Martes, abril 23, 2024

Académicos de la UAP y periodistas reciben correo para instalar software de espionaje

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Hace tres días el académico de la UAP y destacado urbanista de Puebla, Francisco Vélez Pliego, recibió un correo electrónico dirigido a la consultoría en que participa –Urbavista– y que aparentemente tenía un contenido inocuo. Sin embargo al analizar dicha comunicación, se acabó percatando de que es uno de los mensajes que permite instalar un software invasivo y mediante el cual se realizan labores de espionaje político, en tiempo real y con muy pocas posibilidades de que los afectados lo puedan detectar.

En el caso de Francisco Vélez Pliego, quien es director del Instituto de Ciencias Sociales de la UAP, se pudo detectar la naturaleza del correo en cuestión –ver la imagen de abajo– porque son mensajes electrónicos similares a los que recientemente exhibió The New York Times como la manera en que se instaura el sistema Pegasus, que es software muy sofisticado, de tecnología israelita, que estaría utilizando el gobierno federal para espiar a periodistas, defensores de derechos humanos y rivales políticos.

Vélez Pliego no es el primer académico de la UAP que recibe este tipo de correos, ya que varios miembros de esta casa de estudios, sobre todo quienes están en puestos de toma de decisiones o son parte de la administración central de la institución han registrado este tipo de comunicaciones, lo cual es un indicativo de que están bajo el manto del espionaje político.

De igual forma, algunos integrantes de La Jornada de Oriente hemos recibido desde hace varios meses este tipo de mensajes, junto con colegas de otros medios, bajo el señuelo de que son correos con cartas aclaratorias, con filtración de información, para convocar a eventos o notificar supuestos bloqueos a tarjetas bancarias.

El problema es que hasta hace poco se tenía una pobre percepción del riesgo de esos correos, que parecían ser obra de intentos de estafas, de bromas o de asuntos irrelevantes.

Lo cierto es que al abrirse esos correos en una computadora o un teléfono celular se instala en automático un software invasivo que permite rastrear el contenido de lo que se escribe, se consulta o se guarda en esos artefactos, mediante un buscador de palabras claves, que al detectar dicha información manda una señal de alerta y copia tales contenidos, que son almacenados en servidores instalados en países africanos, del Medio Oriente o de islas del Caribe, es decir naciones de difícil acceso.

Luego de ello, esos mismos servidores mandan la información hacia los clientes que contratan los servicios de espionaje.

Dicho sistema es muy difícil rastrearlo, no lo hace un simple ingeniero o técnico en sistemas computacionales.

Cuando The New York Times estalló el escándalo del supuesto espionaje de Pegasus contra una destacada y crítica periodista, la comunicadora tuvo que echar mano de tres expertos en estos sistemas para percatarse de que efectivamente en las computadoras, servidores y otros aparatos de sus oficinas estaba presente un software que nunca se instaló con consentimiento de los usuarios.

En el caso de los académicos de la UAP, periodistas y seguramente muchos activistas políticos y sociales de Puebla que han recibido estos correos, es imposible –por ahora– saber con qué tecnologías se están infiltrando sus computadoras y teléfonos, qué empresas hacen esa labor y quién o quiénes son los receptores de la información que se hurga por esa vía.

Todo hace suponer que dicho espionaje ha tenido como principales remitentes a miembros del grupo político cuyo líder, hasta no hace mucho, era el principal huésped de Casa Puebla.

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