Quiero compartir mi perspectiva política personal, soy una socialista democrática, me entusiasman los procesos electorales, he participado como observadora electoral, en capacitaciones para fortalecer la ciudadanía, entre otras actividades de promoción de la democracia.
Soy parte de una organización que, aunque pequeña, realizamos procesos de toma de decisiones colectivas y consensos. En los espacios más cotidianos considero importante que todas las voces puedan dialogar para llegar a acuerdos para el bien común. Sin embargo, ante resultados electorales absurdos como el triunfo de Trump, y otros recientes, me pregunto ¿Cómo va la democracia? y ¿Qué debemos aprender de los resultados electorales que no son siempre de nuestro agrado?
Conozco organizaciones sociales que realizan votaciones, asambleas, referéndums, para la toma colectiva de decisiones y elección de representantes. Campesinas e indígenas organizadas democráticamente para diversos proyectos y procesos colectivos. En estas cooperativas, no observo grandes amenazas a sus procesos democráticos. Creemos en la propuesta de representatividad en donde intervienen todos los integrantes de las organizaciones. Esto no quiere decir que no existan desafíos, es complejo construir la participación, el compromiso, la energía y la voluntad. Somos personas diversas (intervienen factores culturales, de género, generación, idioma, incluso geográficas), que decidimos aprender y comprometernos con los procesos que favorezcan vivir la democracia al interior de nuestros grupos. El camino está lleno de desafíos, pero consideramos que vale la pena construir estos procesos sociales por el bien común.
Fortalecer los procesos democráticos, resulta extenuante, poco reconocido, pareciera invisible. Se trata de un trabajo que implica experimentación, fracaso, logros, confianza, para beneficio de quienes participamos. Sin embargo, hay obstáculos, el miedo que envenena la confianza y obstaculiza la experiencia de participación. Pero el diálogo constante, el reconocimiento de las voces diversas, y de la potencialidad de quienes participamos, posibilita construir democráticamente.
Pero, ¿qué pasa en otros espacios sociales? ¿En otras regiones del mundo? En México, por ejemplo, los procesos democráticos nos han sido negados, no contamos con las estructuras políticas que posibiliten realmente la participación de las personas para la toma de decisiones y representatividad. La Alemania de Hitler y los Estados Unidos de Trump, no aportan muchas pistas para comprender la democracia directa y participativa. Si en cambio plantea grandes retos y nos exige visibilizar a actores sociales que parecieran permanecer en el lado oculto y que inciden profundamente en las decisiones del electorado. Por ejemplo ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación? ¿Qué elementos del sistema político electoral están siendo manipulados y por lo tanto anulan la democracia?
Es necesario comprender que trabajar y fortalecer la democracia real es una tarea imperante. Un gran desafío, implica develar lo oculto, la mentira y el miedo. Requiere ver las cosas más como son que como deseamos que sean. Se necesita entonces compromiso de largo plazo, inclusión y construcción de una cultura de escucha y respeto. Cuestión que debe suceder en los espacios electorales, pero fundamentalmente, en la sociedad en general.
Mantengamos la esperanza.