Martes, abril 16, 2024

¿Robo en la UAP fue para influir en la sucesión rectoral?

Destacamos

El voluminoso y bien planeado robo de documentos oficiales de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), que el miércoles pasado fueron sustraídos con camiones de carga de una bodega de la institución, es un hurto que no tiene la pinta de ser obra de delincuentes comunes y sí habría elementos para suponer que podría tratarse de una acción con la que una fuerza política busca influir en la vida interna de la institución, tal vez en el proceso de renovación de la rectoría de esta casa de estudios, que habrá de ocurrir antes de concluir el presente año.

La única fuerza política que en el estado tendría interés de meter la mano en la sucesión rectoral de la UAP es el grupo del ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, que aunque públicamente ha llevado una relación de respeto hacia las autoridades universitarias, se sabe que varios de sus miembros siempre han buscado, sin éxito, tener injerencia en la institución –o mejor dicho tráfico de influencias–, lo cual ha derivado en un resentimiento hacia miembros del gobierno central de dicha casa de estudios.

El robo en cuestión ocurrió a plena luz del día, en unas bodegas de la UAP ubicadas en San Felipe Hueyotlipan. Los ladrones primero utilizaron una pequeña camioneta que fue insuficiente para llevarse los miles de documentos oficiales que extrajeron, por lo cual echaron mano de dos camiones de carga, que fueron llenados con papelería de la institución, que al parecer corresponde a información contable y de obras ejecutadas en la universidad.

Al conocerse este episodio la primera pregunta que brinca es: ¿unos ladrones para que quieren robarse miles de papeles usados? Ni aunque lo vendieran por kilo eso les podría dejar una ganancia importante y no habría valido la pena el riesgo, la organización y el uso de vehículos pesados. Tales observaciones plantean que no se trató de un ilícito de la delincuencia común, sino de un hurto con fines políticos.

Parece que alguien entro a esa bodega a buscar documentación oficial para usarla como instrumento de presión o manipulación política. Esos papeles se pueden alterar para fabricar erróneas interpretaciones del uso de los recursos presupuestales de la UAP; para modificarlos e inventar supuestas anomalías financieras; o para chantajear a autoridades de la institución.

Sobre quién pudo haber estado atrás, surgen por lo menos tres especulaciones:

Primero: que pudiera tratarse de un intento del grupo político de Rafael Moreno Valle Rosas, que es comandado por el diputado federal Eukid Castañón Herrera, de querer meter las manos en el proceso de sucesión rectoral y dificultar la reelección del actual jefe del gobierno universitario, Alfonso Esparza Ortiz.

UAP

Segundo: que Eukid Castañón Herrera pretenda generar una situación de conflicto para obligar a quienes participen en el proceso electoral de la UAP, como candidatos a la rectoría, a acudir a negociar con Rafael Moreno Valle Rosas el cese de hostilidades o la obtención de apoyo para ganar la contienda interna.

Las dos anteriores especulaciones se apoyan en el hecho que el martes pasado estuvo en Puebla el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, quien se habría reunido con panistas y funcionarios públicos, con el propósito de seguir influyendo en la vida política del estado.

Y no como se pudiera pensar, que busca intervenir solamente en torno al proceso electoral del año 2018, sino quiere seguir siendo factor presión e influencia en la vida pública actual. Es decir, quiere seguir mandando en Puebla.

Tercero: otra posibilidad, aunque remota y poco posible, es que el hurto se pudiera haber generado por ex funcionarios de la universidad que fueron parte de la rectoría de Enrique Agüera Ibáñez y que habrían intentado obtener información que borrara anomalías del pasado o para ejecutar una venganza por haber quedado fuera de la administración central de la UAP.

Tal vez algún día se sepa quién fue el autor intelectual de ese atípico robo. Lo que ahora queda claro es que no es casualidad que ocurra en los meses previos al inicio del próximo proceso electoral de la UAP.

El momento y la forma en que pasó genera la sospecha de que ese robo es una clara maniobra para evitar que la sucesión rectoral se de en un ambiente terso y sin complicaciones.

Contra el nombre de Juan de Palafox en el Congreso

El periodista, antropólogo y editor de revistas culturales Ociel Mora redactó una carta abierta para expresar su malestar por la decisión del Congreso local de poner en letras de oro el nombre de Juan de Palafox en el salón de plenos del Poder Legislativo. Yo me sumo a esa inconformidad. Esta es la misiva:

“El Congreso de Puebla honra al imperio

“Lo que puede pasar como una decisión inocua del Congreso de Puebla, no lo es. Resulta que una diputada con la finalidad de complacer a su familia determinó que el muro de honor del gran recinto llevará en letras de oro el nombre del virrey Juan de Palafox y Mendoza (en el desbordado repertorio poblano de hombres y mujeres ilustres no halló otra figura mejor que al presentante del rey, el mismo que mantuvo a México durante siglo bajo el dominio de la fuerza colonial). Y como en todas las decisiones que toma ese órgano que se dice colegiado, lo hizo a hurtadillas de la población (¿para que consultarla?, ¡qué fastidio!). El caso es que la señorita “representante popular”, con su iniciativa cuestiona la soberanía nacional de México y contraviene el espíritu de las leyes que juró cumplir y hacer cumplir. Palafox fue el administrador del imperio, punto. Y actúo en consecuencia con base en ello. Todos sus actos de gobierno fueron en ese marco. Que dejó una biblioteca. Sí, pero lo que no se dice, o no lo sabe la legisladora, es que esa biblioteca como reservorio de conocimiento en el siglo XVII, es basura (no hablo de los libros como objetos, que pueden tener su valor histórico como la tiene las sillas, pero hasta ahí). Los grandes libros precursores de la Ilustración nunca llegaron a América, porque estaban prohibidos. Palafox, en su afán de establecer la secularización, acabó con la ilustración que representaban los jesuitas y los persiguió. En todo caso quien debe estar en letras de oro es Francisco Javier Clavijero que, por cierto, estudió en el Carolino. La ignorancia, la omisión o residuos hispanistas mal digeridos, el asunto dará mucho. De lo que nos ocuparemos más adelante con más detalle”.

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