Jueves, abril 18, 2024

El Mundial de la codicia

Destacamos

Mundiales–carnaval, mundiales–dólar o mundiales–basura. De estas y otras maneras se tendría que apostrofar el insensato proyecto dado conocer por la FIFA para 2026, consistente en extender el cupo a nada menos que 48 selecciones para que disputen las finales de la Copa del Mundo. Si ya 32 es un exceso que redundó en el montón de partiditos moleros que tenemos que soportar, qué puede esperarse de la multiplicación de equipos de pacotilla para ilusionar teleaudiencias de países ignotos, con gran provecho, eso sí, de las insaciables arcas de los fifos y sus adláteres en el resto del planeta. El chiste debería traducirse, según los avariciosos cálculos de estos irredentos, en cerca de mil dólares más de lo que actualmente les producen. Ya sólo falta que cumplan con esa otra amenaza de organizar sus mundiales cada dos años.

Glorificación del disparate

Los aprendices de brujo con sede en Zúrich hablan de armar 16 grupos de tres equipos para la ronda inicial. De los 48 partiditos resultantes –amontonados en semana y media, a ver quién soporta tal cantidad de chatarra–, calificarían dos por grupo a los dieciseisavos de final –otros 16 encuentros–basura–, a partir de lo cual el resto del torneo discurriría según el formato actual: octavos de final (8 desafíos), cuartos (4), semifinales (2), tercer lugar y final de Copa.

Esto en lo concerniente a la parte digamos aritmética del proyecto, que en realidad dice poco, aunque sume muchísimos millones por horas/televisión. Pero si uno profundiza un tanto en el significado de tanta desmesura, va a topar inevitablemente con un montón de inconvenientes, tales como los que se mencionan a continuación.

Para empezar, preparémonos para presenciar encuentros tan “atractivos” como un Gabón–Finlandia, un Bolivia–Macedonia o un Alemania–Belice, resultado directo de la ampliación a 48 escuadras. A lo mejor se da el caso de que Palestina empate con Uruguay o Albania derrote a Italia, lo cual le pondría pimienta al guiso. Pero cualquier cocinera sabe que mucha pimienta amarga la mejor receta, y a la larga, según sigan ocurriendo cosas así, eso mismo acabará por restarles sabor y sorpresa: el día a día futbolero reducido a una ristra interminable de marcadores donde la “pasión” solamente estará en los excesos verbales de los merolicos de turno, y difícilmente en el involucramiento emocional de los aficionados.

Eso por un lado

Por otro, si de los tres que integran cada grupo tienen que ser dos los que continúen vivos, irremediablemente ocurrirá que algunos se califiquen con sólo dos puntitos en su haber, dándose entonces la peregrina situación de que, como en grupos de tres no puede haber más que tres partidos, si los tres terminasen empatados, pasarían dos para que un tercero quede fuera, ya sea por contar con menos goles o, en casos extremos, por veleidades de un sorteo (eventualidad que el flamante proyecto no menciona pero no hay que descartar). Y lo mismo vale para los pasen a la ronda de dieciseisavos de final, donde a lo mejor veríamos frente a frente a un equipo con dos puntos y un sorteo afortunado en su morral previa y otro con seis. Promesa de altísimo nivel, vamos.

Eso, sin contar con la mano larga y dictatorial de la propia FIFA, siempre lista para incidir en el arreglo de fechas, subsedes –y consecuentemente viajes más cortos o más largos, según el equipo de que se trate. Y desde luego en el arbitraje, eterno caballo de Atila de los mundiales.

Maratonear cansa

Como sea, los gallones abocados a recorrer la ruta completa van a tener que jugar siete partidos en tres semanas. Sumando fatigosos viajes al desgaste propio de cada encuentro, el último tramo lo van a alcanzar física y psicológicamente exhaustos y alejados de su mejor forma, según se ha podido comprobar en los mundiales de 1990 a 2014, donde el pico de rendimiento se dio en los cuartos de final, mientras la final por la Copa sólo registra partidos de discretísimo nivel.

Claro está que los favoritos, que no son tontos y conocen lo anterior, tenderán a hacer un juego conservador en las etapas iniciales, en tanto los verdaderos animadores de la justa se van quedando en el camino. No es algo nuevo, pero se va a agudizar.

Otras “minucias”

Nada hemos dicho todavía de las necesidades de infraestructura que el gigantismo anunciado demandaría. De entrada, el Mundial queda automáticamente vedado para países pobres o medios –y pensar que México fue doble sede, en 1970 y 86–, lo que en realidad ya ocurre. Más interesante será saber qué nación rica, tanto en recursos económicos y tecnológicos como en historia futbolística, acepta convertirse en sede, considerando el enorme gasto sin retorno que los mundiales con 48 participantes y 80 partidos requerirán. Dos caminos vemos: bien la solicitud de sedes conjuntas, al estilo CoreaJapón o de una hipotética InglaterraEscocia–Gales–Norirlanda; bien la reedición del penoso caso de Qatar 2022, en que se convirtió mágicamente en sede un país pequeño pero multimillonario –si tal cosa tiene futuro–, dispuesto a suplir con profusión de elefantes blancos su nadería futbolística.

Queda, desde luego, la alternativa de China. Que al paso que vamos a lo peor hasta se convierte en sede permanente, como Japón del mundialito de clubes, excelente ejemplo de las puntadas de la FIFA que están aniquilando la esencia del futbol.

Hablando de cosas tristes

El Puebla jugó el viernes en Tijuana y Xolos parecía campeón del mundo, así de deshilachado e inane anda el conjunto camotero. En anécdota quedó Lo del penalti mal marcado de la primera fecha, porque el verdadero problema está, como todo mundo sabe, en las limitaciones del plantel, sumadas a la incompetencia de la insolvente directiva. De hecho, la única noticia agradable son los tres goles de Canelo en apenas dos jornadas. Mas como no existe una estructura futbolística sólida, por más goles que este chico anote no habrá forma de que compensen los que la coladera de atrás posibilita, media docena en el estadio tijuanense y vaya a saber cuántos en el futuro.

Al paso que lleva, la franja terminará disputándoles la “corona” del descenso a Morelia, Jaguares y Veracruz. Por cierto, el Hobbit Bermúdez afirma que nadie lo previno de su cambio del Puebla a Jaguares, y que recibió la orden de mudarse a Tuxtla tras una operación no efectuada durante el draft, una trastada más del pacto de gavilleros.

Y como el mediocampista uruguayo Egidio Arévalo Ríos no tiene pelos en la lengua, desmintió que la directiva de Jaguares –el equipo hermano de la bienamada franja– haya cubierto en tiempo y forma los adeudos a sus jugadores, a varios de los cuales les sigue debiendo dinero. Lo que deja en simulación pura y dura la solemne afirmación de Decio de María en el sentido de que “ya todo está en orden”. Si cuando tal falsedad dijo se le replicó que, de todos modos, Jaguares había incumplido con el plazo convenido, y por tanto tendría que haber sido desafiliado, ahora han respondido –Decio y el resto de la gavilla– con el silencio más espeso.

Un modo de tantos de confirmar que el que calla otorga.

Récord del Madrid

Antes de que los chinos se apoderen del protagonismo, los grandes de toda la vida continúan justificando su historial. Por lo pronto, el Real Madrid jugó el miércoles un encuentro de vuelta de octavos por la Copa del Rey con tres goles de ventaja sobre el Sevilla, y el conjunto de Sampaoli a punto estuvo de hacer la chica, pues a falta de 13 minutos lo vencía 3–1. Pero Sergio Ramos, ejecutando un penalti a lo Panenka, y en el minuto 93 Benzemá, consiguieron sellar el empate a tres, que no sólo representaba la calificación para los merengues sino les permitió arribar a 40 encuentros consecutivos sin sufrir derrota –contabilizadas todas las competencias–, con lo que queda superado, para el futbol de España, el invicto de 39 fechas firmado el año pasado por el Barcelona.

Curiosamente, el liderazgo de Zidane al frente del Madrid no ha parado de ser cuestionado por algunos, ciegos y sordos a que, con el francés al timón, el cuadro blanco ha sobrevivido a toda clase de vicisitudes –ahora mismo Bale, lesionado de dos meses, sigue sin poder reaparecer–, y no ha dejado de mantener en alto su bandera en las más diversas coyunturas. La misma eliminatoria contra los sevillistas, sin ir más lejos, porque el cuadro andaluz ofreció un encuentro auténticamente épico en el Sánchez Pizjuán.

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