Rius, sobrenombre artístico de Eduardo del Río García (Zamora, Michoacán, 20 de junio de 1934- Tepoztlán, Morelos, 8 de agosto de 2017) se fue convencido de que “este país ya no tiene remedio”. Este martes, a los 83 años de edad, falleció quien fuera considerado un referente cultural del país, maestro informal de muchos mexicanos, el más entrañable de los caricaturistas y formador de conciencias.
Eduardo del Río figuró entre los máximos exponentes de la caricatura mexicana e hizo del humor una forma de vida, se trazó un objetivo y lo cumplió: cultivar la caricatura. Por ello en cada uno de sus libros de historietas rompió con la solemnidad para abordar con humor temas de filosofía, capitalismo, marxismo, historia, religión y hasta nutrición vegetariana.
Durante más de cinco décadas orientó, divirtió y formó a miles de vegetarianos y ateos; también politizó a muchos mexicanos con sus historietas Los supermachos y Los agachados.
Elena Poniatowska lo consideró como uno de los grandes educadores de México del siglo XX, mientras Carlos Monsiváis dijo en su momento que en el país existen tres secretarías de educación: la SEP, Televisa y Rius.
Aquí en Puebla, en una de sus últimas visitas a la ciudad, dijo convencido que por lo menos desde la política y la democracia, México parece no tener un futuro. “Todas las elecciones son un fraude, en la última se dedicaron a comprar el voto. Yo no veo que haya esperanza, porque nuestra definición de democracia no nos permite que la política haga ciudadanos conscientes y participativos. Les recomiendo que no sean negativos como yo, y traten, entonces, de organizarse”, mencionó acompañado de un centenar de lectores.
Al presentar la antología Rius en pedacitos editado por la oaxaqueña Almadía, un “librito lleno de 100 puntadas, 100 imágenes hechas para reírse día a día, sabiendo que la risa es buena para la salud y para pensar”, dijo que este volumen le habían servido para reflexionar que es necesario separarse de la política.
“Estoy retirándome de esto, de los periódicos, y eso me hace feliz. En las noticias todo es malo: balaceras, muertes, polución. Los gobernantes han caído en un grado de cinismo y nadie hace algo. Al contrario, se han ocupado en dar una supuesta libertad de prensa, pero a los periodistas no les hacen caso: son como profetas dando gritos en el desierto”, expuso.
Rius consideró aquella ocasión que entonces “México es una especie de país fallido”, porque “no acabamos de cuajar como sociedad”.
“¿Dónde están los indios, que hemos hecho con nuestro origen?, los hemos apartado, les quitamos todo: sus dioses, su pintura, su arte, sus tierras. Los mandamos a las partes menos productivas del país. ¿Quién quiere dejar de ser blanco y poderoso?, ¿quiénes quieren igualarse a los indios?”, dijo y resolvió: “si queremos cambiar la sociedad y el futuro, tenemos que cambiar nosotros mismos, en particular”.
El autor de La interminable conquista de México agregó que otro asunto pendiente es la educación, la cual “es un desastre, producto de la historia que no nos ha beneficiado demasiado, en donde dominan los ricos y los blancos, los religiosos y los militares, que propician que un buen sistema que hace que la gente este agachada”.
“No necesitamos una reforma educativa chafa dedicada a controlar al magisterio, que por educación de calidad entienda ganancias y dinero. Pedimos escuelas en donde los niños, simplemente, sean felices. Necesitamos más bien una revolución educativa, en la que estén fuera Televisa y Tv Azteca y los políticos corruptos”.
Por último, consideró que los caricaturistas deben tener mucha responsabilidad ya que se comunican por medio de sus imágenes y su humor crítico. “Se trata de ser verídico, de ser creíble, que el lector sepa que mi trabajo no es para reír, sino que se trata de muchas cosas que son ciertas, que somos serios en nuestros planteamientos”, completó Rius, autor también de Las vacas locas o el error de comer carne, en el que reflexiona acerca del vegetarianismo, sus beneficios y sus posibilidades como una opción de consumo y economía, y de cómo el sistema nunca se ha preocupado por difundir este tipo de alimentación.