Jueves, marzo 28, 2024

A través del cómic, artistas abordan historia y realidad de pueblos originarios de AL

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El mítico Popol Vuh, el más importante de los textos mayas que se conservan, tiene una nueva lectura hecha a partir del cómic: aquella que intercambia a los gemelos Hunahpú y Xbalanqué por una mujer y un hombre, ella la sabiduría representada en un quetzal, y él como el ingenio representado en un ocelote.

Árbol de la vida es el nombre de esta pieza realizada en 2016 por los artistas Itzel de Sucre y Nava. Consiste en un recorte en vinil auto adherible complementado con un cómic–códice contemporáneo impreso por medio del risograph, una técnica de impresión más parecida al grabado que logra colores intensos e inusuales como el azul metálico, el rosa neón y el dorado.

Dicha pieza es la encargada de abrir la exposición Taco de ojo: tlacuilo, una colectiva latinoamericana de artistas del cómic, la historieta y la ilustración denominada Latino Toons, que fue inaugurada este fin de semana en el Museo Amparo para permanecer hasta el 17 de julio.

Nava, artista mexicano del cómic, es el curador de esta muestra que se basa en la narrativa del arte textil, cerámico y arquitectónico de los pueblos originarios de América Latina, lo mismo de historias andinas, de grupos indígenas de Brasil y mitos mesoamericanos.

Esa indagación es uno de los caminos que toma la exhibición. En él, Ricardo Pélaez, Roy Simancas, Emán Cirianni, Daniel Ponciano, David Galliquin, Al–Azar, Berumen, Mr. Glaubitz, Fer Calvi y Santiago Solís, son algunos de los artistas que reflexionan sobre temas, asuntos y problemáticas latinoamericanas. Lo hacen por medio de obras como Coyolxauhqui, Guerrero Jaguar, Xipé Totec, Momentzcopingui, Peregrinación, Sacrificio, Tribu Wifi, Súper Cholo, El oso, Cacería, El sueño del abuelo Jaguar y La máscara dorada, entre otras.

En todas estas piezas, como expuso Nava durante una rueda de prensa, se refleja que en Latinoamérica los problemas son los mismos: la protección el agua, la marginalidad de los pueblos, el despojo, la lucha política, la búsqueda de sus desaparecidos, las comunidades que no tienen voz, el exterminio. “Pensamos el mapa horizontalmente. Parece más complicado subir o bajar, que moverse de un lado a otro. La idea de una historicidad lineal ciega. De la forma más humilde hicimos nuestra tarea. Es un error pensar a las ciudades como los ejes de acción. Una descentralización es más inteligente: destaca lo heterogéneo”, ideó el curador.

Otro camino para abordar la exposición del Museo Amparo, es la forma en que trabaja Latino Toons, un colectivo surgido “de la casualidad” en 2013 que tiene su apuesta política ante la manera que el cómic latinoamericano, como género, se coloca en un rincón de las editoriales y las librerías. “Es un movimiento de autoedición para sacar las historias; somos historietistas, no gente que trabaja a sueldo por una idea”, sostuvo Nava.

El brasileño André Ducci, el peruano Jorge Pérez–Ruibal, el chileno Tomas Ives, el boliviano Marco Tóxico, y los mexicanos Mr. Glaubitz y Nava conforman este colectivo que proyecta siete números de la revista Taco de ojo. Tlacuilo, a su vez, es la tercera antología de este proyecto que reúne a 37 artistas latinoamericanos que presentan 160 piezas de arte y narrativa gráfica e incluso multimedia como es la realidad aumentada y la animación.

Ejemplo de ello, es lo hecho por Galamot Skahu y el propio Nava, quienes tomaron el Códice Laud y el Códice Vindobonensis, dos antiguos documentos del centro de México y de la mixteca alta, respectivamente, retomando los personajes y sus posturas físicas, abordando el viaje al Mictlán. Lo hicieron a través del pixel art, una estética de los 80 y 90 del siglo anterior que fue animada y está disponible de ser vista por medio de realidad aumentada gracias a la aplicación Latino Toons que puede ser descargada por los asistentes a la muestra.

El tercer abordaje se da desde la técnica. Ello, porque en el caso de Taco de ojo: tlacuilo es la primera exposición en México con obras impresas en gran formato con el risograph, un medio de impresión de tintas directas, más como serigrafías, que hacen pensar en “manchas y plastas” propias del grabado mexicano.

Gracias a la labor de los talleres Cráter invertido y Gato Negro ediciones, ambos de la ciudad de México, así como Risograph Lab, ubicado en Austin, Texas, se pudieron realizar e indagar sobre las impresiones y registros de los colores, pensados como pigmentos vivos al estar derivados de la soya.

Lo que permitió el risograph, explicó Nava, fue hacer un salto para historietistas y artistas del cómic en materia de edición: “Pudimos pasar de la foto copia a la propia tinta; imaginarnos otras realidades. El museo se convirtió en un sitio para rescatar el género”.

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