Jueves, abril 25, 2024

López Cuenca: Artistas urbanos ve a los creadores como precaria mano de obra

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En el marco globalizante, las ciudades concebidas como marcas turísticas que celosamente son cuidadas por sus administradores

–o sus gerentes, como es el caso de la ciudad de Puebla– usan y ven a los artistas como su “precaria mano de obra”. Dentro de estas ciudades–marca, dice el estudioso del arte Alberto López Cuenca, puede entenderse el llamado programa de Artistas urbanos impuesto por la Comuna de Puebla con el que creadores callejeros deberán restringir sus actos artísticos, pasar un casting, cubrir una cuota y hacer uso de ciertos espacios públicos.

En el artículo denominado “La cultura edificante en Puebla: arte y tragedia 2011–2017”, el profesor investigador de la maestría en Estética y Arte de la UAP aborda este programa y su desarrollo en el contexto cultural actual.

Indica que el rechazo a dicho programa por parte de la comunidad artística, que se ha reflejado en un par de marchas y una protesta en el zócalo de la ciudad, así como arte diverso y un microdocumental, se debe especialmente a dos aspectos: pagar por el derecho a ocupar un espacio público en espacios designados por la Secretaría de Gobernación municipal y las audiciones que artistas deberán hacer ante el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP).

López Cuenca añade que las “medidas no son exclusivas ni originales de la ciudad de Puebla”, ya que en ciudades como Barcelona, Nueva York, Londres o Málaga, los ayuntamientos regulan el uso que los artistas pueden hacer del espacio público. “Desde hace ya dos décadas el motor económico de esas ciudades ha dependido cada vez más de su conversión en un atractivo turístico”, agrega.

Compara que así como las empresas “hacen un uso celoso de su imagen corporativa y productos”, a los administradores de las ciudades–marca les urge controlar y regular los espacios públicos. Considera además que “Puebla inició ese experimento hace algunos años” y que “la privatización y las decisiones arbitrarias” han sido sus características.

En ese sentido, afirma que el programa de Artistas urbanos es “un paso más en la violenta y problemática globalización de Puebla”. Añade que en esta conversión en un destino turístico “se espera que la cultura sea la nueva fábrica de plusvalía y los artistas, gestores culturales, guías, vigilantes de sala, montadores y técnicos, su precaria mano de obra”.

Así, Alberto López Cuenca señala que el objetivo del programa de Artistas urbanos no está enfocado a que artistas y habitantes tengan una vida más digna, sino que “los espacios públicos subutilizados” produzcan valor económico. En el texto digital, aparecido en el sitio Mundo nuestro, agrega que obtener títulos como el de Ciudad creativa o Smart City “son claro testimonio de esa estrategia de transformación del modelo productivo en el que la ciudad se convierte en una gigantesca fábrica”.

En este sentido –mencionó– el “rescate del Centro Histórico”, “embellecer Puebla”, inaugurar un Museo Internacional del Barroco o poner en marcha un programa de Artistas urbanos no manifiestan otra cosa que la incursión a un nicho económico que no había sido explotado.

Al hacer un repaso de las acciones tomadas por el gobierno estatal durante los últimos seis años (periodo que abarca el gobierno panista de Rafael Moreno Valle Rosas y el actual encabezado por Antonio Gali Fayad), notó que estas descansan sobre un presupuesto clave, que “la cultura es un lugar de consenso”.

Explica que “ahora de un modo espectacular el estado promueve la cultura como algo que debe venerarse y respetarse”; lo hace, agregó, porque parece que “parece haber descubierto ahora que ‘cultura’ es un término que quizás solo pueda competir con el de ‘progreso’ para exigir consenso a la ciudadanía”.

El integrante del SNI añade que en estos años en Puebla ha sido común el equiparar todo arte y cultura oficiales con la “alta cultura”. No obstante, explica que lo que sucede aquí no es “alta cultura”, sino versiones low cost de las grandes marcas, con las que se busca “domesticar” a la ciudadanía y atraer al turista. “No nos hagamos ilusiones: la cola para entrar al museo hoy no conduce al ascenso social, sino a la tienda de souvenirs y al frapuccino del café franquicia”.

Al final, López Cuenca considera que “todo esto deriva en un mensaje obvio: (que) no puede haber más cultura que la oficial, la cual está la destinada al entretenimiento, al turismo y al consumo y, por lo tanto, cualquier práctica que se salga de esas lindes debe ser criminalizada, censurada o ahogada por la falta de financiamiento”.

Añade que frente a la cultura de élite que impera es momento de hacer mediante la cultura de los muchos. “Es momento de tomarnos el arte y la cultura en serio, y de decir en voz alta que eso que unos pocos pretenden que sea el arte y la cultura en Puebla no es el arte y la cultura que queremos. Es momento de decir esto porque tienen razón los creadores que denuncian el programa de Artistas urbanos: implica la privatización y la censura de otros modos de hacer y entender el arte en Puebla”.

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