Tras la muerte de su padre, quien era un ejecutor del teponaxtle, a Romualdo Temoltzin le correspondió escribir su propia historia con este instrumento prehispánico que también fue utilizado por su bisabuelo y que confía continúe sirviendo a sus hijos y a los descendientes de éstos como ha sido hasta este momento de su vida.
La historia del teponaxtle y la vida de este señor originario de San Pedro Xochiteotla, municipio de Chiautempan, se remonta desde que tenía 10 años de edad, cuando aprendió a tocarlo y desde entonces se convirtió en una parte importante de su familia, pues gracias a él y otros instrumentos se ha ganado el sustento diario de él y de sus descendientes.
Por eso cuida con mucho esmero esta pieza de origen ancestral, pues sabe que sin ésta su padre y sus antecesores tal vez se hubieran dedicado a otra actividad, pero no fue así y ahora él continúa la tradición familiar de ejecutar música azteca a través del grupo que formó y al cual nombró “Los Andariegos de La Malinche”.
“Yo empecé a tocar desde los 10 años de edad, empecé a trabajar en la música, ahorita tengo 53 años”, refiere don Romualdo en entrevista con La Jornada de Oriente.
“Aprendí por el finado de mi papá, que también tocaba el teponaxtle, es una herencia, y él aprendió de su papá, y él de su abuelito. Era una familia de la música, pues a lo mejor dios nos dio ese don para trabajar en la música”.
Al igual que recibió este don, él también lo ha transmitido a sus hijos, quienes también se dedican a esta actividad desde “chiquitos, ahorita ya son jóvenes grandes y siguen trabajando. Cuando tenemos contratos, estamos obligados a cumplirlos y cada quien se va por su lado. Nosotros hacemos dos grupos musicales”.
–¿Le gusta tocar el teponaxtle?
–Sí, siento bonito y me gustó porque mis hijos también saben tocar, yo les animo a que le echen ganas, porque es muy bonita la música.
Además, asienta que “gracias a dios y a esta música tenemos comida, nos pagan. Hay comida, bebida, de todo. Me siento a gusto trabajando”.
Comenta que el gusto o uso de la música azteca aún está vigente en las comunidades, principalmente para las celebraciones religiosas y como ejemplo de ello, Romualdo destaca que cada ocho días tiene contrato “en La Magdalena Tlaltelulco, por Apizaco, por Puebla, también hemos estado en la catedral, en San Miguel Canoa, donde quiera andamos nosotros tocando”.
El teponaxtle se utiliza en las iglesias para llamar a las personas a misa, “nosotros empezamos a tocar y ya llega la gente, es una tradición”.
Por un contrato, el costo es de mil 500 pesos por 10 horas, “no es muy cansado porque nos vamos turnando con la banda de viento, además no nos cansamos porque estamos acostumbrados a este trabajo”. El grupo “Los andariegos de La Malinche” lo integran tres personas, que ejecutan el teponaxtle, la tarola y la chirimia, “antes solamente tocábamos música azteca y no teníamos nombre”, refiere.
De manera particular y con cierta emoción, don Romualdo se expresa del teponaxtle que utiliza, pues tiene 120 años y fue utilizado por su papá y su abuelito. “Ellos lo compraron y ya, hasta la fecha se sigue utilizando. He visto que otros teponaxtles, los señores se mueren y sus hijos los dejan al abandono, con un año que estén si usar ya se apolillaron”.
En el caso suyo, solo le mandó a rebajar la tabla porque estaba muy gruesa para que tuviera un mejor sonido.
Comenta que en Xochiteotla son como seis personas las que ejecutan este instrumento, aunque él es de más años, pues el resto apenas comenzó a tocarlo.
Don Romualdo aprendió a tocar a los 10 años
En otras comunidades, ha visto que se está perdiendo esta tradición, pero en su pueblo son varios, “yo espero que mis hijos le enseñen a sus hijos. Yo tengo dos teponaxtles y una tarola. Yo aprendí de puro oído, pero también ensayamos cuando echamos cumbias, danzones, practicamos”.
También revela que en su pueblo ya hay mujeres que aprendieron a tocar este instrumento. “Hay un matrimonio que tiene su grupo, pero solo tocan la tarola y el teponaxtle”.
–¿Cómo ve que las mujeres toquen el teponaxtle?
–Pues ya les gustó y, afortunadamente, como digo gracias a dios la música es muy socorrida, ganan su dinero, hay para todos. Luego yo voy a firmar trabajos y llega otro, aquí el que le tocó, está en cada quien.