Miércoles, abril 24, 2024

Cruzada por la recuperación de la soberanía

Destacamos

Hay de dos sopas: o nos movilizamos como sociedad y gobierno y construimos nuestro propio muro o nos sentamos a esperar la debacle. La cruzada por la recuperación de la soberanía supone reconocer: 1. El fracaso del consenso de Washington, que data del año 1989. 2. Que el proceso de integración global que ha seguido el país es asimétrico, en gran medida porque sin bases sólidas es casi imposible generar convergencia. 3. Que el libre mercado no es capaz por sí mismo de generar una mayor riqueza para la población en general y, por ende, una mayor distribución de ésta entre los mexicanos. 4. Un gobierno administrador no sirve, se requiere un gobierno que tome las riendas de las áreas claves de la economía y 5. Que el incipiente régimen democrático ha sido un fiasco, que los partidos, los organismos y autoridades electorales, así como la sociedad en su conjunto, hemos sido cómplices de la desviación sustantiva de los principios de toda democracia. Hagamos pues la sacudida, hagamos la cruzada.

Está dicho que los Estados Unidos no será en los próximos años nuestro mejor aliado, quizás nunca lo ha sido, las directrices están trazadas. Donald Trump las ha puesto en su primer discurso como presidente de ese país. Ante este escenario, es necesario que el gobierno mexicano y sociedad construyamos nuestro propio muro, pero no el muro fronterizo, sino aquel que blinde a nuestro país de las turbulencias o tsunamis producidos por los otros en complicidad con nosotros, el blindaje adquiere relevancia e impactará si logra que los ciudadanos en general, el gobierno y las instituciones políticas, modifiquen las prácticas cotidianas que se han vuelto estandarizadas. Por ejemplo, es urgente hacer una revisión de las políticas económica, laboral, salarial y monetaria, es insostenible seguir reproduciendo en el discurso al modelo de libre mercado sin ninguna restricción limitativa para la empresa transnacional, no se trata de que no inviertan en México sino que éstas se alineen al menos a las áreas estratégicas ya sea en turismo, ramas industriales, al sector financiero e incluso en el sector de la producción agrícola. De hecho, las empresas extranjeras debería articularse al modelo de desarrollo del país y no al revés como ocurre en la actualidad, empresas que se instalan para obtener sendas ganancias por pagos paupérrimos a la clase trabajadora, pasa en los bancos, en las empresas del sector servicios y de comercio, así como en las propias ensambladoras. Hay un abuso sin precedentes de la mano de obra mexicana, en ese sentido, la última reforma laboral más que reconocer los derechos laborales los está extinguiendo, debilitando al sindicato, disminuyendo o no reconociendo la importancia que ha tenido los contratos colectivos de trabajo, no es casual el crecimiento exponencial del outsorcing y el aumento sostenido de la precariedad laboral. Sin duda, cada día disminuye la posibilidad de la jubilación, la pensión y la obtención de un retiro digno con las actuales afores.

No es posible que el dogma neoliberal siga perjudicando de tal manera a la clase trabajadora, que derivado de la escasez de empleo formal haya llenado las calles, los comercios, las tiendas de abarrotes con economía informal, ésta abona a la precariedad, genera una escasa expectativa sobre el futuro y en muchos casos retoma, por decir lo menos, las jornadas laborales de más de 15 horas al día. En muchas ocasiones el trabajo es los siete días a la semana. Una reforma laboral que se hizo pensando en el mundo laboral y no en las condiciones históricas de la relación capital–trabajo en México, ahí también se perdió soberanía.

Urge revisar el salario y con él la política salarial, es insostenible que el costo de una inflación baja haya despedazado al salario mínimo, afectando el poder adquisitivo y la capacidad de compra, llevamos tres décadas perdidas en esta materia, provocando un deterioro en la calidad y bienestar de vida de la población. Gran parte del problema de pobreza moderada o extrema, que incluye a más del 50 por ciento de la población, se debe al salario y al ingreso, su caída histórica explica el por qué hay carencias, se vive al día y se enferma más. Las últimas encuestas de ingreso gasto siguen demostrando, como ocurrió en 1992, que los mexicanos comen menos alimentos con contenidos proteicos y vitamínicos de alto nivel nutricional, no son casuales los problemas de sobrepeso, diabetes y otras enfermedades, comemos lo que podemos, lo que alcance, con las miserias de salarios que recibimos.

En materia de política monetaria, el haber dejado la libre flotación del dólar nos sigue cobrando la factura, el peso se sigue depreciando o mejor dicho devaluando, mentira que el peso es fuerte, en realidad es cada día más vulnerable, un vientecillo del vecino país del norte nos cae como bomba en el mercado del tipo de cambio. Sin duda, debe haber una fórmula que detenga ese fenómeno.

Enero de 2017 está representando una oportunidad de cambiar el estado actual de las cosas, reorganizarnos, acomodar de forma diferente el modelo de desarrollo, pero no podrá ser una medida unilateral que provenga únicamente del gobierno y de los flamantes legisladores, tendrá que ser bajo la presión y escrutinio de la sociedad, que debe, por el bien del país, ocupar distintas formas de presionar a los gobernantes para que miren el deterioro en que nos tienen. Si la sociedad permanece pasiva, la cruzada por la defensa de la soberanía será simplemente flor de un día y en ello todos cargaremos con el viacrucis de Donald Trump. Ver para creer.

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