Viernes, abril 19, 2024

Mario César y sus años de vida infructuosos

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“Qué tristeza da que a mis 49 años de edad no tenía ni la menor idea de lo que era la lucha social, de lo que era activismo… 49 años de mi vida inútiles”, confiesa Mario César González Contreras, padre de César Manuel, el normalista de origen tlaxcalteca desaparecido en Iguala, Guerrero, hace ya casi dos años cinco meses.

Dolido, se sincera ante un escaso auditorio frente a Palacio de Gobierno en la capital del estado.

Es el tercer orador en el mitin de la caravana “Tejiendo 43 Esperanzas”.

Aferrado al micrófono prosigue su discurso. Poco a poco endurece el tono.

“Que si uno se enojaba porque marchaban los profesores, porque marchaba el pueblo, yo ya había trabajado, ya iba a mi casa a comer; pero en estos dos años, cuatro meses y días, he aprendido muchísimo de cómo verdaderamente el Estado mexicano está vaciando al país, cómo lo está privatizando, es lo que no nos damos cuenta… nos vale”.

Resalta que las reformas estructurales van a perjudicar a todos.

“Para nosotros  los 43 padres de familia, ni el gasolinazo, ni el chupacrabas, van a opacar nuestro movimiento y si piensan que nos van a intimidar con un uniforme de policía, el coraje es grande”.

El hombre que lleva en su torso el rostro impreso de su vástago, en una playera sobrepuesta a otra, recuerda que “gente cobarde, con armas, se llevó a 43 estudiantes desarmados, que lo único que querían era venir a (la Ciudad de) México a la marcha del 2 de octubre”.

Pero “es más fácil ser un criminal, que un estudiante rebelde que levanta la voz”, remarca molesto. Recrimina la impunidad de la que gozan los funcionarios públicos involucrados en este caso sin resolver.

“Se están volviendo intocables todos esos señores; ¿qué es lo que está pasando en nuestro México?”, enfatiza.

Y vuelve a preguntar: “¿Qué es lo que está pasando con nosotros los mexicanos que nos quedamos callados y no levantamos la voz?”

Hace una pausa en reprimenda a la indiferencia de la sociedad.

Mario César reconviene: “Estamos esperando que cualquier familia de ustedes sea desaparecido para que sufran lo mismo que estamos sufriendo los 43 padres de familia”.

Y aun así –aclara–, con nuestro dolor, nosotros le rogamos a dios que no sufra una familia más lo que nosotros sufrimos.

“Que tengan justicia esos más de 27 mil y tantos desaparecidos; estamos peleando por la gente que lucha por un bosque, pero desafortunadamente ni un árbol es de ellos, pero quieren un mejor México para ellos, para los futuros miembros de su país”.

¿Qué está pasando?, vuelve a cuestionar Mario César.

Lanza la misma pregunta hacia el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, “porque ni tan siquiera una recomendación ha hecho por su paisano tlaxcalteca, que es mi hijo”.

“¿Ustedes creen que a este gobernador y a este secretario le importa la vida de uno de ustedes?; a ellos lo único que les importa es saquear las arcas del estado, el dinero”.

Con la experiencia acumulada en estos más de dos años de búsqueda, Mario asienta que los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa saben que cada uno de sus actos es registrado por agentes del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).  “¡Cómo no tienen idea!”, dice al exiguo público que lo escucha.

Advierte: “No nos van a callar. Lo único que queremos es lo justo: la presentación con vida de nuestros hijos”.

“Esos normalistas que levantan la voz, por 15 pesos más para sus comidas y, si bien les va, nomás los golpean y si no, los matan”.

Luego, a la mente de Mario César viene otro estudiante.

Grillo, donde estés, un gran compañero, un gran niño, de 22 años, que hace una semana me lo mataron, siempre andaba con los padres de familia, quería ir a una universidad, pero le gustaba levantar la voz por estos 43. Fue un honor conocerte”.

Así termina su intervención. De inmediato es rodeado por reporteros y fotoreporteros.

A Mario César le enoja ser involucrado con criminales

Expresa su enfado hacia agentes de Gobernación que se mezclan entre periodistas durante  la entrevista.

“Es una tristeza, qué poca ética, qué poca moral, como para llevar todavía las grabaciones para allá (en referencia al gobierno)… desgraciadamente juegan con la vida humana”.

Mario César responde aún más irritado en torno a la campaña de desprestigio al activismo de los padres de los 43 normalistas de la normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.

“En qué cabeza cabe, ya sea de periodista o de ciudadano, que un papá (de normalista) sea (del grupo criminal) Guerreros Unidos y el hijo sea de Los Rojos”.

“Lo peor de todo –lamenta– es que  uno que es del estado de Tlaxcala, que no tiene ni la menor idea de cómo se maneja el crimen organizado en Guerrero, lo quieran involucrar en ese tipo de grupos, solamente el que está zafado lo va a creer”.

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