Jueves, abril 25, 2024

Narradoras hacen un maridaje gastronómico y literario en el libro Bocados de ángeles

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Un grupo de narradoras cocinó, a fuego lento, un conjunto de historias y de recetas que tienen como elemento común los sabores, productos y formas de guisar de Puebla. Resultado de aquel maridaje literario y gastronómico es el libro Bocados de ángeles. Cuentos, leyendas y recetas.

Publicado por la Dirección de fomento editorial de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), el volumen recoge las historias de nueve autoras que conforman la llamada Cofradía Gastronómica, en un esfuerzo coordinado por Martha Porras, Alejandra Domínguez y Alicia Flores, que cuenta además con la fotografía de Lucía Alvarado Herrera.

El libro, explican Porras y Domínguez, da cuenta de la identidad que existe y se desprende en torno a la comida, la cual se propone como un elemento en común entre la población que habita este estado.

“De una receta surge una historia, y con ella se recrea no sólo la ciudad de Puebla sino algunos municipios del estado como Teziutlán o Atlixco”, señalan las escritoras durante una entrevista.

Así, los platillos –todos ubicados en cierta época, como los chiles en nogada– fueron el pretexto para que las narradoras elaboraran un cuento que terminó de cocinarse en las hornillas de cada autora, ya que cada una llevó a la práctica la receta que había aportado y sobre la cual había escrito su narración.

Con dicho ejercicio, como señaló la también guionista Alejandra Domínguez, se evidenció que la cocina está estrechamente ligada a la escritura.

“…Las escritoras latinoamericanas han legitimado los espacios marginados, sobre todo el ámbito doméstico, revalorándolo como símbolo del ser, del poder y del escribir femeninos. La cocina es donde se gestan los deliciosos ‘gastrotextos’ de Rosario Castellanos, Laura Esquivel, Amparo Dávila o Ángeles Mastretta”, añaden las coordinadoras de la publicación.

Consideran que “el lenguaje culinario, elevado a la categoría de lenguaje literario, ha generado un tipo de discurso detallista, rico en referencias olfativas, gustativas y sensoriales”.

Incluso, señalan que “ha sido la cocina y su ámbito doméstico un espacio para fabular y crear historias que tienen que ver con la comida, pero también con la sensualidad, el erotismo, las relaciones de poder, las familias, los ritos de iniciación, al muerta, la riqueza cultural” y otros temas.

Para las coordinadoras de Bocados de ángeles, además, el libro deja ver la importancia de la cocina poblana, que es más “que platillos típicos”, pues es resultado de un mestizaje cocinado a través de los siglos: con la base mesoamericana en el maíz, y su mezcla con la gastronomía árabe, española, francesa y oriental.

En su texto introductorio, Domínguez, Porras y Alicia Flores, escriben que “toda la riqueza de esta gastronomía la encontramos en cocinas, restaurantes, fondas, pero también en los relatos orales”, mismos que ellas rescatan y conjuntan en este libro que ya fue presentado en la pasada Feria Internacional de Libro de Guadalajara.

“Este libro pretende narran no sólo a la monja, sino al ama de casa, a la sirvienta, a la chef, estudiante…, que en torno a la mesa definen, en muchas ocasiones, su sentido existencial”, acotan.

 

Un recetario de temporadas y fiestas

 

A lo largo de más de 180 páginas, en un cuidadoso diseño editorial que combina fotografías con elementos gráficos ligados a las cocinas poblanas –como el azulejo o el barro–, en el libro Bocado de ángeles se construye un recetario que avanza conforme a los meses del año, para aludir con ello a las recetas ligadas a ellos, ya sea porque solamente pueden cocinarse con productos de temporada o porque representan alguna festividad cultural.

Así, el volumen inicia con el cuento El día de los santos reyes de la escritora y editora Ana María Dolores Huerta Jaramillo, quien hace referencia a estas fechas citando dos platillos clásicos de Huatlatlauca: el cashtilmol y el cuacojmol, el primero un mole verde de especias y el otro un mole de olla con carne de toro. Continúa con la receta de Juana Jaramillo –un mole de olla–, la historia de Patricia Galán acerca de las cemitas poblanas y su correspondiente receta escrita por Horacio Hidalgo.

Febrero, en cambio, inicia con el cuento Amor alternativo de Alejandra Domínguez, quien también aporta la receta del Chilposo, un platillo típico de Teziutlán –que es protagonista en la historia–; para proseguir con la historia Dos madres y la receta de polvorones de nata de Adriana María González.

Además de los participantes arriba citados, facilitan sus recetas y cuentos Flora Alarcón Pérez, Alicia Flores, Ofelia Rocha, la señora Narcisa, Martha Porras, las monjas de Santa Clara, María Elsa Hernández, Martha Cacho, María Gracia Altieri, Blanca del Razo, María Alejandra Méndez, Carmelita, Magdalena Serrato, Dolores Sánchez, Dulce María del Coral Díaz, Irene Jiménez, Flora Alarcón y Lucía Morante.

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