientales”.
Así como el país no tuvo políticas económicas para “rebalancear el impacto en el desarrollo”, cuando el TLCAN empezó, el problema es que sigue sin tenerlas. No hay política industrial, no hay política crediticia, ni política cambiaria que apuntalar la productividad, el desarrollo productivo y la competitividad para salir airosos del libre comercio. Las reformas estructurales no vendrán a mejorar la productividad y competitividad, sino a extranjerizar más al país para que el capital internacional se apodere de la riqueza natural del país. No solo seguirán ensanchándose las disparidades entre el norte y el sur, sino continuará la desindustrialización, el rezago de la producción de granos básicos, el subempleo, los bajos salarios, la desigualdad creciente de la riqueza y del ingreso.
En una pregunta que le hicieron en ese foro al secretario de Economía, en relación a si sacrificarán algunos sectores durante la negociación, con la finalidad de lograr beneficios en otros, señaló que “las negociaciones son para privilegiar el interés del país”. Habrá que recordarle que Estados Unidos (EU) se impuso en el acuerdo azucarero para favorecer a los industriales del azúcar, y México cedió, a costa de afectar a los industriales azucareros nacionales, para mantener dicho acuerdo azucarero. El propio secretario de Comercio de EU presentó el acuerdo azucarero como una cesión de México a las demandas de su país.
El gobierno mexicano irá a las negociaciones del TLCAN con una posición de ceder a todo planteamiento del gobierno de EU a fin de que éste no deje el TLCAN, dada la importancia que éste tiene para la entrada de capitales que el país requiere para mantener la apertura comercial y financiera, y seguir favoreciendo a las grandes empresas transnacionales ubicadas en el país, dada que no se tiene condiciones internas para el crecimiento, ni manejo soberano de la política económica para impulsar el crecimiento. A ello nos ha llevado el modelo económico de libre mercado de economía abierta predominante. A que el país no nos pertenezca y a que el gobierno se subordine cada vez más al capital internacional, y relegue los objetivos nacionales de soberanía y equidad.