Jardines abiertos a la literatura y a los cientos de títulos de literatura infantil y juvenil ofrecidos por 50 sellos editoriales; maratones de lectura en voz alta donde era calificada la correcta entonación y pausas gramaticales; diálogos y reflexiones encontrados en el Centro de Lectura Itinerante en donde mediadores, artistas, escritores e ilustradores compartieron sus experiencias; música y cuenta cuentos que pese a su diversidad de géneros y temáticas compartieron su gusto por desarrollar la imaginación de sus escuchas; todo ellos, actos de la Feria Internacional de Lectura (Filec), que este fin de semana celebró su décima edición.
Tan solo en su primer día, la Filec reunió a más de cinco mil personas, una cifra que se multiplicó a lo largo de tres días más para cumplir y rebasar con los 17 mil asistentes que cada año ha tenido este proyecto impulsado por el Consejo Puebla de Lectura (CPL) y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
Desde la entrada, en la calle que por cuatro días al año se convierte en un espacio de convivencia, se veían llegar cientos de personas para participar en esta feria que es particular por varias razones; una de ellas, que se realiza en las instalaciones de un centro de investigación científica como lo es del INAOE, centro ubicado en la comunidad de Santa María Tonantzintla.
El sábado para la Filec es un día especial, una larga jornada. Además de las actividades habituales de difusión científica, lectura en voz alta, venta de libros y talleres diversos, este día se caracteriza porque las actividades se extienden hasta las 12 de la noche por una razón: porque familias enteres participan de la Noche astronómica.
Desde las cinco de la tarde, se arma una larga fila que serpentea hasta la calle, afuera de las instalaciones del INAOE. Ahí, niños, adolescentes y adultos esperan pacientemente por un pase que les dejará participar de este acto anual.
La noche astronómica permite el acceso a los telescopios de la Cámara Smicht, a la Carta del cielo y al denominado 1 metro, además de aquellos ubicados en el Jardín UNAM. A través de ellos, los observadores pueden, apenas por momentos, acercarse a los lejanos cuerpos celestes.
Destaca que a la par de esta velada astronómica, se realizó un maratón de astronomía en el Anfiteatro y un maratón de lectura en la Biblioteca, este último coordinado por el CPL.
Lo digital no pone en riesgo al libro impreso
En las recientes ediciones de la Filec, una de las impulsoras del proyecto ha sido Erika Burgos, docente del Programa para el Libro y la Lectura de la Secretaría de Cultura Federal.
Para la promotora, encargada del Centro de Lectura Itinerante, la era digital no pone en riesgo al libro tradicional impreso; más bien, llegó a ampliar el panorama a la cultura pues sus plataformas como redes sociales o blogs no solo atraen lectores sino que también han formado autores.
Incluso, señaló que la propuesta de lectura a través de los dispositivos móviles es bien aceptada entre diferentes generaciones, pero especialmente entre los jóvenes. “Me parece que ahora hay muchas otras posibilidades, muchos soportes y muchas formas de acercarse a la lectura y la gente las usa y nosotros tenemos esta misión de no quedarnos sólo con lo tradicional”, consideró.