Hace unos días me compartieron a través de una red social una conferencia que dio Marco Antonio Regil en 2009 para la semana de las PyME y pese a que el video es ya viejo, tiene una enorme vigencia actualmente debido a que el pensamiento neoliberal pseudo empresarial que ve en la changarrización el futuro de nuestra deprimida economía, sigue promoviendo las premisas estupidizantes de esa conferencia. Una de las maravillas de las redes sociales, es que, desaguisados como el de Regil, tienden a resurgir para el pitorreo nacional. El asunto es que el conductor de programas de concurso, da una “disertación” sobre la “filosofía del pobre frente a la filosofía de la clase media y del rico”. En efecto, el econo–filósofo afirma que el pobre es pobre porque no toma las decisiones correctas, porque no ahorra, porque es mediocre en pocas palabras y tiene un pensamiento miserable. Por supuesto, es enemigo del estado benefactor y critica de paso al Peje al ponerlo como ejemplo de paranoia conspirativa y de modorra pedinchera, condiciones que, según él, llevan al ser humano a la pobreza… El rico no quiere que le den, él lo consigue todo, labra su destino. Por tanto, siguiendo esta línea de “pensamiento”, el pobre es pobre porque quiere y básicamente es haragán, comodino y revoltoso. Dicho pensamiento de pastelazo y de comida chatarra, permea de manera peligrosa en la mentecilla de buena parte de la población de nuestro país, al grado de que hay quienes le dan igual o mayor importancia a asignaturas y programas de emprendedurismo, que a materias teóricas. Las licenciaturas deben propiciar el conocimiento y su adquisición por parte del estudiante, no sólo capacitarlo.
En un artículo reciente para el diario español El País, Antonio Navalón analiza a los llamados “millennials” y su preocupante tendencia a la vacuidad total. Más allá de que no creo en esas categorizaciones generacionales y su marca en los sujetos –tan despreocupados e ignorantes los X como estos Millennials– me parece que estamos observando una tendencia en estas generaciones propiciada por el sistema mismo que ha excretado sujetos sumamente ignorantes y desmovilizados a priori. “Los millennials (nacidos entre 1980 y 2000) –según Navalón– vienen pisando fuerte. No hay empresa, organización o político que no dedique sus esfuerzos a alcanzar, convencer o movilizar a estos hijos de la revolución tecnológica. Todos tienen como objetivo conquistarles. Sin embargo, no existe constancia de que ellos hayan nacido y crecido con los valores del civismo y la responsabilidad. Hasta este momento, salvo en sus preferencias tecnológicas, no se identifican con ninguna aspiración política o social. Su falta de vinculación con el pasado y su indiferencia, en cierto sentido, hacia el mundo real son los rasgos que mejor los definen. En ese sentido, es probable que el eslabón perdido de esta crisis mundial generalizada resida en el hecho de que son una generación que tiene todos los derechos, pero ninguna obligación”. Por supuesto, son jóvenes llamados a ser “ricos” en términos del econo–filósofo Regil, pero sin las herramientas intelectuales para lograrlo. Seguramente están atiborrados de cursos de comunicación altamente efectiva, de pensamiento positivo, lo que indudablemente los lleva a ser proactivos. ¡Bien por ellos! Sin embargo, están desprovistos de pensamiento teórico para producir conocimiento. Son los jóvenes del futuro yermo que nos espera.
Navalón afirma que el “problema es que, si gran parte de esta generación que está tomando el relevo no tiene responsabilidades, ni obligaciones y tampoco un proyecto definido, tal vez eso explique la llegada de mandatarios como Donald Trump o la enorme abstención electoral en México. Ojalá la alta participación de los menores de 35 años en las recientes elecciones británicas signifique un cambio de tendencia de esa profunda indiferencia social”. Sin embargo, como lo he mencionado en otras entregas, el pensamiento único y dominante estipula que tú tienes que ser dueño de tu propio destino, que el Estado no tiene por qué darte nada, ni siquiera generar las condiciones para que puedas obtener algo y todo, absolutamente todo, tiene que generarte una ganancia, no sólo económica, sino placentera también. Comparto un comentario recogido de la plataforma de video donde encontré la conferencia, que coloco de manera deliberada como tal, con todo y los yerros ortográficos: “Marco Antonio Regil es un excelente educador ya que no te duerme en tres horas de conferencia… es un excelente trabajo el que hace… me gusta mucho su actitud positiva y la humildad de reconocer que aprendio muchas cosas de Robert Kiyosaki, eso lo hace precisamente mas exitoso, porque no pretende ser el guru como el dijo… babosos los que no toman la informacion y la aplican a sus vidas… yo al menos asi lo hago y siempre estare agradecido con Regil y con Kiyosaki por darnos esta informacion valiosisima”. ¡No tiene despedicio! Es como aquellos que elevan a Arjona al rango de poeta moderno. Regil, según este comentario, sería todo un econo–filósofo–pedagogo de primer nivel y sus afirmaciones son perfectamente aplicables a la vida cotidiana. Y claro, en un mundo como el que describe Navalón, es meramente lógico que un comentario como el que compartí sea la tendencia; mundo preparado para que los saltimbanquis y prestidigitadores de medio pelo hagan su agosto.