Cambio de mentalidad en los actores públicos exige la gobernanza. Se acabó el tiempo en que todo lo debía resolver el gobierno. Empresarios, comerciantes y organizaciones civiles tendrán que dejar de verse como piezas clave del corporativismo.
Una parte importante de las empresas locales y de una gran cantidad de empresarios medianos y pequeños han desarrollado una relación de dependencia–subordinación hacia el gobierno. Los grandes empresarios no existen en Tlaxcala.
La mayor inconformidad no deviene de problemas por la competencia en el mercado, sino porque no son seleccionados como proveedores de productos o servicios. O en la construcción de obra pública con la que conviven mediante porcentajes y chantajes.
Gran parte de las llamadas organizaciones de la sociedad civil se creó y vive a expensas de la promoción del gobierno estatal. Algunas otras lo hacen por la vía del patrocinio, vía la realización de proyectos de “investigación” o prestación de servicios.
Y no se diga a los partidos políticos que hicieron del gobierno su mayor bolsa de trabajo. La alternancia es la mejor muestra del significado que el gobierno tiene en el sostenimiento de organizaciones político–familiares.
La gobernanza reconoce que la dirección de la sociedad no puede ser solo responsabilidad del gobierno. Finalmente solo con el mercado y la sociedad civil pueden crearse puentes e interacciones para resolver problemas sociales.
La experiencia de la mayor parte de los miembros del gabinete es que la política y la administración pública son factores importantes para resolver los problemas por la vía del corporativismo, el patrimonialismo y la impunidad.
De ahí que si se quiere tomar en serio la gobernanza, debe producirse un cambio de mentalidad de todos los actores políticos, sociales y culturales. En conclusión, se requiere un cambio de chip en quienes han desarrollado su vida bajo la idea de que todos los problemas deben solucionarlos papá–gobierno.