Jueves, abril 25, 2024

Candados del amor fijados al mirador de las escalinatas de Tlaxcala

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El amor se expresa de una y mil formas, y también a lo largo de la historia se ha buscado y encontrado la forma de sellarlo, como los llamados candados del amor, esos que pulularon a principios del nuevo milenio en Europa y que ahora en  Tlaxcala también tienen su sitio.

Los candados del amor de Tlaxcala son ya un atractivo más que “adornan” el mirador de las Escalinatas de los Héroes. Casi en la cúspide de los 244 escalones y al pie del monumento a Xicohténcatl Axayacatzin,  ahí los enamorados han utilizado los barandales para sellar su amor.

Desde cuándo empezó esta forma usada por los enamorados para sellar su amor eterno en Tlaxcala, nadie lo sabe con exactitud. Una mujer, oficial de seguridad pública estatal, que labora en las oficinas de dos estaciones de radio ubicadas en la cima de las escalinatas, estima que tiene más de dos años de ello.

La creencia dice que al hacerlo, el amor de la pareja será eterno y que jamás volverá a separarse.

Pero, ¿se han preguntado de dónde proviene la particular tradición que hace ya más de una década se lleva a cabo y que con el paso del tiempo también se ha apoderado de diversos puentes alrededor del mundo?

Pues esta tradición se originó en Florencia, Italia, y no en Francia, en el Puente de las Artes en París como muchos lo hayan creído y pensado.

Existen tres leyendas que dicen que la moda empezó en Roma gracias a unos enamorados, otros que fue un cerrajero y por último que se basa en un libro de Federico Moccia. Ustedes elegirán cuál creer.

En primer lugar se encuentra la leyenda de Roma. Se dice que todo inició en este siglo exactamente en el Puente Milvio. Los enamorados empezaron a colocar los candados en el farol del puente con sus nombres o alguna frase especial que los identificara. Después de eso, la fiebre llegó a París, específicamente al Puente de las Artes y luego se propagó en todos los demás puentes en los cuales las parejas evidenciaban el amor que se tenían.

Pero hay otra leyenda, la cual nace como una estrategia de mercadotecnia y que nada, desde luego, tiene que ver con el amor y está muy alejada de ser una historia a lo Romeo y Julieta.

De esa historia, el protagonista fue un cerrajero, quien en una fecha no muy clara hasta ahora, quiso hacerle publicidad a su cerrajería ubicada a los pies del Puente Milvio, enganchando en la baranda uno de los candados que vendía.

El resultado fue “negocio redondo”, ya que enseguida las parejas de enamorados que por allí pululaban comenzaron a imitar su acción, asignándole un significado profundo y romántico que nada tenía que ver con el propósito del aquel hombre cerrajero que, en su afán comerciante, inicio la costumbre.

La tercera historia, quizá la menos creíble, es a la moda basada en el segundo libro de la trilogía escrita por el italiano Federico Moccia, Tengo ganas de ti. La primera fue Tres metros sobre el cielo y la tercera es Perdona si te llamo amor.

Algunos aseguran que la tendencia de los candados empezó cuando leyeron una parte del libro en la cual da cuenta que los protagonistas Babi y Step, sellaba su amor colocando un candado en el puente cerca al río Tiber, en donde, además, tiraban la llave para impedir que los separen.

Puede que las leyendas hayan cobrado mayor sentido con elementos de las historias de amor, llevando día a día a cientos de personas a sumarse a la tradición que hoy adorna tantos puentes del mundo y ahora en el mirador de las Escalinatas de los Héroes de Tlaxcala.

Ahí, en ese bello sitio desde donde se pueden admirar innumerables atractivos de la capital del estado, los enamorados, jóvenes, adultos y algunos hasta niños, llegan a sellar su amor con un candado.

Nombres y palabras de amor adornar los candados que son grabados con plumones de tinta negra o roja. Pero también, algunos, los menos, tienen listones de colores en donde también dejan inscritos palabras de amor, pensamientos y en algunos casos hasta fragmentos de poemas.

Cuándo inició la colocación de los candados del amor en ese mirador. Quizá muy pocos los saben, pero ya suman cientos y lo mejor es que el panorama y la visión que gozan esos sellos de amor muchos los desearían.

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